Tercer volumen de la versión literaria
de Resident Evil, que narra en esta ocasión los acontecimientos del
videojuego RE2.
Algo que me gusta mucho de esta
autora, es que se centra más en la parte psicológica de los personajes (incluso
de los secundarios) que en describirnos lo que hacen.
El jefe de policía Irons,
por ejemplo, era un personaje inquietante en el videojuego, aunque no intervenía
más que en un par de escenas. Pero en esta novela es expandido hasta
convertirlo en un villano absolutamente genial y despreciable. Y esto se hace
sin cambiar para nada lo que vimos en el juego, simplemente desarrollando todo
lo que en este únicamente se sugería o se dejaba entrever, dándonos acceso a
sus pensamientos: delirios de grandeza, egocentrismo, sadismo, necrofilia… todo
ello a duras penas contenido bajo una fachada de respetabilidad.
Irons es una
de esas personas que entran a la policía, el ejército o la política con el
único fin de alcanzar una posición de poder que le permita dar órdenes a otros,
y considera cualquier opinión que no coincida plenamente con la suya como un ataque directo.
La crítica situación en la que se ve
sumido termina de desequilibrarlo, y llega a pensar que la destrucción de toda
la ciudad es algo que Umbrella ha urdido específicamente para molestarle a él
(que en el fondo es un don nadie). Oye como el cadáver de la hija del alcalde (al
que tiene sobre la mesa de su despacho y luego traslada a su sala de
taxidermia) le habla, le ruega que no la deje sola, e incluso le pide que profane
su cuerpo del modo en que él prefiera. Un individuo con la mente totalmente
retorcida y fragmentada que termina el mismo… bueno, fragmentado.
También nos adentraremos en la mente
de Ada, personaje que para alegría de muchos fans se muestra aquí menos fría
que en los juegos, aunque no lo refleja con sus actos. Acostumbrada a seducir a
los hombres para sacar partido de ello, cuando se encuentra con uno que solo
parece preocuparse por ponerla a salvo, todas sus convicciones comienzan a
desmoronarse, planteándose incluso (durante lo que ella misma define como un
momento de debilidad) el abandonar su vida de espía y asesina para vivir como
una mujer normal junto con Leon. Ada
es otro personaje, como Irons, que vive por y para la fachada que ha creado a
su alrededor, hasta el punto de llegar a confundirse y pensar que ella es así
de verdad.
Las mentes de Claire y Sherry se nos
muestran así mismo como libros abiertos, dejándonos ver en ambas una historia
de soledad, de ansias de agradar, de la búsqueda de un reconocimiento o una
atención por parte de sus seres queridos que no se consigue plenamente. Quizá
el personaje menos trabajado sea precisamente Leon, el teórico protagonista principal del juego, que se limita a hacer su
trabajo de proteger a los supervivientes y eliminar a los monstruos de la forma
más eficiente posible, sin apenas dejarse arrastrar por sus sentimientos. Claro
que también la frialdad ante situaciones de riesgo es un rasgo de personalidad.
Los que hayan jugado al videojuego de
RE2 no necesitan saber más. El libro es una novelización de ese juego, por lo que básicamente
todo lo que les ocurre a los personajes de
mente a fuera es lo que ocurre en éste. Para quien ya conozca la historia, la narración de los hechos constituirá la parte menos interesante, por ya sabida, de la misma. Algunas
partes están abreviadas, otras extendidas, se saltan bastantes de los puzles
(afortunadamente) pero básicamente es lo mismo. Pero eso si, muy bien contado.
En conjunto, es una buena novela de
acción y monstruos. La historia continúa en Inframundo.
La ciudad de los muertos. 2003. S.D.Perry. Resident Evil volumen 3. Timun Mas.
La ciudad de los muertos. 2003. S.D.Perry. Resident Evil volumen 3. Timun Mas.
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