EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Nos encontramos ya en el último tercio del terrorífico mes de octubre. Desde que comenzó hemos sobrevivido a vampiros de diversas épocas, una maqueta embrujada, zombis de distintos orígenes, una carne especialmente indigesta, un par de casas encantadas, criaturas peludas con mal genio, y algunas cosas más. Y eso que aún falta más de una semana para Halloween. Para seguir preparando el terreno para el Truco-o-trato, vamos ahora a vigilar el cielo con una historia de bicho espacial.
Keibol Black es un personaje creado en 1987 por Miguel Ángel Martín, publicado en formato de tiras de prensa en El Diario de León. El dibujo es muy sencillo, hasta infantil. Se podría considerar como perteneciente al estilo de línea clara, pero es incluso más simplista que eso. El personaje que da nombre a la serie es un agente internacional empleado como mercenario por diversos gobiernos para aquellos asuntos que prefieren resolver a tiros, enterrarlos y olvidarse de ellos.
Keibol es un asesino frio e insensible, hasta el punto que a veces mata gente por aburrimiento. Se alimenta de comida basura, le importan un bledo las leyes y la política, tiene el aspecto que se suele asociar con los marines americanos (musculado, mandíbula cuadrada, pelo cortado a cepillo) y va permanentemente vestido con una camiseta sin mangas, pantalones anchos y botas de combate. Se supone que es gay, pero ni en este comic (que es el único que tengo) ni en otro par que tuve la oportunidad de leer mostraba ninguna actitud en ese sentido… ni en ningún otro, en realidad, ya que la emoción que lo caracteriza es una absoluta indiferencia hacia todo cuanto le rodea. Este suplemento recopila en un comic las tiras pertenecientes a la historia El horror que cayó del cielo, publicadas en 1989.
La historia comienza en el espacio, con tres astronautas que recogen una misteriosa capsula metálica a la deriva y la introducen en su estación orbital. Una vez ahí la capsula se abre por si sola, sin ningún intento de manipulación previo por parte de los astronautas, y un rayo de luz alcanza a uno de ellos llamado Bauman. Lo siguiente que vemos es que el módulo de escape de la estación se desprende de esta y se dirige a la Tierra, cayendo al mar y quedando a flote.
A continuación nos presentan a Keibol en su habitat natural; rodeado de problemas pero todo lo ajeno a ellos que se podría estar.
Se le requiere para que resuelva con su peculiar estilo un asunto. La capsula que amerizó contenía los cadáveres desecados de dos de los astronautas y un superviviente en perfecto estado; Bauman. Este afirma estar confuso y no recordar nada, ni tan solo el hecho de haber viajado al espacio en su vida. Es devuelto a su casa con su familia, donde empieza a hacer cosas raras a escondidas, como alimentarse a base de insectos, carne cruda, y del gas butano que sorbe de la bombona de la cocina… y también sale por las noches a drenar sus fluidos vitales a la gente que atrapa por la calle.
Cuando algunos cadáveres resecos (tal como estaban los astronautas) comienzan a aparecer en las inmediaciones de la casa de Bauman, Keibol recibe el encargo de “hacer que recupere la memoria” para saber que ocurrió en la estación espacial. Keibol se presenta sin más en casa de Bauman dispuesto a sacarle la verdad a golpes. Allí están su mujer y sus dos hijas pequeñas. La mujer al principio sale en defensa de su marido, pidiendo que lo dejen en paz, pero termina confesando que se marchó de casa hace tres días y no ha vuelto a saber de él.
Keibol se queda patrullando por la zona hasta que sorprende a una criatura con el aspecto general de una mantis religiosa (pero de mayor tamaño que un humano) atacando a una chica. Dispara contra la criatura y logra herirla y ponerla en fuga. Entre unas manchas de sangre de color extraño que quedan en el suelo encuentra un anillo de boda con el nombre de Bauman.
Regresa a casa de éste para mostrárselo a su mujer por si le puede confirmar que es el de su esposo, y se encuentra al insecto atacando a la familia. El insecto es, naturalmente, Bauman transformado por la energía que brotó de la capsula. Tiene la capacidad de encogerse y cubrirse por una materia gelatinosa que adopta el aspecto de Bauman, imitando incluso la ropa, pero debe rasgar esa materia para alimentarse. Keibol ve que el monstruo ha atrapado a una de las niñas y dispara contra él. Pero no os penséis que es un disparo tenso y preciso, que Keibol no pierde el tiempo con ese tipo de cosas. Él dispara a lo loco con la única intención de matar al insecto, sin importarle lo más mínimo que pueda alcanzar a la niña. De hecho, con sus disparos arranca una pata a la mantis y uno de los brazos a la pequeña.
Luego persigue a la mantis, que se ha lanzado por una ventana, a través de unos cuantos callejones hasta que la acorrala. El insecto habla en su propio idioma, quizá queriendo dar a entender porque hace lo que hace, pero Keibol no entiende ni jota y se limita a acribillar al alienígena. Sinceramente, creo que habría hecho exactamente lo mismo de poder entenderle a la perfección.
Un epílogo nos muestra como la niña que perdió el brazo ha sobrevivido y está en espera de que le implanten una prótesis. Y también vemos que un médico felicita a la viuda de Bauman por su nuevo embarazo, con lo que se nos da a entender que pronto habrá otro bicho similar suelto por el mundo.
Es, como habéis podido ver, una historia muy básica y un dibujo muy simplista, hasta el punto de parecer la obra de un niño pequeño, pero esto se publicó en un periódico español. A su favor diré que pertenece a una época donde la ridiculez esa de la corrección política no estaba de moda y por ello los comics y el resto de medios podían mostrar sin problemas cosas como esta; que el héroe de la historia le vuele el brazo de un tiro a una niña… y no le importe en absoluto porque su misión es otra.
El horror que cayó del cielo. 1989. Miguel Ángel Martín. Publicado originalmente en tiras de prensa en El Diario de León.
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