EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, luchadores del espacio.
Nuestro plan original de reseñar completa La saga de los Aznar en solo cinco años, a razón de una novela al mes, va con cierto retraso. Vamos a darle un pequeño impulso reseñando dos al mes durante una temporadita a ver si alcanzamos las cuotas previstas.
Esta entrada debió publicarse ayer, ya que siendo el Día mundial de las cosas viejas, reseñar una novela de 1955 nos parecía bastante adecuado. Aunque también es cierto que estos libros, más que viejos, yo los consideraría antiguos. Ya sabéis la diferencia. “Viejo” es aquello que ha ido perdiendo valor con el paso del tiempo. “Antiguo” es aquello que lo ha ido ganando. El caso es que no pudo dejarse listo para ayer y lo publicamos hoy, que siendo el Día de los escritores tampoco desentona reseñar un libro.
Tras pacificar el sistema solar nahumita, el Valera pone rumbo de regreso a Redención. Antes, sin embargo, debe llevar a cabo una última misión en el sector; establecer puestos de vigilancia en los mundos natales thorbod. Valiéndose de la información obtenida de los nahumitas, el Valera enfila hacia el sistema thorbod, hallando una serie de planetas sin rastro de vida animal, pero con abundante vegetación. Son mundos marcados por siglos de guerra atómica, cuya superficies quedaron tan saturadas de radiación que toda la vida animal, incluso toda vida bacteriana, fue aniquilada. Solo la flora prosperó. El tiempo ha hecho que estos mundos eliminen poco a poco la radiación hasta hacerla desaparecer, pero toda forma de vida más allá de la vegetal fue borrada por completo y no ha reaparecido.
La intención de Miguel Ángel, actual Almirante Mayor del Valera, es establecer colonias en cada uno de esos mundos por si quedasen thorbods en algún lugar del universo y algún día decidieran retomar sus mundos natales. Varios millones de colonos serán dejados en cada uno de esos mundos, con medios suficientes para establecerse en ellos y fortificarlos.
Toda la tripulación del Valera, incluido el personal no combatiente como trabajadores, maestros o científicos acepta estar permanentemente bajo disciplina militar, y por tanto se espera de ellos que acaten órdenes sin cuestionarlas aun cuando estas van en contra de su seguridad o bienestar. Esto es a lo que se comprometieron todos aquellos que zarparon de Redención en busca del sistema solar Nahumita. Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces. Debido a las inmensas distancias a recorrer, el viaje de ida se prolongó durante décadas, y les esperan otros tantos de regreso. La mayor parte de los que zarparon de Redención murieron por causas naturales durante ese viaje de ida, y los que aún quedan cuentan con hacerlo durante el de vuelta por el simple paso del tiempo. El Valera es una nave generacional, y aquellos que nacen a bordo son entrenados para sustituir a sus progenitores.
Pero esto implica que gran parte de los actuales tripulantes del Valera nacieron a bordo, consideran el planeta artificial como su hogar, y no sienten un especial apego o fidelidad por Redención. Tampoco embarcaron voluntariamente en el Valera, como sus padres, sino que simplemente nacieron allí. No dieron su palabra de servir a la causa o cumplir la misión a la que sí se comprometió la tripulación original que zarpó de Redención. Los treinta millones de muertos en la guerra contra el Imperio Nahum y los años de esclavitud que los siguieron, de los que muchos culpan al clan Aznar, también han socavado mucho la moral y la unidad de la población del autoplaneta.
Algunas voces hipócritas claman por la independencia, pretendiendo desentenderse del resto de la humanidad y quedarse con el Valera como mundo propio, pese a que este fue construido con el esfuerzo y los recursos de todos los habitantes de Redención. Los Balmer, tradicionalmente a la sombra de los Aznar, hacen campaña entre la población para poner a la gente en contra de Miguel Ángel y hacerse así con el control del Valera. Pese a ello, Miguel Ángel da órdenes explícitas para que no se repriman de forma violenta las manifestaciones en su contra y las proclamas independentistas.
Esto enfurece a Amber, su esposa nahumita. Amber accedió a casarse con él porque en ese momento, Miguel Ángel era la persona más poderosa que conocía, y la búsqueda de poder y posición social es algo consubstancial en la naturaleza nahumita. Pero el no actuar de forma inmediata y sangrienta contra cualquiera que cuestione su autoridad lo hace parecer débil a sus ojos. La discusión entre ambos llega a tal extremo que Miguel Ángel decide renunciar a ella y enviarla de regreso a su mundo natal, en una nave con tripulación totalmente nahumita para no tener que esperar a que regresen.
