EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ! RETO QUELIBROLEO 2021
Presentado por… el profesor Plot.Saludos, ávidos lectores.
Emilio de Roccanera,
señor de Valpenta y Ventimiglia (más conocido, para abreviar, como el
Corsario Negro) es otro de los grandes personajes de Salgari. No tiene
tantos libros dedicados a él como su más inmediato competidor, Sandokán, pero
está en su misma línea. Es igualmente un personaje amargado, noble en origen,
pero obligado a convertirse en asesino y pirata como única forma de vengar una
injusticia cometida contra su familia. También, al igual que Sandokán, es un
dechado de valor y arrojo, pero deficiente en muchas otras características, que
son suplidas por sus compañeros: Carmaux el vizcaíno le
aporta la astucia, Wan Stiller el hamburgués la templanza, y Moko saco
de carbón la fuerza bruta. Juntos son una especie de Equipo A piratesco.
La historia
comienza con Emilio infiltrándose con nocturnidad en la ciudad portuaria de Maracaibo,
junto con unos pocos de sus hombres. El gobernador de la ciudad es Wan Guld. En el pasado, Wan Guld y los cuatro hermanos Roccanera lucharon
juntos bajo un mismo estandarte. Para salir bien librado ante una inminente
derrota, Wan Guld pactó con los españoles, vendiendo a sus tropas a
cambio del cargo de gobernador en una isla del Caribe. Uno de los hermanos
murió a consecuencia de esa traición, y el resto juraron vengarle. Bajo los
nombres de Corsario Verde, Corsario Rojo y Corsario Negro, estos tres hermanos
se convirtieron en el terror de los barcos españoles que navegaban por el Caribe.
A pesar de la
destreza de los hermanos corsarios tanto dirigiendo sus respectivos barcos como
con la espada en la mano, Wan Guld ha logrado ya acabar con dos de ellos. El
Corsario Rojo ha sido el segundo en caer, y junto a quince de sus hombres, su
cadáver se balancea ahorcado en la plaza mayor. Ese es el motivo por el
que Emilio se ha infiltrado en la ciudad: recuperar el cuerpo de su hermano para darle el reposo final que le corresponde, hundiéndolo en el mar.
Emilio y sus piratas logran apoderarse del cadáver sin demasiadas dificultades, pero el regreso a su barco presenta mayores obstáculos. Entre los combates que debe librar para volver a bordo con su querida y macabra carga, está el Duque de Lerma, un noble español con el que Emilio se ve forzado a cruzar su espada. La habilidad y valor que despliegan tanto uno como otro hace que, a pesar que el duque sea derrotado, ambos queden como amigos tras el encuentro.
Ya de regreso a
su barco, el cadáver del Corsario Rojo es enviado al fondo del mar, y
Emilio jura ante su tripulación no descansar hasta haber matado no solo a Wan Guld, si no a toda la maldita familia de este, del mismo modo que Wan Guld ha acabado con toda la suya. Necias palabras
de las que se arrepentirá más adelante.
De camino a
Tortuga para ponerse al día de los planes de los otros capitanes, su buque, el Rayo,
se cruza con un navío español. Todavía enfebrecido por la sed de venganza, lo
ataca haciendo una matanza entre los soldados y la tripulación. Tras apoderarse
del barco, descubren que no transporta ninguna carga especialmente valiosa,
pero sí algunos nobles españoles, a los que toman prisioneros para venderlos. Entre ellos está lady Honorata, de quien Emilio queda prendado casi al instante, y
de la que va enamorándose a cada palabra que ella pronuncia con una serenidad e
inteligencia impropia de su juventud.
Durante el viaje
a Tortuga, Emilio y Honorata acaban por enamorarse perdidamente uno del otro,
con ese amor irresistible y todopoderoso que solo Salgari puede describir.
Todos los héroes de Salgari eran indomables y enamoradizos, pero muy torpes en
esto último, faltos de experiencia al haber dedicado toda su juventud a la
muerte y la venganza.
Una vez en Tortuga,
deben separarse. Honorata, junto con el resto de nobles, será entregada a los
españoles a cambio de un sustancioso rescate. Emilio se unirá a otros barcos
que han resuelto atacar Maracaibo. Es allí precisamente donde se
encuentra Wan Guld, por lo que la oportunidad de tomar venganza al fin se
presenta clara para Emilio.
