EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores. Este ha sido un
fin de semana complicado, y para compensar me apetecía una lectura sencilla. El
libro que veremos hoy es Una semana con el ogro de Cornualles. Es un cuento
infantil, pero a mí se me ha hecho bastante agradable de leer. Hoy en día, incluso los cuentos infantiles están tan
politizados que resulta difícil encontrar uno cuyo único fin sea entretener,
divertir, y despertar la curiosidad por las cosas, en lugar de lavarles en
cerebro a los niños aprovechando que aún lo tienen blandito.
El texto es tal cual un cuento infantil de
los de antes. Comienza citando un fragmento de El
gigante egoísta de Oscar Wilde, en el que se nombra de pasada a un tal “ogro
de Cornualles”, amigo del gigante que da nombre a esa obra. De este modo, se
nos sugiere que el Ogro de Cornualles de este cuento y el de aquel otro son el
mismo.
Narra las peripecias de un astuto niño
llamado Crispín, hijo de campesinos. Los padres de Crispín se llaman Bastián y
Bastiana. Esa coincidencia de nombres parece más propia de hermano y hermana
que de marido y mujer, pero como tiene lugar en un paraje aislado y la historia
está situada hace algunos siglos… ¡bueno, mejor no pensar demasiado en ello!
El caso es que Bastián y Bastiana tienen
que viajar a otro pueblo para vender un ternero, lo cual les llevará una semana
entre ir y volver. Por ello dejan a Crispín a cargo de un corpulento y solícito vecino llamado Mangetout, que resulta ser un ogro.
Para Mangetout, la visita y encargo de los
padres de Crispín es como recibir comida a domicilio. Tan pronto como estos se
marchan comienza a preparar una olla para cocinarlo y comérselo. Pero el chico,
viendo que no hay por donde escaparse de la casa del ogro, se las ingenia para
tenerlo entretenido durante una semana, hasta que sus padres vuelvan a por él. Para
ello se vale de cuentos. Emulando a Sherezade en Las mil y una noches,
cada día le narra al ogro un cuento para quitarle de la cabeza
la idea de comérselo.
Estos cuentos se nos presentan completos,
con lo que la propia aventura de Crispín sirve para enlazar otros cinco. Solo cinco, porque el ultimo día no cuenta ninguno y en el antepenúltimo recuerdan los finales de los cinco anteriores.
Son siempre cuentos sobre ogros que tenían un comportamiento más amable que el de Mangetout, y que por tanto eran más apreciados por la gente. También, para calmar el hambre de su anfitrión, Crispín le prepara diversos platos, o postres más bien, ya que todo lo que cocina está hecho a base de frutas, nata, chocolate, galletas... Cada vez que le prepara un postre, le explica la receta al ogro, con lo que además de cinco cuentos el texto nos ofrece siete pequeñas recetas. Con esta combinación de cuentos y repostería, Crispín consigue que el ogro vaya aplazando un día tras otro la hora de cocinarlo, hasta que sus padres vienen a buscarlo.
Son siempre cuentos sobre ogros que tenían un comportamiento más amable que el de Mangetout, y que por tanto eran más apreciados por la gente. También, para calmar el hambre de su anfitrión, Crispín le prepara diversos platos, o postres más bien, ya que todo lo que cocina está hecho a base de frutas, nata, chocolate, galletas... Cada vez que le prepara un postre, le explica la receta al ogro, con lo que además de cinco cuentos el texto nos ofrece siete pequeñas recetas. Con esta combinación de cuentos y repostería, Crispín consigue que el ogro vaya aplazando un día tras otro la hora de cocinarlo, hasta que sus padres vienen a buscarlo.
El ogro hace ímprobos intentos de no
dejarse convencer por el chaval, porque no cesa de canturrearse a si mismo una tonadilla
en la que habla de comerse al niño. Las diferentes estrofas de esta tonadilla
vienen acompañadas de la correspondiente partitura, de modo que aquellos que
sepan leer música (no es mi caso) podrán también canturrearla con el tonillo
adecuado.
Una lectura sencilla, pero a la vez bastante
ingeniosa. Los cuentos, recetas y partituras se alternan con varias ilustraciones del autor, que son una pequeña delicia.
Más cuentos como estos deberían escribirse en lugar de torturar a los niños con cosas como las que se han visto por ahí últimamente, que más que cuentos infantiles parecen panfletos de propaganda electoral o de incitación a la lucha de géneros.
Más cuentos como estos deberían escribirse en lugar de torturar a los niños con cosas como las que se han visto por ahí últimamente, que más que cuentos infantiles parecen panfletos de propaganda electoral o de incitación a la lucha de géneros.
Una semana con el ogro de Cornualles. 2005.
Miguel Ángel Pacheco (texto e ilustraciones) Cristina Hornedo (recetas) Fernando
Palacios (partituras). El duende verde nº 62. Editorial Anaya.
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