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miércoles, 12 de noviembre de 2025

PRESENT (n.º 12) El peluche

                                                                         Presentado por...Zag.

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El peluche. Mimico es una niña muy pequeña que duerme en una cama muy grande. Y sobre la cama, en los rincones de la habitación, en las estanterías, en los muebles… todo está lleno de peluches. Alguien entra en su habitación y le da un gran peluche para que no pase miedo por las noches, pero Mimico ya no quiere dormir con peluches; con quien quiere dormir es con su papá y su mamá.

Mimico está enfadada con ellos porque siempre le prometen que van a poder dormir juntos, que van a estar con ella en la casa para jugar, pero nunca lo hacen. A la niña no le falta de nada, eso está claro. Se la ve bien alimentada, bien peinada, bien vestida y tiene montones de juguetes, pero sus padres no le prestan atención. La tuvieron, y al parecer consideran que con eso basta. De hecho, la persona que ha entrado en su habitación para entregarle un nuevo peluche es su niñera, a la que sus padres han dejado al cargo de cuidarla.

Una noche, mientras abraza sus peluches al no dársele la oportunidad de abrazar a sus padres, ve que en su habitación está Kurumi. Esta ha llegado atraída por la mezcla de amor y odio que tiene la niña hacia los regalos. Mimico ama a los peluches porque sus padres se los dan como compensación cada vez que le prometen que pasarán más tiempo con ella, que jugarán más con ella, que harán cosas juntos... pero luego no lo hacen. La habitación rebosa de peluches hasta el punto de que casi no se puede andar por ella. La cantidad de peluches es un testimonio de todas las veces que sus padres la han defraudado y han intentado compensarlo comprándole algo.

La relación de Mimico con los regalos está torcida debido a ello. Los ama, pero odia recibirlos. Kurumi trata de consolarla un poco diciéndole que, en realidad, eso que nota dentro de los peluches, eso tan blandito (el algodón de relleno), es el cariño de su papá y su mamá. Esto hace a Mimico un poco más feliz, y Kurumi se marcha porque tiene otras relaciones torcidas con los regalos que atender. Se marcha… pero lo hace no muy convencida de si ha hecho lo correcto, de si la niña creerá su inocente mentira.

<== ¡Atención al sentido de lectura! <==

Al día siguiente, Mimico corre al cuarto de sus padres para jugar con ellos. Pero ellos hace poco que han vuelto de fiesta, están de resaca y la echan a gritos de la habitación, diciendo que ya le comprarán un peluche para que no llore. Para empeorarlo, la niñera (que está harta de tener que cuidarla) le dice que el motivo por el que sus padres la tuvieron es porque su madre tenía un conejo de mascota. Un día el conejo murió y fue cuando ella decidió tener un bebé para sustituirlo. No sabemos si es cierto o no, pero sí resulta curioso que todos los peluches que le compran a la niña sean peluches de conejos. 

Desesperada por algo de atención, por algo de amor de las personas que se supone que debían cuidarla y quererla, la niña corre a ver si es cierto lo que le dijo Kurumi. Desgarra uno de los conejos de peluche para comprobar si dentro está el amor de sus padres, pero lo único que encuentra es algodón de relleno, y algo se trastoca en su tierna mente. ¿Es el algodón el cariño de papá y mamá?

Cogiendo unas tijeras de jardinería, acuchilla a sus padres  y los abre en canal, porque si el cariño de sus padres está dentro de los peluches como le dijo Kurumi, entonces quizá el relleno de los peluches deba ser trasladado al interior de sus padres para que todo esté bien y estos la quieran al fin.

<== ¡Atención al sentido de lectura! <==

Tras destripar a sus padres y despanzurrar a sus peluches, hace un intercambio: introduce las tripas y órganos de sus padres en los peluches y el algodón de los peluches en los cadáveres. A continuación, se sienta entre los cuerpos y peluches, genuinamente feliz, puesto que ahora siente que a partir de ese momento todo estará bien.

La historia termina con la cuidadora de la niña llegando a la casa, entrando con su propia llave y extrañándose al no encontrar actividad en ella. Al oír su voz y sus pasos, Mimico sonríe porque cada adulto es ahora una oportunidad de dar órganos a esos peluches y relleno a las personas, para que todo esté correcto, para que todo esté como debe estar. Lejos de allí, Kurumi sabe de algún modo lo que ha ocurrido y se lamenta de que las cosas no han salido como ella planeaba, pero ese es el destino que acompaña a los regalos. Cuando se regalan objetos sin que estos sean un soporte físico para el amor o la amistad, las consecuencias pueden ser esas.

Lo que me ha parecido más interesante de esta historia, es que nos muestran que, pese a sus grandes poderes, Kurumi no es infalible. Su existencia quedó fijada en la edad que tenía cuando se perdió entre realidades, pero no solo a nivel físico sino también a nivel psicológico. Su mente sigue siendo la de una niña de diez años y así seguirá por siempre, y por eso muchas veces sus valoraciones de los acontecimientos son simplistas y algunos de sus castigos, desproporcionados. Aquí se equivoca; trata de consolar a una niña más pequeña que ella con una mentira piadosa, y lo único que logra es liarla de tal modo que la vuelve loca. La terrible frustración de Mimico se la provocaron sus padres y la cuidadora con su indiferencia, pero el detonante fue la mentira bienintencionada pero fatal de Kurumi.

Por otra parte, no se me escapa la ironía de la muerte de sus padres. Mimico solo quería que sus padres abrieran sus sentimientos hacia ella, y como no lo hacían… terminó abriéndolos a ellos. 

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Present. 1993-1998. Kanako Inuki. Publicado en 2006 por Mangaline Ediciones S.L.

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