En 1984, casi al
mismo tiempo que el primer librojuego de La Búsqueda del Grial veía
la luz y con siete librojuegos de Lucha Ficción en
circulación, Arrow Books Limited publicó Huida de la
Oscuridad, el primer tomo de la saga Lobo Solitario, en
lo que era ya una especie de guerra abierta por la supremacía en este nuevo
tipo de entretenimiento.
El listón seguía
subiendo sin parar, y en esta ocasión nos encontrábamos con un sistema de juego
donde las Destrezas se enfrentaban (como en los de Lucha Ficción),
donde el daño recibido y producido era variable (como en los de La
Búsqueda del Grial) en lugar de fijo, y donde podíamos escoger varias
habilidades de una lista para personalizar a nuestro personaje (aunque algunas
casi nunca se usaban). También nos limitaban el equipo, obligándonos a elegir
que queríamos llevar y que no (se acabó lo de arramblar con todo), y comer
regularmente era una necesidad, en lugar de una opción.
La historia era
la más compleja de todas, una saga realmente épica en la que nos enfrentábamos
a los Señores de la Oscuridad, extraños seres que comandaban tanto ejércitos de
bárbaros como monstruos y muertos vivientes, y tan capaces de invocar seres
infernales como de emplear explosivos de alta tecnología o lanzarnos a otro
mundo a través de un túnel dimensional. Una trama absolutamente apasionante que
te atrapaba desde el primer momento y que incluso pecaba en ocasiones de ser
demasiado lógica (dentro de su propio universo) en lugar de ofrecer un mayor
grado de evasión heroica.
Además, el personaje mejoraba de un libro al siguiente, si lograbas mantenerlo vivo, acumulando equipo y ganando nuevas habilidades, una posibilidad que en los de Lucha Ficción no existía y en los de La Búsqueda del Grial solo se trataba muy por encima.
El único punto débil de estos libros era que, en lugar de emplear dados de seis caras para generar resultados aleatorios, teníamos al final del libro una Tabla de la Suerte. Cada vez que necesitábamos generar un número al azar, teníamos que cerrar los ojos, colocar el extremo romo del lápiz sobre la tabla, moverlo sobre ella un rato, y abrir los ojos.
La tabla estaba dividida en casillas con números del 0 al 9, y el número sobre el que se hubiera detenido el lápiz era el resultado que obteníamos. Un método lento y engorroso. Pero claro, estamos hablando de una época en la que los dados de diez caras no eran tan fáciles de encontrar como ahora. Rejugar estas aventuras a día de hoy es mucho más satisfactorio, empleando un d10 en lugar de la tabla.
Las
ilustraciones, por cierto, corrieron a cargo de gran Gary Chalk, autor también
de las ilustraciones de las cartas del HeroQuest.
Huida de la oscuridad. 1984. Joe Dever (texto) Gary Chalk (ilustrador). Lobo Soliario nº 1. Editorial Altea (edición española).
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