La logística de la colonización y el desprecio mostrado hacia él por su ex esposa enturbian la mente de Miguel Ángel, que hace oídos sordos a los consejos de sus generales, que sí ven lo que se les viene encima. Cuando los independentistas dan un golpe de estado en una veintena de capitales a la vez, la reacción del gobierno legítimo del Valera es lenta e insuficiente. Liderados por los Balmer, los golpistas logran tomar en poco tiempo el control del Valera. Un control que Miguel Ángel no les disputa, confiando en que los rebeldes reflexionen sobre el acto de traición que están cometiendo. Tal cosa no ocurre, y los Balmer ocupan por la fuerza todos los centros de mando del Valera.
Lo que sigue es una purga inmisericorde hacia todos los que tengan el apellido Aznar, sin importar que tengan cargos relevantes. Todos los Aznar y sus simpatizantes son desembarcados en los mundos thorbod para que se encarguen ellos de colonizarlos. Pero en contra del plan original de Miguel Ángel, se los abandona sin armas, herramientas, vehículos, astronaves ni ninguna clase de tecnología avanzada. No se les entrega más que algunas provisiones y medicinas básicas, animales de granja, y herramientas de mano rudimentarias como palas y sierras. Los dejan varados a su suerte.
Miguel Ángel es desembarcado en el último lote del millón y medio de personas abandonadas en uno de esos mundos. Le acompañan algunos de sus familiares directos, como su madre, su hermana Estrella, y la hijita de esta. Estrella está casada con José Luis Balmer, líder de la revuelta, que pretende quedarse con Estrella y la hija de ambos a bordo del Valera. Pero Estrella quiere acompañar al resto de su familia al exilio, reclama quedarse a la pequeña con ella, y José Luis es el único de los amotinados que ve un problema en ello pues la niña es en parte una Aznar. Trata de convencer a Estrella para que al menos deje a su hija a bordo del Valera, y ya en el mismo momento del desembarco intenta arrebatarle la niña a la fuerza, pero la pierde entre la confusión y la multitud. José Luis baja al planeta junto con los exiliados para buscar a su hija, y sus seguidores no se molestan en esperarle. Una vez todos los Aznar han desembarcado, la nave cierra compuertas y regresa al Valera, dejando a José Luis tan abandonado como al resto.
Los amotinados han privado a los exiliados de todos los adelantos obtenidos por la humanidad en los últimos 7000 años, pero no del conocimiento de estos. En su empeño en castigar por igual a todos los Aznar, también muchos científicos e ingenieros han sido dejados atrás. En el plazo de un solo mes, y aún con herramientas rudimentarias, los hombres ya se han organizado y están talando árboles y allanando el terreno. Han construido casas de madera para albergar a las familias, cercados y establos para los animales, y adaptado terrenos para sembrar en ellos. Se están enviando expediciones en busca de metales y construyendo fraguas y moldes para piezas con las que crear las primeras calderas de vapor, y turbinas con las que convertir ese vapor en electricidad. La parte más difícil de desarrollar, los conocimientos, ya los tienen. Los medios, los irán obteniendo poco a poco. Una vez creado este primer asentamiento, se plantean el levantar otros cercanos.
En un viaje de exploración, un pequeño grupo de hombres avanza por un rio empleando un velero ligero. Siguen su curso y, mientras atraviesan una frondosa selva, escuchan el sonido de tambores. Pronto queda claro que se trata de algún sistema de comunicación a larga distancia al estilo de los tam-tam. No es algo que los exiliados estén empleando, y los sonidos, que provienen alternativamente desde varias direcciones, son algo demasiado deliberado para tener un origen natural. Al parecer, pese a lo que sabían sobre estos mundos, sí hay alguna forma de vida animal nativa lo bastante evolucionada para haber ideado esa forma de comunicación.
La tripulación del velero confirma esto cuando son atacados por un grupo de mujeres salvajes aparentemente humanas. Se visten con ropas sencillas de tela y empuñan lanzas y escudos. Las mujeres, muchas más que el reducido grupo de hombres del velero, se lanzan contra estos para capturarlos y no dudan en matar a todo el que se resiste. Los vencen por mera superioridad numérica, y a los que no han sido gravemente heridos se los llevan maniatados. Al resto los rematan para que no las retrasen.
Mientras la columna de salvajes y prisioneros avanza por la selva, estos se dan cuenta que las mujeres hablan una lengua que es una confusa y deformada mezcolanza de palabras españolas y thorbod. Llegan a la conclusión que, tras la destrucción de la población thorbod de estos mundos, una de sus naves supervivientes llegada de la Tierra debió desembarcar aquí un lote de prisioneros humanos. Quizá la intención era convertir el planeta en un criadero de esclavos, pasando cada cierto número de generaciones a recolectarlos para llevárselos a otro lugar.
Tras una larga marcha, la columna llega a su poblado. Su sociedad es un matriarcado donde todos los hombres son esclavos que se encargan del trabajo duro y todos los puestos de poder los ocupan las mujeres. Miguel Ángel, que está entre los prisioneros, ve que las guerreras han amontonado juntas las cosas que traían ellos, sin saber lo que son. La líder de la tribu está enferma, agonizando de fiebres altas. Miguel Ángel la cura empleando una caja de antibióticos. Esto, junto a las extrañas (para ellas) ropas que lleva y algo de teatro por parte de él, hace que las mujeres crean que tiene alguna clase de poderes mágicos. Así se granjea un cierto estatus entre ellas, más parecido al temor a lo desconocido que a verdadero respeto.
