Presentado por… el Supervisor General.
Saludos a todos, viajeros.
Este libro es una recopilación de historias cortas de Stefano Benni. Cada una trata una temática y está escrita con un estilo muy diferente. De haberlas leído por separado,
nunca hubiera pensado que fueran de un mismo autor (salvo tres de ellas, que
tienen lugar en un mismo pueblecito inventado y comparten algún personaje).
Por lo general el estilo de un
autor es reconocible y característico. A veces incluso leemos un libro de
alguien que escribe “como Stephen King”, o “al estilo de Lovecraft” o “imitando
a Rowling”. O nos encontramos con una historia “como las de Sherlock Holmes” o “que
recuerda a las de Conan”. Cuando has leído varios libros de un mismo autor, empiezas a ver un patrón y una serie de lugares comunes en su forma de
escribir.
Eso no lo ves en Benni. Este autor es totalmente camaleónico. Cada historia en este libro (y hay
más de veinte) tiene un estilo particular. Algunas son cómicas. Otras casi de
terror. Las hay detectivescas, y otras que se limitan a contarnos escenas de la
vida cotidiana. Alguna parece un cuento antiguo, y otra un artículo extraído de
una enciclopedia. El conjunto es bastante curioso.
Trato de cuidar mis cosas y especialmente
mis libros lo mejor posible, pero este tiene las páginas acartonadas por la
humedad, y con los bordes llenos de manchas de grasa de maquinaria, gotas de sudor, y alguna que otra salpicadura de café.
Pasó
mucho tiempo a bordo de uno de los barcos en lo que navegué, y pasó también de
mano en mano entre muchos de los tripulantes. Por algún motivo llamó la
atención de mis compañeros, estuvo circulando desde la cocina a la sala de máquinas,
y acusó mucho el continuo manoseo. En un barco, se puede saber el trabajo que hace cada marinero solamente observando el tipo de suciedad y heridas que tiene en las manos, y por ello el machacado estado en el que me lo devolvieron no es algo que me moleste. Solo es un recordatorio de ese extraño
interés que despertó en la dotación.
Quizá fue porque llevábamos mucho tiempo sin tocar tierra,
echaban de menos el ambiente de los bares, y la mención a un bar en la portada les llamó la
atención. Quizá fue que, al tener muchas historias cortas de estilos y
temáticas tan diferentes, todo el mundo puede encontrarse con cuanto menos cinco o
seis que le gusten o interesen. Por el motivo que fuera, el librito
estuvo una buena temporada paseándose de un extremo al otro del barco.
La portada también merece un comentario,
porque lo que nos muestra es tal cual el bar del título, lleno a rebosar de sus parroquianos habituales. Cada una de las
historias del libro está contada por uno de ellos. Fijándonos un poco distinguimos
claramente a Jake Blues de los Blues Brothers a la izquierda. Al
fondo, Marilyn Monroe nos sonríe desde la barra y un marinero que recuerda
mucho al Popeye de Kirk Douglas se recuesta en la pared. El camarero tiene un cierto aire a Vincent Price. Edgard Allan Poe está a la derecha,
sentado junto a una encantadora anciana que bien podría ser tanto Agatha Christie como alguno de sus personajes. Incluso aquellos que no reconocemos tienen un aspecto muy arquetípico: el clásico
anciano elegante con una gardenia en el bolsillo de la chaqueta, el niño con
aspecto de sabiondo insoportable, el trio de paisanos taciturno de miradas torvas, observándonos desde el rincón mas oscuro...
Cada uno nos contará una historia, y es el
tipo de historia que se podría esperar de ellos. El marinero con aspecto de Popeye
nos hablará de una legendaria ballena. La encantadora anciana nos narrará una
historia de detectives. Poe (o el hombre de la capa, como se le llama aquí,
puesto que ninguno de los personajes tiene nombre) nos contará una de miedo, y
Marilyn (la rubia) una de amor. Incluso el perro negro echado en
el suelo nos contará una breve historia, aunque no tan breve como la de la
pulga del perro negro que este lleva en el lomo, que nos contará otra.
Del mismo modo que es extraño no encontrar
al menos un puñado de historias que nos gusten entre todas las que hay, también es muy difícil
que, por el mismo motivo (su gran variedad) todas nos gusten. La sensación que deja el libro tras leerlo entero es la misma que podríamos tener
unos cuantos días después de haber visitado un pequeño tugurio portuario mal iluminado y
lleno de gente extraña pero amigable. Una mezcla de añoranza, de ganas de
volver allí y a la vez un cierto rechazo natural a la idea de hacerlo.
Quizá eso era
precisamente lo que el autor pretendía.
El bar del fondo del mar. 1992. Stefano Benni (texto) Giovanni Mulazzani (portada). Editorial Seix Barral S.A.
No he llegado a leerlo entero, muy probablemente porque pasaba más tiempo viajando que en tierra... En alguna ocasión me encantará volver a leer los cuentos conocidos y descubrir los nuevos.
ResponderEliminarProbablemente pase por tu ciudad un día de estos, y si quieres te lo acerco... si no te da cosa tocarlo teniendo en cuenta el estado en que se encuentra, claro.
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