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viernes, 15 de febrero de 2019

EL PUEBLO DEL FUEGO SAGRADO & LA FORMULA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
Tomo en el que se reúnen las dos primeras historias de El Mercenario, el inimitable comic de Vicente Segrelles.

Las aventuras de El Mercenario transcurren en un mundo análogo al año mil de nuestra era en el que una civilización se ha desarrollado en las cimas de las más altas montañas, donde se alzan ciudades y fortalezas. Los viajes entre las ciudades se llevan a cabo a lomos de grandes reptiles voladores, única forma de desplazarse sobre la inescrutable capa de nubes de la cual brotan las cimas, a modo de islas en un mar blanco y etéreo. En este mundo, El Mercenario (que no tiene más nombre que éste) es un guerrero a sueldo que acepta todo tipo de encargos siempre que estén bien pagados… y que no contravengan su propio sentido del honor.

En El Pueblo del Fuego Sagrado, al huir precipitadamente de una ciudad, el Mercenario se ve obligado a descender más allá de la capa de nubes perpetuas, de donde jamás nadie ha regresado. Esto significa la muerte, puesto que los nacidos en las cimas de las montañas están habituados a una presión atmosférica tan enorme que al descender los pulmones no pueden adaptarse a la nueva presión y sufren una especie de descompresión inversa. Sin embargo, justo cuando pierde el sentido,  estando a punto de morir, es encontrado y curado por un sabio que mediante pociones adapta su organismo para respirar en las capas atmosféricas inferiores. El Mercenario descubre entonces que hay todo un mundo bajo las nubes. Un mundo en el que existen gentes y conflictos no muy diferentes de los de su propio mundo, en los cuales se verá envuelto antes de poder regresar a su hogar.

En La Formula, el Mercenario es contratado para escoltar a un famoso alquimista hasta un lejano templo habitado por grandes sabios. Pero una vez allí, el alquimista roba uno de sus secretos y huye, dejando al Mercenario en una mala posición. Al aliarse con los sabios del templo para recuperar lo robado, El Mercenario deberá enfrentarse a la traidora astucia de su antiguo patrón.
 
Para realizar estos comics, Segrelles utilizó una técnica única en el mundo: cada una de las viñetas era un cuadro, un lienzo pintado al óleo que una vez terminado era fotografiado con lentes de gran precisión. Las fotos de los lienzos se ordenaban en secuencia y se les añadían los textos y diálogos. No hace falta extenderse sobre el trabajo que esto representa, más aún con una técnica de pintura tan extremadamente complicada como el óleo, que fue la única empleada en los nueve primeros números de El Mercenario. A partir de ahí Segrelles se modernizó incorporando retoques por ordenador para acelerar el proceso de acabado.

Explicado así, cualquiera que no conozca estos comics podría imaginárselos como láminas compuestas por un dibujo estático acompañado de texto, al estilo de los clásicos cuentos ilustrados infantiles. 

Nada más lejos de la realidad. Hay secuencias de lienzos en las que la diferencia de lo que ocurre en uno al siguiente es de apenas un segundo. La dedicación necesaria para hacer esto es algo difícil de asimilar. De un dibujante de comics convencional se espera que entregue de cinco a ocho páginas semanales, a las que luego un equipo de ayudantes se encarga de añadir fondos y tramas, corregir, rotular, sombrear, colorear, etc. Segrelles podía llegar a dedicar una semana completa a una sola de sus viñetas

La saga de El Mercenario, compuesta por tan solo trece cómics, le ocupó más de veinte años de su vida. El resultado salta a la vista. Jamás el término arte secuencial se empleó para referirse a los comics con mayor acierto que en el caso de la obra de Segrelles. Leer uno de ellos, recreándonos en cosas como el reflejo de la luz del sol sobre la abolladura de un escudo, es una delicia, como pasear por una galería de arte en la que los cuadros, puestos uno a continuación del otro, nos contasen una antigua leyenda de caballeros y dragones. 

El Pueblo del Fuego Sagrado & La Fórmula. 1983. Vicente Segrelles. Cimoc Extra Color doble nº28-29. Norma Editorial.

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