No llega sacar partido de ese estatus porque esa misma noche todos los habitantes del poblado huyen de este apresuradamente. Cuando Miguel Ángel y los prisioneros investigan el poblado ahora abandonado intentando entender lo que pasa, caen en la cuenta que la luna de aquel mundo ha desaparecido. Poco después un hongo atómico crece en el horizonte, y por la dirección y la distancia que los separa de él comprenden que una bomba nuclear ha sido lanzada contra su asentamiento. La Luna de aquel mundo era un autoplaneta thorbod camuflado, que ha estado esperando a que el Valera se alejara lo suficiente para poder actuar sin ser detectado. El que haya desaparecido indica que deben haber supuesto que el Valera vino de los mundos natales nahumitas tras derrotarlos, y han puesto rumbo a ellos para conquistarlos aprovechando su actual debilidad. La destrucción del asentamiento ha sido llevada a cabo por dos platillos volantes thorbod que el autoplaneta camuflado debió dejar atrás para mantener ese mundo bajo control.
La tarea de estos no ha terminado. Al parecer los thorbod saben que hay más ex tripulantes del Valera en el campamento de las mujeres, y uno de los platillos se dirige hacia allí. Como estas viven principalmente en cuevas, los thorbod del platillo desembarcan para ir disparando una ráfaga de ametralladora atómica contra la entrada de cada una, lo que debería bastar para acabar con toda forma de vida en su interior. Pese a ser solo siete hombres contra cinco thorbod (los cuales son mucho más fuertes y resistentes que los humanos) y estar escasamente armados, Miguel Ángel y los suyos logran acabar con todos y apoderarse del platillo. El lenguaje, escritura y cultura thorbod es algo que se enseña a todos los militares del Valera, por lo que pueden hacerse rápidamente con los controles de la nave. Abandonan el campamento de las mujeres llevándose con ellos a su líder, Amatifu, que ya curada de lo peor de las fiebres pero aún débil y convaleciente había sido abandonada por sus despiadadas compañeras.
Los valeranos engañan a los tripulantes del otro platillo para que estos lo abandonen e inspeccionen a pie los restos del poblado que arrasaron con la bomba atómica, y entonces los matan usando la artillería convencional del platillo que ya controlan. Es así como se apoderan del otro. El tener a su disposición dos vehículos con capacidad de viaje espacial representa un avance mayor del que los exiliados esperaban llegar a obtener en sus primero dos siglos de desarrollo en ese mundo, pero ya no quedan colonos para beneficiarse de ellos. O quizá sí, porque por algo que dijo uno de los thorbods del segundo platillo, un millar de humanos que formaban parte de otra expedición se encontraban fuera del asentamiento cuando este fue destruido. Por tanto, los esfuerzos inmediatos de Miguel Ángel y su tropa (y Amatifu) se centrarán ahora en encontrarlos.
No voy a decir que no me esperaba un motín en el Valera porque el título de la novela es, literalmente, Motín en Valera. Diré más bien que no me esperaba que el motín prosperase y que la historia se desarrollara así. Pensaba que sería otro episodio de luchas continuas solo que tendrían lugar dentro del autoplaneta, en plan guerra civil, pero la historia toma un rumbo totalmente distinto. De batallas basadas en la superioridad tecnológica y estratégica que implican a millones de naves y una docena de planetas, hemos pasado a la supervivencia de un puñado de hombres en un entorno primitivo, y no ha estado mal. Se agradece que el autor vaya cambiando de entornos, tipos de desafío y situaciones de partida, para que la saga no se estanque ni se torne repetitiva.
Por otra parte, muy a menudo da la impresión que escribe sin una planificación previa, sin tener una línea argumental general de a donde quiere llevar sus historias y se limita a ver lo que va saliendo y como puede arreglarlo después. Esto no es una crítica porque yo escribo igual mis historias de ficción, partiendo solo de la idea base y escribiendo sin nada planeado hasta llegar a algún final que me parezca adecuado para lo que voy planteando. Las obras del señor Eguídanos se vendieron por toda España y buena parte de Europa y América, lo que demuestra que ese sistema es tan válido como el de guionizar al milímetro cada cosa que va a pasar antes de escribirla.
¡Próximamente en sus kioscos, El enigma de los hombres planta! Hasta que esté disponible, puedes repasar la saga desde el inicio pulsando aquí.
Motín en Valera. 1974 (reescritura del texto original de 1955). George H. White [Pascual Eguídanos]. La saga de los Aznar nº 19. Editorial Valenciana S. A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario