¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
La Narraciones
Extraordinarias es el nombre que se da de forma general a las
recopilaciones de las historias cortas de Edgard Allan Poe. Las sucesivas ediciones han reunido
diferentes relatos bajo varios títulos. Cuentos de lo grotesco y lo
arabesco fue el título de la primera de estas recopilaciones, pero
actualmente casi todas recurren al más popular Narraciones (o Historias)
extraordinarias.
La enfermedad y la miseria
fueron los únicos compañeros inseparables de Poe a lo largo de su vida, desde
el momento en que perdió a sus padres, arruinados y enfermos de tisis, teniendo
solo dos años. Esto queda reflejado en sus relatos, muchos de los cuales tienen
lugar en épocas de letales epidemias, o nos hablan de vidas truncadas por
dolencias fulminantes, más que por asesinos, guerras, monstruos, o desastres de
cualquier otro tipo.
Las historias incluidas en
este libro, que combina algunas de las más conocidas con otras habitualmente
olvidadas, son las siguientes.
Berenice: una a
la par emotiva y horripilante historia de amor entre Egaeus y su prima Berenice.
Él es un hombre débil y enfermizo, lo cual contrasta mucho con la alegría y
lozanía de ella. A pesar que la propia vida parece amar a Berenice y despreciar
a su primo, una repentina enfermedad se abate como una mortaja sobre ella y la
lleva a la tumba en cuestión de días.
Esta es una situación muy
similar a la que vivió Poe, casado con una prima suya que murió de tuberculosis
con veinticinco años.
Sumido en una terrible
depresión, Egaeus se obsesiona hasta la locura con la muerte de Berenice y de
forma totalmente inconsciente, actuando como un sonámbulo, desentierra su ataúd
y lleva a cabo un horrible acto sobre ella. En su estado de enajenación no
se percata que su prima había sido enterrada prematuramente, que
ella estaba en realidad viva, presa de una parálisis cataléptica (durante la cual la persona afectada es consciente de todo lo que le ocurre) mientras él llevaba a cabo la profanación final de su "cadáver".
Hop-Frog:
Hop-Frog es un enano contrahecho que ejerce de bufón en la corte de un rey
borracho y tiránico. El rey es muy dado a burlarse impunemente de sus vasallos,
escudado por su posición, y a hacer bromas crueles sin ningún miramiento,
siendo el pobre Hop-Frog el blanco más común de ellas. Sin embargo, el
resignado bufón está dispuesto a soportar los abusos del rey y su séquito de
ministros lameculos lisonjeros.
Lo está… hasta que su única verdadera
amiga, una mujer también enana, es golpeada por el rey en uno de sus ataques de
ebria ira. En ese momento todo cambia, y aprovechando una fiesta de disfraces y
el gusto del rey y sus ministros por las bromas pesadas, prepara una muy
especial para ellos. Una broma que será la mayor, la más impresionante, y
también la última de sus vidas.
El barril de amontillado: una historia
de venganza similar a la anterior en el fondo, que no en las formas. Un hombre
que durante años tuvo que soportar las burlas y humillaciones de otro de mejor
posición social, planea el modo de librarse de él atacándolo en sus dos puntos
más débiles: su desmedido ego y su afición al buen vino.
Aprovechando que lo
encuentra ya ebrio por las calles durante la celebración de un carnaval, lo invita a su casa y de allí a la bodega. Esta comunica y se solapa con una antigua
cripta, y los estantes de botellas y las pilas de barricas se alternan con los
muros de huesos y montones de cráneos. En algún lugar, al fondo de la cripta, se supone
que hay un barril de excelente vino amontillado del que van a beber, pero a uno de ellos el trago le resultará mucho más amargo de lo esperado.
La máscara de la Muerte Roja: ante
la amenaza de la Muerte Roja, una enfermedad tan letal como la Peste Negra, el
príncipe Prospero llena a rebosar su castillo de viandas, músicos, diversiones
e invitados de la más alta cuna. Mientras los pobres perecen de forma horrible
al otro lado de los muros, sin ningún tipo de ayuda por parte de su gobernante,
Prospero y sus amigos pasan los días entre banquetes y orgias a cada cual más
desenfrenada.
En uno de los bailes de disfraces que se organizan, Prospero ve
de pronto entre la enmascarada multitud a alguien que se ha disfrazado de cadáver,
con el cuerpo envuelto en una mortaja ensangrentada y una máscara roja que
imita un rostro convulsionado por la horrenda enfermedad que todos quieren
olvidar. Pero no se trata de uno de sus invitados. La Muerte Roja en persona,
atraída por la concentración de vida, de alegría, y el jolgorio de la fiesta,
ha acudido a unirse a esta, y trae su regalo para todos los presentes.
Puedes ver un comentario sobre la película de 1964 de este relato pulsando aquí.
Sombra: una
historia extremadamente breve, incluso para los estándares de Poe. Siete amigos
reunidos en un palacio que no pertenece a ninguno de ellos, beben vino mientras
debaten sobre la existencia. Ha habido una epidemia de peste en la región, y
aunque al parecer ya se la da por terminada, muertos o huidos todos sus
habitantes el palacio permanece sin reclamar.
