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lunes, 10 de noviembre de 2025

PRESENT (N.º 11) Jugar al gato y el ratón

                                                                           Presentado por...Zag.

¡Extra! ¡Extra! ¡Una niña malintencionada cae en su propio engaño de un modo bastante literal! ¡No se quede sin su ejemplar!

Jugar al gato y el ratón. La protagonista de esta historia es una chica amargada de la que no llegamos a saber el nombre, que parece divertirse asustando a niños más pequeños que ella. Para no estar repitiendo todo el tiempo “la chica” o “la joven” aquí vamos a referirnos a ella como Ijiwaru. No es un nombre propio, sino una palabra japonesa que significa “malintencionada”, pero nos vale para salir del paso. 

Un día, caminando junto a un parque, Ijiwaru ve a un grupo de niños jugando. El que estén riendo y divirtiéndose, algo que ella no consigue hacer, la molesta y decide chafarles el día. Empieza a contarles una historia con la que, en realidad, lo que hace es meterles miedo. Se trata de una leyenda urbana que tiene lugar en esa misma calle, según la cual una niña que recorría la calle empezó a ser perseguida por el sonido de unos pasos. La niña echó a correr y el sonido de pasos a su espalda también se aceleró. Y cuanto más corría, más se asustaba y más se aceleraban los pasos de aquello que la perseguía. Los niños, asustados por la historia, le preguntan a Ijiwaru qué sucedió con esa niña, y ella les responde que nadie lo sabe, porque desde ese día nadie más ha vuelto a verla.

Los niños huyen espantados a sus casas, que es lo que Ijiwaru quería a fin de cuentas. Entonces escucha a su espalda otra risa y al girarse ve a Kurumi. Pero Kurumi no se ríe del miedo de los niños. Se ríe de ella, y afirma saber qué es lo que persiguió a la chica en aquella ocasión. Le dice a Ijiwaru que va a regalarle un cuento, como agradecimiento por lo mucho que se ha divertido escuchando el cuento que ella le contó a los niños. 

El cuento de Kurumi trata sobre una chica que, como la propia Ijiwaru, estaba tan aburrida, tan amargada con su propia vida, que para divertirse se la amargaba a los demás. Se la amargaba a los más indefensos, a los niños pequeños, haciéndolos sentir miedo por el hecho de estar jugando y divirtiéndose en la calle. Pero la historia que le contó a los niños era tan realista, la contó con tanta convicción, que se hizo real. Y ella misma terminó por convertirse en parte del cuento que les había contado.

Kurumi se marcha riendo, e Ijiwaru, ahora preocupada, empieza a andar de camino a su casa por una calle que de pronto le parece mucho más larga y solitaria de lo que era hasta hace un momento. Sus pasos resuenan en el empedrado, pero no son solo sus pasos: hay alguien más andando detrás de ella. Pasos como los suyos que parecen seguirla. Ijiwaru se da cuenta de que es la misma historia que ella contó a los niños. Pero ella se inventó esa historia, así que no puede ser real. Sin embargo, empieza a andar más rápido, y los pasos a su espalda se aceleran. Y empieza a andar aún más rápido, de andar rápido pasa a correr, y los pasos que la siguen corren también.

Mientras corre desesperada, pasa de nuevo ante la entrada del parque donde se encontró con los niños. Aunque ha estado corriendo en línea recta, ha llegado al punto del que partió. Pero al menos los pasos se han detenido. Quien fuera que la perseguía, ha desistido.

Entonces ve, unos pocos metros por delante de ella, a otra chica de su misma altura, con su mismo cabello, curiosamente vestida de forma muy similar. No ve su rostro porque está de espaldas, pero es una compañía bienvenida en la soledad de esa noche que se ha vuelto tan extraña.

Anda unos pasos hacia ella, buscando seguridad en la cercanía, y al hacerlo, la chica delante de ella empieza a andar más rápido. Ijiwaru no comprende por qué la chica parece reaccionar asustándose, pero no quiere quedarse sola, así que, cuando la chica acelera el paso, ella echa a correr detrás de esta. Y al echar a correr Ijiwaru, la chica que va adelante corre aún más. Al mismo tiempo, Ijiwaru oye de nuevo pasos detrás de ella, que también se aceleran cuando ella lo hace, lo que la impulsa a seguir corriendo tanto para alcanzar a la chica que va delante de ella como para poner distancia en quien sea que la persigue...

En realidad, Ijiwaru ha entrado en un bucle infinito en el que se persigue a sí misma y es perseguida por sí misma, sin que ninguna de las copias de ella sea consciente de a quién sigue y de quién la sigue en realidad.

Puedes ver las otras historias de Present desde la primera pulsando aquí.

Present. 1993. Kanako Inuki. Publicado en 2006 por Mangaline Ediciones S.L.

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