LA HOLOCUBIERTA
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡ALERTA DE EXXXTREMERZ!
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Presentado por... Gelmerk.
¡Saludos, jugadores! ¿Ya estamos todos? ¡Pulsad Start para empezar!
La esperada continuación del
mítico Splatterhouse. Ligeramente inferior a este en el sentido de que no aportó
nada nuevo, limitándose a ofrecer el mismo desarrollo con diferentes enemigos y
escenarios. Pero por otra parte también los gráficos estaban más refinados,
la historia se nos explicaba mejor, y La Máscara era más parlanchina.
Y desde luego... ¡era bastante más difícil! El patrón de movimiento y ataque de los enemigos era más errático e impredecible, y los monstruos te herían con una facilidad espantosa. Sin duda se trata del más letal de los tres juegos clásicos.
Pero el primero supuso un shock porque cuando salió no
había nada parecido, y lógicamente Splatterhouse 2 ya no sorprendió
del mismo modo que su predecesor. Aún así, era una de esas recreativas en las que la gente hacía cola para jugar.
Splatterhouse 2 tiene lugar
tres meses después del primero. Rick vive atormentado por continuas pesadillas
en las que ve como su amada Jennifer es torturada en el infierno y le suplica desesperada
que la ayude. Pero la de Jennifer no es la única voz que oye en su cabeza.
También La Máscara le habla. Le tienta con la posibilidad de traer a Jennifer de
vuelta. Rick accede y va en busca de La Máscara al último lugar donde la vio,
las ruinas calcinadas de la mansión.
La primera fase del juego
transcurre entre estas. Vemos a Rick avanzando, ya con La Máscara sobre su
rostro, por entre restos de muros derruidos y montones de ladrillos
ennegrecidos. Nos encontramos con monstruos de piel ulcerosa, enrojecida y
derretida por las llamas, que parecen haber sobrevivido a duras penas al
incendio y permanecen tirados entre los restos de la mansión, como si no
supieran a donde ir.
Es curioso ver cómo los últimos de estos huyen de Rick,
solo para ser devorados por otro monstruo mayor, que habita un pequeño
cobertizo que al parecer ha resistido a las llamas.
Este cobertizo cobija un
ascensor que nos lleva a niveles subterráneos intactos que no descubrimos en el
primer juego. Y estos nos conducen de nuevo al exterior, hasta otra mansión
cercana a la primera, a través de bosques encantados llenos de zombis y
fantasmas, y ríos que arrastran cadáveres de monstruos... todo un paseo.
En este juego, al final de
cada etapa, veremos una imagen fija en la que La Máscara o Rick se dicen algo
el uno al otro. Estas pocas palabras que cruzan nos proporcionan una escasa pero
bienvenida información adicional, que hace el juego más ameno y consistente.
En el apartado de armas,
tenemos un enorme hueso con el que aplastar a los adversarios, una barra de hierro, grandes tijeras de jardinería, y una ruidosa motosierra, además de las ya conocidas y apreciadas escopetas herrumbrosas.
En general, si en el primer
Splatterhouse los escenarios que recorríamos sugerían que todo lo que estaba ocurriendo se debía más a
una presencia demoniaca que a experimentos biológicos, en este sucede lo
contrario. Ambos elementos siguen presentes, pero vemos una sala llena de
tanques de contención con criaturas aletargadas en su interior, y unos
anaqueles repletos de frascos de pociones y fórmulas.
Lo mismo ocurre con los monstruos. Aunque seguimos enfrentándonos a fantasmas, la mayoría de los enemigos parecen el resultado de alguna clase de aberrante experimento médico.
También nos encontramos con
un enemigo que recuerda mucho a La Mosca de Jeff Golbum, y un científico loco
que nos ataca lanzándonos frascos de productos químicos. Este científico
podría ser una primera versión del doctor West que aparece como villano
principal de la saga en el remake de 2010, y que obviamente es una referencia al doctor Herbert
West, el Reanimador de los relatos de Lovecraf.
Tras despoblar de monstruos
esta segunda mansión, encontraremos un portal dimensional que La Máscara abrirá
y por el cual descenderemos en busca de Jennifer.
Las pantallas que transcurren
en “El Vacío” son para mi gusto las menos llamativas del juego. Al no estar ya
en un plano material, los fondos son solo un conjunto de luces o imágenes psicodélicas en
lugar de los siniestros y desagradables escenarios vistos hasta el momento.
Los
enemigos en esta fase son de lo más extraño: simples orbes de luz, cristales
brillantes, presencias astrales… que no resultan tan repulsivos como los aberrantes engendros a los que ya nos hemos enfrentado, pero en cierto modo sí son más inquietantes.
Tras sacar a Jennifer de esa
especie de infierno alucinatorio, huimos de la mansión mientras esta se derrumba. Aún
tendremos que deshacernos de un pulpo mutante y una bola de carne flotante que nos ataca lanzando contra nosotros cabezas humanas y perrunas generadas con su propia masa. Pero esta vez,
destruidos todos nuestros enemigos, La Máscara se separa de nosotros y nos deja
marchar pacíficamente.
¿Qué hemos aprendido en esta entrega? Que La Máscara
puede abrir los portales al Vacío, y que es ella quien nos busca a nosotros
para…
¿Para qué? ¿Para rescatar a Jennifer? ¿Qué interés podría tener La
Máscara es esto? Jennifer es solo el gancho con el que La Máscara tienta a
Rick, porque solo puede hacer gala de su poder destructor cuando alguien la
lleva puesta. La Máscara tiene sus propios planes, y necesita un vehículo
(nosotros) para ir llevándolos a cabo.
Así pues ¿a quien manejamos realmente cuando jugamos? ¿A Rick, o a La Máscara?
La historia continúa en Splatterhouse 3.
Splatterhouse 2. 1992. Taro (director) Haruo Ohiri (Programador principal). Aparecido como extra desbloqueable en el juego Splatterhouse de Xbox 360.
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