EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor
Plot.
Saludos, ávidos lectores.
En este bolsilibro, Juan Gallardo reflexiona sobre lo que habitualmente
consideramos o no monstruos. Cuando lo comenzamos a leer da la impresión que va
a ser una versión de El malvado Zaroff (ya sabéis, millonario que caza humanos por
diversión en su isla privada), pero esto es solo una pequeña parte de la trama, el detonante de
los acontecimientos sobre los cuales el autor monta su reflexión.
Nueve personas reciben una invitación para
pasar un fin de semana en la isla de Lord Malcom Conrad, un excéntrico
millonario bien conocido por su afición a la caza mayor y su absoluta
convicción sobre la existencia de los vampiros y hombres lobo.
Uno de estos invitados, que hace también las veces de narrador, es Ross
Haggard, un periodista y escritor de moderada fama. También su novia Honor,
actriz de cine de terror, recibe una de estas invitaciones.
Ambos se presentan en la hora y lugar indicados en el puerto, donde un lujoso
yate les espera. A bordo del mismo conocen a los otros invitados: Elliot (un
anticuario), Gordon (un biólogo), Clemence (otro famoso cazador), Lee (una
pintora de cuadros), Waxman (un fotógrafo horriblemente quemado en un
accidente), Rachel (una adivina), y Alec (un músico callejero).
Con la excepción de Ross y Honor, el resto
no se conocen entre ellos, y ninguno tiene la más mínima idea de porque han
sido invitados. Pero todos han aceptado. Algunos, porque la influencia de su
anfitrión es mucha, y confían en que estrechar lazos con él les sirva para
prosperar. Otros por simple curiosidad. Alec, el musivo callejero, porque se
encuentra en la más absoluta ruina y para él la invitación supone dos días de
cama y comida de lujo aseguradas. Clemence ve en ello un desafío, puesto que él
y lord Conrad han competido en el pasado por demostrar cual de los dos era
mejor cazador, hallándose en unas tablas permanentes.
En el yate viaja también lady Conrad,
esposa de su anfitrión, que les informa sin entrar en demasiados detalles que
el evento principal del fin de semana será una cacería. Pero como Clemence hace
notar, nunca ha habido animales que valga la pena cazar en la isla a la que se
dirigen.
Una vez en la isla, lord Conrad recibe a
los invitados y les revela la verdad de su presencia allí. Él siempre ha creído
en la existencia de vampiros y hombres lobos. Ha dedicado una gran parte de su
fortuna a recabar historias, testimonios y pruebas que le permitieran
identificar a estas criaturas, para llevarlas a su isla privada y cazarlas como
animales con armas específicamente preparadas a tal efecto.
Tras comparar
millones de datos, informes médicos, policiales, notas de prensa, etc. el superordenador
que controla su isla ha reducido las posibilidades a nueve. Según la máquina,
uno de los nueve invitados es un hombre o mujer lobo, y otro es un vampiro o
vampiresa, pero no puede precisar más.
La isla está preparada para que unos focos
iluminen la noche y el interior de la casa con una luz artificial igual a la de
la luna llena, y para saturar el aire con el olor de la sangre fresca. De este
modo, por mucho que ambos monstruos hayan perfeccionado su autocontrol, se les
saturará de estímulos de tal manera que no podrán evitar desvelar su verdadera
naturaleza. Y una vez esto ocurra, lord Conrad les dará caza, e invita a los
otros siete del grupo que sean puramente humanos a participar,
proporcionándoles armas a todos. La propuesta es recibida con un rechazo
general, excepto por Clemence, que se muestra emocionado e impaciente por tomar
parte.
Lo que le da un toque especial a la
historia, es que la cacería en sí, cuando se inicia, queda en segundo plano. Es
una parte de la historia que resulta necesario contar, para darle la debida
conclusión, pero a la que no se le da una especial importancia a pesar de tener
su intriga y su giro final. La cacería se nos narra desde la distancia, con los
personajes humanos quedándose en las puertas de la mansión de lord Conrad,
oyendo los lejanos disparos que resuenan en el bosque, sin participar en
ella.
La mayor parte del relato está constituido
por las conversaciones que mantienen los invitados entre ellos antes de esto.
Cada uno, una vez la verdad sobre su presencia allí se revela, confiesa haber
tenido en algún momento de su vida un encuentro con un hombre lobo o vampiro.
Sus experiencias van desde la certeza a la sospecha, desde historias de amor al
absoluto terror. Los invitados debaten sobre la necesidad real de matar a esas
criaturas, vistas como horribles monstruos por unos, y como enfermos a los que
hay que ayudar a librarse de su doble naturaleza por otros.
El autor aprovecha para dejarnos clara, en
boca de varios de los invitados, su repulsa hacia la caza deportiva, que para
él (opinión que comparto) no es más que una celebración del propio ego. El ego
de alguien que, equipado con una potente arma de fuego de larga distancia,
eligiendo el momento y lugar que más le convienen, y sin dar ningún tipo de
aviso ni oportunidad a su presa, se regodea con la sensación de poder que le
proporciona el matar a un ser en clara inferioridad de condiciones. Un
“desafío” totalmente amañado desde el principio, en el que el animal obligado a
participar se juega su propia vida, mientras que el cazador a lo más que se
arriesga es a desperdiciar alguna que otra bala. Personalmente no considero que haya nada malo en cazar o pescar si se mata solo aquello que se vaya a comer. La caza por alimentación me parece totalmente legítima. Pero cazar en busca de trofeos no es más que una cobardía ridícula llevada a cabo para alimentar el ego en lugar de estómago.
Invitad un monstruo a cenar es, a
grandes rasgos, un relato sobre una cacería de monstruos... en la que los
verdaderos monstruos resultan ser los propios cazadores.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Invitad un monstruo a cenar. 1974. Curtis
Garland [Juan Gallardo Muñoz] (texto) Francisco González Villanova (portada).
Selección Terror nº 72. Editorial Bruguera S.A.
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