¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Ciencia ficción
espacial en su estado más puro. Escrito en una época en la que era aún tan
poco lo que sabíamos sobre el viaje espacial, sobre las posibilidades reales de
encontrar vida alienígena, sobre la colonización de otros mundos o la
modificación cibernética o sintética del propio cuerpo, que todo lo que contaba
sonaba a nuevo y estrambótico. A día de hoy el estilo sigue dando una primera
impresión muy extraña, una combinación de conceptos muy avanzados y otros
tremendamente infantiles, algunos muy originales y otros mil veces leídos.
Comienza con un
grupo de seres de diferentes razas aliadas tripulando juntos una nave espacial
de combate, y lamentándose por la extinción total de la raza humana, a los que todo el universo conocía como los Reyes Estelares. Han sido aniquilados
en una gran batalla espacial en la que las energías liberadas han desintegrado
galaxias enteras, a la totalidad de la raza humana, y a sus antagonistas, otra
raza de un poder y crueldad inimaginables.
Contada en forma
de relatos muy breves, no necesariamente conectados entre ellos pero todos relacionados con
los Reyes Estelares, es un repaso general a la acciones, guerras y vicisitudes
de los Terrestres desde el momento en que abandonan definitivamente su planeta
natal, hasta el momento de su aparentemente total desaparición.
La historia de los Reyes Estelares comienza mucho antes de que ganen este nombre, cuando la
practica totalidad de la raza humana es exterminada por los shreix, una raza que no consiente la existencia
de otras formas de vida avanzadas en el mismo universo que ellos. La
diferencia de tecnología es tan apabullante que los escasos supervivientes no
tienen más opción que dispersarse y esconderse, mientras los shreix se
dedican a rastrearlos y cazarlos.
Esto cambia cuando una pareja de humanos
desarrolla el primer y primitivo SMET (Simulador Mental de Entorno Total), el
arma que con el paso de los siglos daría a los humanos la supremacía universal.
El SMET no es otra cosa que su primer hijo, encerrado en una capsula de soporte
vital al poco de nacer. Con todo su cuerpo y cerebro conectado a la capsula y a
los ordenadores de la nave, introducen en su mente una sola pregunta.
Tras cien
años de crecer atendido en todo momento por la capsula, sin ningún estimulo que
le distrajera ni ninguna necesidad que cubrir por si mismo, sin más información
que la necesaria para cavilar sobre el problema de cómo superar la tecnología shreix,
el niño despierta. Toda su vida ha sido sacrificada a la causa de la humanidad,
sin dársele la oportunidad de abrazar a sus padres, jugar con sus hermanos, ni
sostenerse sobre sus piernas. Justo antes de morir de un colapso nervioso
general, ve por primera vez a su ahora anciana madre y derrama una lágrima.
Pero su función en la vida ya ha sido cumplida. Una mente dedicada durante cada
segundo de su existencia a buscar una solución empírica a un solo problema, ha aportado
más respuestas y avances al respecto en un siglo que lo que podrían haber
averiguado científicos e investigadores convencionales en un milenio. Toda la
información y conclusiones obtenidas por el bebé-cosa son transmitidas al
siguiente SMET, y así, a base de sacrificar a sus hijos, los humanos logran
superar en pocas generaciones una diferencia tecnología de millones de años, y
derrotan a los shreix. Esta es la base de la grandeza de los Reyes
Estelares.
Los
humanos logran perdurar, pero la raza ya ha cambiado para siempre. El huir durante
siglos los ha convertido en una sociedad nómada. La mera idea de establecerse definitivamente
en un mundo les repulsa. Durante todo ese tiempo, los humanos han logrado sobrevivir
a base de fortalecerse física y mentalmente, han dedicado generaciones
completas a forzar en si mismos una evolución antinatural que en algunos casos
provoca la aparición de una descendencia monstruosa e inviable, pero en otros
produce auténticos genios. Estos individuos de mentes prodigiosas y cuerpos tan
modificados que son ya más sintéticos que orgánicos, acaban con todos sus
enemigos y viajan de mundo en mundo estableciendo un nuevo orden universal a
bordo de sus naves-fortaleza. Tenidos casi como dioses por las otras razas, los Reyes Estelares gobiernan el universo con sabiduría y benevolencia.
