MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

jueves, 10 de septiembre de 2020

ENERGÍA CÓSMICA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.

Solemos bromear mucho sobre Berna, por aquí. Principalmente, por la simpleza general de sus historias, porque sus personajes son idénticos de una a otra, y por la absoluta obsesión con el sexo que demuestra tener. 

Sin embargo, tal como hicimos notar en La ciudad de los muertos vivientes, en ocasiones este autor tenía súbitos e inesperados picos de inspiración. Esta historia, aún escrita con su estilo de siempre, y con varios párrafos bochornosamente ridículos, está bastante más trabajada de lo habitual en él.   

Nos encontramos en la base William Herschel, en el planeta Urano. En esto ya se aprecia una labor de documentación previa. El descubridor de Urano fue un astrónomo del siglo XVIII llamado William Herschel, y resulta lógico que una base instalada en dicho mundo lleve el nombre de su descubridor. Este sobresfuerzo de trasfondo no es habitual en Berna, y ya que lo hace, habrá que reconocérselo.

Una forma de vida espacial, totalmente energética, se introduce en la base y se apodera del cuerpo de uno de los técnicos. Este queda inconsciente, y la temperatura de su cuerpo comienza a bajar con rapidez. Trasladado a la enfermería, es dejado allí en observación, mientras intentan elevar de nuevo su temperatura a un nivel seguro.

Poco después, el técnico ataca a la enfermera que le atendía. Le basta con tocarla para robarle todo el calor corporal, congelándola al instante. Luego comienza a vagar por la base con malas intenciones. 

La energía que se ha apoderado de él le permite cierta autonomía al anfitrión, aunque puede ejercer un control total sobre el cuerpo cuando le conviene. Así que tenemos al técnico pasando de buscar ayuda de sus compañeros, a matarlos por congelación. Las armas láser que el personal de la base dispara contra él dañan al anfitrión humano, pero alimentan a la entidad que lo controla. Finalmente conseguirán tumbarlo abriéndole el cráneo con una silla. 

¿Rayos láser? ¡Eso son tonterías! Donde esté el clásico garrotazo en el tarro…  

El cadáver es encerrado en una cámara frigorífica, y aquí tenemos un pasaje más que interesante. La entidad de energía eleva en horizontal el cuerpo que ocupa, ahora rígido y totalmente congelado. Lo hace estrellarse una y otra vez contra un cristal blindado de observación, como si fuera un ariete, tratando de romperlo a cabezazos para escapar de la cámara.

La forma en la que finalmente se deshacen de la entidad también la encuentro original, para los estándares de Berna: ceden ante ella. 
La entidad está, aparentemente, recolectando energía para proseguir con su viaje. El comandante de la base ordena a los guardias de seguridad que disparen sus armas a máxima potencia contra ella, para proporcionarle toda la energía que sea capaz de absorber. Una vez está recargada al máximo, la entidad abandona el cuerpo humano que ocupaba (reducido ya a poco más que una bola de carne fundida) y se marcha sin más, a seguir con sus cosas, dejando a su paso cinco muertos.

Contado así puede parecer una buena historia, o cuanto menos correcta. 

Pero recordad que la escribió Berna. Y eso implica personajes toqueteándose continuamente, desnudándose porque sí en el momento más inadecuado, y los diálogos más falsos que uno pueda imaginarse. 

Un ejemplo: en un momento en que el comandante de la base y la oficial botánica (la parejita protagonista) están retozando en la cama, el técnico poseído les interrumpe. Tras librase momentáneamente de la molesta criatura, estando todavía desnudos y abrazados, el comandante le dice a su chica:

-“Debemos interrumpir este excitante contacto, porque no disponemos de tiempo para hacer nuevamente el amor”.

¿Creéis que alguien puede hablar así después de haber estado a punto de ser asesinado mientras se encontraba en un momento de intimidad? Por favor, intentad pronunciar esa frase poniendo voz profunda y épica, a lo Zapp Brannigan, y avisadme si conseguís hacerlo sin sentiros ridículos.

Pero si separamos el argumento del estilo narrativo, pienso que nos encontramos ante una de las mejores historias espaciales de Berna. La idea de la entidad usando como ariete el cuerpo congelado de su anfitrión me parece magnifica, así como que, una vez obtenida la energía que quería, se marche sin más, sin dar explicaciones ni tratar de justificar sus actos. Va a lo suyo. Una simple parada para repostar en una gasolinera, antes de seguir su viaje.

Al final nos quedamos sin saber nada sobre el origen, naturaleza o finalidad de la entidad, pero sí se nos deja claro que la pareja protagonista se casa, que a fin de cuentas es lo importante.  

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Energía cósmica. 1980. Joseph Berna [José Luis Bernabéu] Héroes del espacio nº 15. Ediciones Ceres S.A.

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