A los siete los acompaña un
octavo, un cadáver amortajado que fue abandonado allí, y parece poner oídos a
las conversaciones y cantos de los amigos, que habituados ya a la muerte que
por todas partes les rodea, beben indolentemente el vino encontrado en la casa
sin dar mayor importancia a su cadavérico anfitrión.
Otro personaje más se
presentará para unirse a la informal reunión: SOMBRA, un espíritu que aparentemente
es la fusión de los miles y miles de almas de los muertos en la plaga.
El Rey Peste: una
rareza dentro de la obra de Poe. Una historia que, sin abandonar su estilo
angustioso, tiene un carácter decididamente cómico. Legs (piernas) y Tarpaulin (lona embreada)
son dos marineros recién desembarcados que están gastando su paga
emborrachándose en las diferentes tabernas del puerto. Agotadas sus monedas,
pero no su sed, siguen bebiendo hasta que se les reclama que paguen la última
botella que se les ha servido, y entonces les toca salir corriendo.
Perseguidos
por una furiosa tabernera, no atinan más que a meterse en los únicos barrios
donde saben que no los van a perseguir, los que han quedado despoblados por la
ultima epidemia de peste: una ciudad fantasma dentro de la propia ciudad. Buscando alguna taberna
todavía no saqueada en la que seguir bebiendo, oyen conversación y risas dentro
de una funeraria y entran en ella. Allí se encuentran con seis extravagantes
personajes, que a todas luces son cadáveres vivientes de personas infectadas por la peste, como avatares de un incipiente
reino de enfermedad y muerte.
Cada uno de ellos es más horrendo que el anterior, pero Legs y Tarpaulin
se unen a la mesa en la que estos seres trasiegan grandes cantidades de
licores. Durante la extraña conversación que sigue, y debido a lo que los
seres consideran una insolencia, condenan a los marineros a ser ahogados en un
barril de vino de pésima calidad. En la pelea resultante, contada en todo
momento con una perturbadora mezcla de humor, morbo y sátira, los dos marineros
borrachos dan una paliza a las criaturas, matando (otra vez) a un par de ellas,
dejando en ridículo al resto, y marchándose cargando con las dos únicas y
horribles mujeres del grupo. Horribles… pero mujeres después de todo, que dado el
estado de extrema borrachera de los marineros, es al parecer lo único que
cuenta para ellos.
Un relato muy extraño, pero en
el que veo una intención clara: burlarse de sus propios miedos. Todos los seres
queridos de Poe murieron sufriendo terriblemente a causa de enfermedades, y él
mismo estaba profundamente alcoholizado. El escribir una historia en la que un
par de borrachos dan una soberana paliza a la misma Peste Negra (o a seres que
la representaban) debió ser de algún modo muy liberador para su atormentado
espíritu.
El diablo en el campanario: otra
historia cómica de Poe. Nos describe una apacible aldea suiza donde todo el
mundo vive tranquilo, sin preocuparse por nada más que por comprobar que las
horas que marca el campanario coincidan con las de sus propios relojes.
Mas que
una preocupación, es una obsesión. Los relojes y las coles son la base de la
cultura del pueblo, nada hay más sagrado que los relojes precisos y las coles
bien crecidas.
Cada día, cerca de cada hora en punto, todo el mundo deja lo que
está haciendo para asegurarse que las horas que marcan todos los relojes de su
casa coincidan exactamente con las infalibles señales del campanario. Hasta que
un día un completo desconocido de aspecto estrafalario llega al pueblo, y antes
que nadie sea capaz de adivinar sus intenciones, se encierra en el campanario,
con toda la delicada maquinaria del reloj a su merced.
Cuatro bestias en una, el
hombre Camaleopardo: es evidente que la persona que realizó esta selección dejó
expresamente las tres más extrañas y menos conocidas para el final. Este relato
es particularmente difícil de interpretar.
Aparentemente describe un dialogo entre el
propio lector y otra persona que lo guía, que se han trasladado de algún modo (quizá
mediante proyección astral) a Siria, varios miles de años antes de Cristo. Allí,
en una de sus fastuosas ciudades, los viajeros presencian un multitudinario
desfile. Los ciudadanos pasean orgullosamente formando un gigantesco cortejo,
acompañados de animales de todo tipo. Muchos de estos animales son criaturas
salvajes como osos, leones o tigres, pero que se comportan mansamente, en
apariencia totalmente domesticados.
La procesión deja paso al propio rey Antíoco, que aparece en medio de un gran séquito, pero disfrazado de bestia. Va enfundado
en un traje confeccionado con el pelaje de un gran animal, y simulando serlo, para asombro y regocijo de los presentes. El
pueblo lo aclama, pero los hasta ese momento dóciles animales enloquecen, como
si el intento de un humano de usurpar unas cualidades que no le pertenecen,
fuera más de lo que estuvieran dispuestos a soportar. Los ofendidos animales
matan a sus cuidadores y se lanzan en masa sobre el rey, para hacerle pagar su
insolencia, mientras el lector y su guía, espectadores de excepción de todo el
suceso, comentan animadamente lo ocurrido.
Narraciones extraordinarias
(Primera selección). Edgard Allan Poe. 2000. Clásicos Ucieza. Ediciones 29.
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