Sin establecerse
jamás en un planeta, cada uno de ellos es tan poderoso y sabio como una raza
completa de otros seres. Cada una de sus naves produce tanta energía y recursos
como una docena de soles y un centenar de planetas. Controlando todas las
funciones de su nave con el pensamiento, pues estas carecen de salas de control
y paneles de mandos, un Rey Estelar puede condenar a muerte o salvar
de la hecatombe un sistema solar en cuestión de segundos, si le place hacerlo.
Las breves historias
que componen el libro (diecinueve, más el prólogo y el epilogo) tienen saltos
enormes de continuidad y pequeñas contradicciones. Aproximadamente la primera
mitad están narradas de un modo muy general e impersonal. Algunas abarcan
siglos y otras apenas unas horas. Algunas nos describen sus costumbres y modo
de vida a bordo de sus naves, pero la mayoría se centran en sus guerras, sus
momentos de mayor triunfo y mayor sufrimiento.
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Varias de las primeras
historias dan la impresión de haber sido escritas más como apuntes a partir de los cuales basar una gran saga de libros, que como un
relato breve. Algunos capítulos están muy detallados y otros parecen una
descripción superficial de acontecimientos. Y, sin embargo, el conjunto tiene
un encanto muy particular, una extraña épica que no aburre e incluso apasiona, aun estando lleno de pequeños huecos y puntos oscuros.
Puede que
esa sensación de estar por momentos leyendo un cuaderno de apuntes solo la
tenga yo y que realmente el autor concibiera este libro como una obra acabada,
que simplemente este sea su estilo de escritura. Escribió cinco libros en su vida,
y creo que este es el único que llegó a ser traducido al castellano, por lo que no puedo compararlo con el resto de su obra. Quizá esta
forma de narrativa “a trompicones” tan particular sea después de todo un
aliciente más para leerlo, por el simple hecho de enfrentarse a una historia
poco convencional, a ratos difícil de encauzar, difícil de entender en conjunto,
y a la par, difícil de ignorar.
A partir de la
segunda mitad de los relatos estos se vuelven más
coherentes. Giran en torno a personajes concretos, diferentes en cada capítulo, y
las situaciones presentadas se centran en ellos en lugar de ser una narrativa
en forma de saga.
Estas otras historias son mucho mejores que las primeras, y
nos dan una visión más amplia y cercana de los Reyes Estelares, los horrores que les acechan y a lo que llegan a recurrir para vencerlos. La épica es
asombrosa. Los desafíos a los que se enfrentan casi desbordan sus poderes prácticamente
divinos. La crueldad de sus adversarios resulta apabullante, no solo por lo
extremo de esta, sino por la parquedad y naturalidad con la que se describe.
Los
Reyes Estelares recurren cada vez con más frecuencia a las versiones modernas
de los SMET, cuyo poder es tan grande que a ellos mismos les aterra activarlos.
Los SMET son capaces de crear nuevas ramas de la ciencia según las necesiten,
llevarlas hasta sus máximas consecuencias y conclusiones en cuestión de segundos,
y luego borrarlas de sus bancos de datos para que no sean utilizadas con ningún
otro fin más allá del de resolver el problema concreto que se les ha planteado.
La
escalada de poder de los Reyes Estelares llega a ser mayor de la que ellos
mismos desean, pero deben recurrir a nuevas armas para superar sus nuevos desafíos. Y puesto que nadie es infalible, algunos de ellos cometen errores, abusan de su poder, y las mismas razas que les veneraban comienzan a mirarlos con miedo y odio.
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En el epílogo (y aprovecho para recordar que hay una Alerta
de spoilers claramente marcada al inicio del artículo) la conclusión a la que parece llegar uno
de los seres que meditan sobre la extinción de los humanos, sugiere que todo lo acaecido en nuestro universo fue forzado por el equivalente a un SMET creado por una raza de otra dimensión con el único fin de
generar las condiciones necesarias para dar pie a los Reyes Estelares. Esto implica que también se forzó y guio el desarrollo tecnológico y
cultural de las crueles razas a las que debían enfrentarse los humanos, para
encaminarlos a ellos en la dirección en que alguien necesitaba que
evolucionaran para acomodarlos a sus propios fines e intereses.
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Una buena lectura, en definitiva. No fácil, pero buena.
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Una buena lectura, en definitiva. No fácil, pero buena.
La corona
del infinito. 1977. John M. Faucette. Ediciones Mayler S.A.
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