EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores.
En esta segunda mitad de Los
misterios de la jungla negra (continuación del ya comentado Los misterios de la India) Tremal-Naik ha aceptado
cumplir el encargo de Suyodhana: asesinar a un capitán inglés y liberar al
líder thug que este tiene prisionero, a cambio de la vida de Ada. Los thugs le proporcionan un anillo con un grabado que todos los seguidores del culto a Kali reconocen. Y
puesto que esta secta de adoradores de la destrucción tiene adeptos por
toda la India, Tremal-Naik es asistido (y a la vez vigilado) constantemente
allá donde vaya.
Haciéndose pasar por un
cazador de tigres errante, Tremal-Naik entra al servicio del capitán McPherson
y se gana rápidamente su confianza. Una noche ayuda a Negaptnan, el líder thug,
a fugarse. Él permanece en el fuerte de McPherson esperando la oportunidad de
asesinarle para cumplir la segunda parte de su encargo, pero su propósito es
descubierto.
El capitán le hace consumir jugo de youma mezclado con opio,
un tosco pero efectivo suero de la verdad. Tremal-Naik revela, sin ser
consciente de ello, la existencia de Ada y la ubicación del templo subterráneo
de los thugs. Cuando Tremal-Naik logra fugarse, McPherson ya no se encuentra en
el fuerte. Ha partido hacia Calcuta en busca de refuerzos con los que atacar el
templo y rescatar a su hija largo tiempo perdida.
Tremal-Naik le sigue hasta la
ciudad sagrada y valiéndose del anillo consigue la ayuda de un grupo de thugs.
Tratan de engañan a McPherson y llevarle a una emboscada, pero la jugada se
vuelve en su contra y terminan internándose en una serie de subterráneos para
huir de los cipayos (soldados indios al servicio de los ingleses).
Esta parte es sin duda lo
mejor del libro. Tremal-Naik y los thugs atraviesan salas y corredores que no
han sido ollados en años, guiados por un viejo faquir que es el único de ellos
que conoce el camino, y los lugares donde se esconden las palancas que abren y
cierran las puertas secretas. Lo hacen en completa oscuridad para que la luz de
antorchas o faroles no sirva de ayuda a los cipayos que los siguen.
Los cipayos
no conocen los mecanismos de las puertas, pero en lugar de perder tiempo buscándolos
vuelan estas por los aires con potentes explosivos. En un intento de
retrasarlos, el faquir abre una compuerta que comunica el subterráneo con un
pantano para que las salas que ha dejado ya atrás se inunden. Pero las explosiones
que provocan los cipayos para abrirse paso terminan comunicando todo el
subterráneo, amenazando con ahogar también a los thugs.
Avanzando a ciegas por salas y túneles inundados, algunos por completo sumergidos, logran alcanzar zonas más elevadas repletas de ciempiés y escorpiones, en una escena que inevitablemente recuerda a Indiana Jones en el Templo Maldito. Parte del grupo logra llegar vivo a la salida, al Ganges, cuya corriente arrastra basuras y cadáveres entre los cuales Tremal-Naik flota alejándose de sus perseguidores.
Avanzando a ciegas por salas y túneles inundados, algunos por completo sumergidos, logran alcanzar zonas más elevadas repletas de ciempiés y escorpiones, en una escena que inevitablemente recuerda a Indiana Jones en el Templo Maldito. Parte del grupo logra llegar vivo a la salida, al Ganges, cuya corriente arrastra basuras y cadáveres entre los cuales Tremal-Naik flota alejándose de sus perseguidores.
Todo esto obliga a Tremal-Naik
a cambiar de planes. McPherson ya se ha embarcado en una fragata repleta de
cipayos, y desciende por el Ganges hacia las Sunderbunds, camino al
templo thug. Tras una inverosímil secuencia
de acciones, Tremal-Naik aborda la fragata y llega hasta el mismo camarote del
capitán. Cuando se dispone asesinarle invoca el nombre de Ada para darse ánimos,
porque ha llegado a admirar la convicción con la que McPherson se ha empeñado
en destruir a los thugs. La reacción de McPherson al oír
el nombre de Ada detiene la mano de Tremal-Naik, y tras un breve intercambio de
palabras descubre que el hombre al que pretendía matar es el padre de la mujer
que ama. No hace falta más para que se conviertan instantáneamente en aliados y
unan fuerzas para atacar el templo.
El final es muy decepcionante. A
Salgari le gustaba mucho describir batallas, y en cambio, esta escena final que
tanto se presta a ello es resuelta de un plumazo. Sabemos que trabajaba bajo
unas condiciones tiránicas, con plazos de entrega muy estrictos (más de
cuarenta novelas en solo diez años así lo atestiguan) y la impresión que da el
esperado combate final, descrito en unas pocas y desapasionadas líneas, es que
se escribió de forma apresurada, para salir del paso.
Además de una esposa,
Tremal-Naik ganará algo más al final de este libro: a los thugs como enemigos
durante el resto de su vida. Esta secta de asesinos fanáticos irá tornándose
cada vez más importante en las novelas de Sandokán, llegando a eclipsar a los
ingleses como adversarios principales de los protagonistas.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
I misteri della jungla nera. 1895. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari. Colección Emilio Salgari nº 22. Edición de 1987 de
Obris S.A.
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