¡ALERTA
DE EXPOILERZ!
No pude evitar sonreír cuando vi la portada de este bolsilibro y leí el nombre del autor bajo el título. Sonreí porque cualquiera que haya leído alguno de los relatos de Berna, sabrá que el cerebro no es precisamente el órgano que los protagonistas de sus historias más se esfuerzan en utilizar.
¿De qué trata La invasión de los cerebros? ¿De unos cerebros que invaden la Tierra? Si pensáis que no puede ser algo tan obvio, os equivocáis.
Una raza alienígena compuesta por grandes cerebros que corretean por el suelo (quizá tienen pequeñas patitas en la parte de abajo) desciende a la Tierra con sus platillos volantes y empieza a hipnotizar a la gente, para apoderarse del mundo cuando tengan suficientes esclavos sometidos a su poder mental.
Los encargados de detener esta invasión serán un policía y la sobrina de uno de los primeros afectados. Descubrirán que los cerebros atienden al nombre propio de Cerebrus (todos se llaman igual. El ser un gran cerebro no proporciona una gran imaginación), que provienen de un mundo llamado Goyco, y que se les puede matar a tiros. Esa es toda la información que precisan los héroes y todo el argumento que precisa Berna.
Tras unas breves escaramuzas del policía con los cerebros y unos no tan breves escarceos con la sobrina, viene una parte en la que ambos pierden la memoria. Luego la recuperan (había que llenar las páginas con algo), y finalmente el policía consigue hacer intervenir al ejército.
La situación se resolverá a base de un combate entre los cazas del ejército americano y los ovnis. Esta es una de esas pocas ocasiones en que la portada de uno de estos bolsilibros es una representación bastante fidedigna de lo que vamos a encontrar en su interior.
La total destrucción de los goyconianos (o goyconitas, no sé qué será más adecuado) presentes en la Tierra pone fin a todos los planes de invasión actuales y futuros de esta raza.
Quizá lo más destacable de esta historia sea que la protagonista es negra. En los ochenta, y en una España aun recuperándose de la época de represión moral y atraso social que supuso el franquismo, las relaciones interraciales ya no estaban mal vistas, pero tampoco eran algo que se viese como normal. Probablemente Berna introdujo esto como un elemento exótico, para acentuar el atractivo (por lo inusual en ese momento) de la joven. Aunque también puede que su intención fuera darle una simbólica patada en la boca a más de uno.
Al final, se da a entender que la pareja protagonista (que se conoce desde unas diez o doce horas antes) se casa, siendo el único matrimonio interracial que he encontrado hasta el momento en los bolsilibros que he leído, que son bastantes más de los que llevo comentados. En lugar de una referencia clara al matrimonio, que era el final usual, aquí solo hablan de "pasar muchas noches juntos". Quizá ni tansolo Berna, el más liberal de todos los autores de bolsilibro, estaba todavía preparado para romper este tabú de golpe, y se contentó con darle un martillazo.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
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