¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Nos encontramos en la base William
Herschel, en el planeta Urano. En esto ya se aprecia una labor de documentación
previa. El descubridor de Urano fue un astrónomo del siglo XVIII llamado
William Herschel, y resulta lógico que una base instalada en dicho mundo lleve
el nombre de su descubridor. Este sobresfuerzo de trasfondo no es habitual en
Berna, y ya que lo hace, habrá que reconocérselo.
Una forma de vida espacial, totalmente
energética, se introduce en la base y se apodera del cuerpo de uno de los técnicos.
Este queda inconsciente, y la temperatura de su cuerpo comienza a bajar con
rapidez. Trasladado a la enfermería, es dejado allí en observación, mientras
intentan elevar de nuevo su temperatura a un nivel seguro.
Poco después, el técnico ataca a la enfermera
que le atendía. Le basta con tocarla para robarle todo el calor corporal,
congelándola al instante. Luego comienza a vagar por la base con malas
intenciones.
La energía que se ha apoderado de él le
permite cierta autonomía al anfitrión, aunque puede ejercer un control total
sobre el cuerpo cuando le conviene. Así que tenemos al técnico pasando de
buscar ayuda de sus compañeros, a matarlos por congelación. Las armas láser que
el personal de la base dispara contra él dañan al anfitrión humano, pero
alimentan a la entidad que lo controla. Finalmente conseguirán tumbarlo abriéndole el cráneo con una silla.
¿Rayos láser? ¡Eso son tonterías! Donde
esté el clásico garrotazo en el tarro…
El cadáver es encerrado en una cámara
frigorífica, y aquí tenemos un pasaje más que interesante. La entidad de
energía eleva en horizontal el cuerpo que ocupa, ahora rígido y totalmente
congelado. Lo hace estrellarse una y otra vez contra un cristal blindado de
observación, como si fuera un ariete, tratando de romperlo a cabezazos para
escapar de la cámara.
La forma en la que finalmente se deshacen
de la entidad también la encuentro original, para los estándares de Berna:
ceden ante ella.
La entidad está, aparentemente, recolectando energía para proseguir con su viaje.
El comandante de la base ordena a los guardias de seguridad que disparen sus
armas a máxima potencia contra ella, para proporcionarle toda la energía que
sea capaz de absorber. Una vez está recargada al máximo, la entidad abandona el
cuerpo humano que ocupaba (reducido ya a poco más que una bola de carne
fundida) y se marcha sin más, a seguir con sus cosas, dejando a su paso cinco
muertos.
Contado así puede parecer una buena
historia, o cuanto menos correcta.
Pero recordad que la escribió Berna. Y eso
implica personajes toqueteándose continuamente, desnudándose porque sí en el
momento más inadecuado, y los diálogos más falsos que uno pueda
imaginarse.
Un ejemplo: en un momento en que el
comandante de la base y la oficial botánica (la parejita protagonista) están
retozando en la cama, el técnico poseído les interrumpe. Tras librase
momentáneamente de la molesta criatura, estando todavía desnudos y abrazados,
el comandante le dice a su chica:
-“Debemos interrumpir este excitante
contacto, porque no disponemos de tiempo para hacer nuevamente el amor”.
¿Creéis que alguien puede hablar así
después de haber estado a punto de ser asesinado mientras se encontraba en un
momento de intimidad? Por favor, intentad pronunciar esa frase poniendo voz
profunda y épica, a lo Zapp Brannigan, y avisadme si conseguís hacerlo sin
sentiros ridículos.
Pero si separamos el argumento del estilo
narrativo, pienso que nos encontramos ante una de las mejores historias
espaciales de Berna. La idea de la entidad usando como ariete el cuerpo
congelado de su anfitrión me parece magnifica, así como que, una vez obtenida
la energía que quería, se marche sin más, sin dar explicaciones ni tratar de
justificar sus actos. Va a lo suyo. Una simple parada para repostar en una
gasolinera, antes de seguir su viaje.
Al final nos quedamos sin saber nada sobre
el origen, naturaleza o finalidad de la entidad, pero sí se nos deja claro que
la pareja protagonista se casa, que a fin de cuentas es lo
importante.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Energía cósmica. 1980. Joseph Berna [José Luis Bernabéu]
Héroes del espacio nº 15. Ediciones Ceres S.A.
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