El Rayo
zarpa junto con los barcos de otros dos feroces capitanes (Pietro el olonés
y Miguel el vasco) rumbo a Maracaibo. Honorata va de polizona a bordo,
pues ha decidido que no quiere volver con los suyos, y prefiere unir su destino
al de Emilio, sea este cual sea. Ayudada por algunos de los piratas con los que
ha trabado amistad, se acomoda en un lugar oculto del Rayo. Su plan es
esperar a que Emilio se encuentre tan próximo a su objetivo que ya no pueda dar
la vuelta para dejarla en un puerto seguro.
Pero Honorata espera
demasiado. Revela su presencia a bordo cuando el combate es ya inminente, y poco
después Emilio la abandona para dirigir a sus hombres al asalto de la fortaleza
de Maracaibo. Los piratas logran tomarla, pero el esquivo Wan Guld y algunos
supervivientes escapan por la jungla.
En una novela de
piratas caribeños, los encuentros con fieras y caníbales no pueden faltar
cuando se marcha por la jungla. Emilio sigue el rastro de Wan Guld, encontrando
muchos de sus hombres asesinados por los nativos. Cuando finalmente le alcanza,
este se le escapa una vez más, huyendo con una chalupa que tenía preparada. A
estas alturas, Honorata ya ha descubierto que el odiado enemigo de Emilio es Wan
Guld, lo que supone una tragedia para ella.
Persiguiendo a
su objetivo, dejándose llevar por esa valentía inconsciente tan característica de
los héroes de Salgari, Emilio y sus compañeros son capturados por otro grupo de españoles.
Al mando de estos resulta estar el Duque de Lerma, que les permite escapar, saldando
así el que Emilio le perdonara la vida a él cuando le derrotó en su primer
encuentro.
De nuevo con los
piratas, el olonés, el vasco y Emilio vuelven a unir fuerzas y reequipan sus buques para
atacar Gibraltar (no el Gibraltar de España, si no una ciudad caribeña de igual
nombre) donde ha ido a refugiarse Wan Guld.
En el ataque a Gibraltar,
Emilio se encuentra una vez más con el Duque de Lerma. Este ha sido enviado allí junto con su tripulación como refuerzo de los defensores, y ha jurado dar su vida protegiendo la plaza. Emilio por su parte ha jurado
dar muerte a todo español que se le oponga. Ambos son hombres de honor, y aun
siendo más amigos que enemigos, se baten nuevamente y Emilio atraviesa limpiamente el
corazón del duque de una estocada.
Y todo para
nada. La información según la cual Wan Guld estaba en Gibraltar resulta ser
falsa. En realidad, está rumbo a Puerto Caballo, en Honduras. La destrucción de
Gibraltar y todas las muertes que ella ha provocado para ambos bandos ha sido inútil. Abatido, Emilio regresa al fin a bordo del Rayo, donde
le aguarda otra desgracia. Al reencontrarse con Honorata, uno de sus hombres que
no la había visto hasta ese momento la reconoce como la hija de Wan Guld, lo
que ella admite aún sabiendo las consecuencias.
Obligado por la promesa que hizo a sus hermanos muertos de exterminar a toda la familia de Wan Guld, Emilio abandona a Honorata en
altamar, en un pequeño bote, para que el mar la mate. La
corriente la aleja lentamente del Rayo, arrastrándola hacia un temporal que se está formando, y el indomable Corsario
Negro se derrumba al fin. Ha perdido a toda su familia, su odiado enemigo se le ha escapado entre las manos, ha
matado al único adversario al que respetaba, y ha sentenciado a muerte a la única mujer
que ha amado. Emilio rompe a llorar, mientras la cresta de una ola cubre el
bote de Honorata, borrándolo del horizonte.
Pero no os sintáis mal por Emilio. Aunque Salgari dio esta historia por terminada, la editorial le obligó a retomar el personaje y darle un mejor final en obras posteriores, tal como le obligaron a hacer también con Sandokán. Volveremos a encontrarnos con él en La reina de los caribes.
Esta ha sido nuestra lectura de mayo del Reto Quelibroleo 2021. El siguiente será Hellraiser, de Clive Baker, en algún momento de junio.
Il corsaro nero. 1898. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari (texto) Giussepe Gamba (ilustraciones). Tus Libros nº 125. Editado en 1993 por Grupo Anaya S. A.
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