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lunes, 4 de noviembre de 2019

LA ISLA DEL DR. MOREAU

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
La historia que cuenta este libro, también editado en España bajo los títulos de La isla de la metamorfosis y La isla de las mutaciones me ha parecido, mas que terrorífica o angustiosa, descorazonadora. Se escribió en 1896. Esta es una reedición de justo cien años después que se lanzó aprovechando el estreno de una de sus versiones cinematográficas. La portada del libro es el cartel promocional de la película.  

La historia es de principio a fin una oda a la bestialidad intrínseca del ser humano, más retorcida aún que la que nos mostraba el autor en La máquina del tiempo. Es el supuesto relato dejado por un hombre sobre una etapa de su vida especialmente traumática, cuyo texto ha salido a la luz tras su muerte.

El protagonista, Edward Prendick, viaja a bordo de un buque que se va a pique tras colisionar con un pecio flotante, dejándolo a él y a otros dos hombres apretujados en un pequeño bote. El instinto de supervivencia se despierta en los otros dos inmediatamente, que tienen más experiencia en el mar y saben realmente lo que les aguarda. Prendick, simple pasajero en el barco, acostumbrado a la vida en tierra firme, se horroriza ante la naturalidad con la que los otros hablan de sortear la muerte de uno de ellos para beber su sangre, tras cuatro días sin agua. Sin embargo, una pelea entre los dos marineros provoca que ambos caigan del bote y se hundan como piedras, dejando a Prendick solo. Poco después es rescatado por un buque mercante, pero sus problemas no han hecho más que empezar.

El buque transporta diversos animales a una pequeña isla alejada de toda ruta comercial, y en cuanto llegan a ella, el capitán decide abandonar a Prendick en la isla junto con la carga. Allí queda como huésped forzoso del Dr. Moreau, su ayudante, y un inquietante grupo de criados, que parecen ser nativos malformados.

No es muy bien recibido, porque Moreau lo considera un intruso y un peligro para sus experimentos, pero no tiene más remedio que darle cobijo. Prendick no tarda mucho en descubrir el porqué del aislamiento de Moreau; está llevando a cabo experimentos en los que, mediante una horripilante sucesión de mutilaciones, injertos, y xenotrasplantes (todos ellos llevados a cabo con la victima consciente, sin ningún tipo de anestesia) los animales son artificialmente antropomorfizados.

Los extraños criados que Prendick creyó en principio humanos enfermos y tullidos, resultan ser animales cuadrúpedos a los que se les han aserrado huesos y empalmado tendones para que anden a dos patas. Sus garras o pezuñas delanteras han sido convertidas en rudimentarias manos, y su cerebro y laringe se ha alterado para darles una cierta capacidad de habla. Vestidos con trozos de tela y harapos, obligados a comportarse como lo que no son, los animales llevan una existencia horrible en la que sus instintos naturales y sencillos chocan con una disciplina y moralidad totalmente ajena a ellos que se les ha impuesto por la fuerza.

Moreau, decepcionado con la inmensa mayoría de sus experimentos, solo conserva algunos, como criados, dentro de la empalizada que rodea su hogar-laboratorio. Se deshace de sus “fracasos” soltándolos en la isla, donde estos seres viven agrupados en una aldea.

Puesto que su número no cesa de crecer, Moreau les ha inculcado un fervor religioso extremo en el que él se ha establecido como el ser supremo. Para los animales alterados, Moreau es El Dios del Revólver y el Látigo, el Dios de las Leyes y el Dolor. Todos los instintos de los animales son brutalmente reprimidos. Se les prohíbe la poligamia, la desnudez, desplazarse a cuatro patas y el beber agua sorbiéndola directamente de ríos o lagunas. Se les prohíbe pelear entre ellos y matarse, siendo el mismo Moreau quien establece la jerarquía que han de tener, otorgando a uno de ellos el cargo de Recitador de las Leyes. A los carnívoros y omnívoros se les prohíbe comer carne, porque Moreau teme que el sabor de la sangre los vuelva más agresivos. En su intento de humanizar a las bestias, Moreau lo único que hace es crear monstruos.

Pero Moreau es él mismo un monstruo genuino. No hay una razón clara para su trabajo. Es la mera obsesión infantil de hacer algo porque ha descubierto que puede hacerse, o porque se le ha prohibido hacerlo, aunque no tenga ninguna utilidad práctica. Su indiferencia ante el dolor de los animales, ante la confusión que gobierna sus vidas, es espeluznante. Los animales alterados resultan ser, en su simpleza e ingenuidad, más humanos que Moreau.

La presencia de Prendick en la isla siembra la duda en los animales, que lo ven discutir con Moreau y desesperarse ante su propia situación. A sus ojos, Prendick es también un Hombre, un Amo, un Dios del Revólver y el Látigo con manos de Cinco Dedos, como Moreau, pero no se comporta como él. Los seres comienzan a perder su fe en la infalibilidad de su creador, y este a su vez va perdiendo poco a poco el control sobre ellos. La situación desemboca en un previsible y casi deseable caos que comienza a llenar la isla de cadáveres, a medida que la naturaleza actúa para volver a encauzar lo que los humanos han desviado y corrompido.

Es una obra muy cruda y directa, que transmite en todo momento una mezcla de horror, repugnancia, e incluso un cierto afecto lastimero hacia a los animales alterados y su enloquecedora existencia.

The island of Dr. Moreau. 1996. H. G. Wells. Colección Jet nº319. Plaza & Janes Editores S.A. 

2 comentarios:

  1. La verdad es que no he tenido ocasión de leer el libro, pero sí que fui al cine a ver la película (la versión de 1996, no la de 1977, entre otras cosas porque me quedaban siete años para nacer) con algunos compañeros de clase. Y también la parodia que Los Simpson realizaron en su momento. Como bien dices, es una historia más descorazonadora que terrorífica.

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    1. Yo he visto esas dos versiones, pero por televisión. Se que hay una tercera versión que no he llegado a ver, y que Tim Burton hizo un corto basado en la misma historia que también tengo pendiente. La versión de Los Simpson me gustó y tiene algo interesante: como los animales tienen los rasgos de otros personajes de la serie bien conocidos, relacionamos el animal con el "modelo de persona" de inmediato. Quizá eso fuera lo buscaba Moreau en realidad, crear razas humanas alternativas conservando los rasgos deseables de los animales. Una raza de sirvientes con la fidelidad de perros, una de trabajadores con la fuerza de gorilas, etc. La novela no deja claro lo que pretendía Moreau (puede que en el fondo ni él mismo lo supiera) lo cual da pie a muchas reinterpretaciones.

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