EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Bienvenidos, amigos cinégafos.
Esta es la segunda parte y conclusión de la breve, pero magnifica saga del Dr. Phibes. Su muerte al final de la película anterior fue un movimiento calculado, una pieza más de su plan maestro. En la oscura cripta automática en la que se sepultó, un mecanismo alimentado mediante la luz de la luna reanima su cadáver, que en realidad ha permanecido en un estado de hibernación durante tres años.
Porque Phibes, no contento con vengarse de aquellos a los que responsabiliza de la muerte de su mujer, pretende ahora devolverla a la vida. Y no a una vida normal, sino eterna. Cuando su amada Victoria fue enterrada, él robó su cuerpo y lo ha preservado intacto todos estos años. Ahora que las estrellas se han alineado correctamente, pretende llevarla a Egipto, donde está a punto de suceder algo que se repite cada dos mil años. Un rio subterráneo que transcurre bajo el Templo de Isis, el Rio de la Vida, pronto fluirá. Si él y Victoria se dejan llevar por su corriente, se convertirán en dioses eternos del Mas Allá, tal como hicieron en su momento los faraones. Un plan tan extraño y ambicioso que solo a Phibes se le podría pasar por la cabeza tratar de llevar a cabo.
¿O tal vez no? Cuando Phibes abandona
la cripta en los sótanos de su mansión, halla esta reducida a escombros. Un importante
pergamino, necesario para su plan, ha sido robado. Pero esto no es más que un
pequeño inconveniente para él, pues cuenta una vez más con la inestimable ayuda de
Vulnavia.
Vulnavia, a la que
vimos disolverse bajo una lluvia de ácido al final de la película anterior,
reaparece sin más. Al ser invocada por Phibes, surge de un túnel de luz y
espejos, lista para servirle de nuevo. ¿Quién o qué es Vulnavia? Su rostro ha
cambiado, pero sigue tan leal, silenciosa y elegante como siempre. Por la forma
en que ella y Phibes se miran y tocan, percibimos un inquebrantable lazo de
amistad entre ellos, solo equiparable al amor platónico. A pesar que en esta película Vulnavia no es el
único elemento sobrenatural, sigue siendo el más enigmático de todos.
El pergamino del
Rio de la Vida está ahora en poder del doctor Biederbeck. No se nos aclaran las
circunstancias exactas en ningún momento, pero por lo que vamos descubriendo a
lo largo del metraje, Biederbeck no ha envejecido en más de cien años. Esto ha
sido posible gracias al consumo regular de un elixir de la juventud. Es algo
que al parecer encontró, pues el elixir está casi agotado y no sabe fabricar
más. Biederbeck conoce también la existencia del Rio de la Vida y ha estado
esperando el momento de ir en su búsqueda, dosificando cada vez más su preciado
elixir.
Cuando Phibes
recupera el pergamino y se embarca hacia Egipto, Biederbeck lo sigue, y la película
se convierte en una competición por reunir los elementos necesarios para
acceder al Rio de la Vida.
Me gusta mucho
que el tema de la película sea diferente al de la primera. Se recuperan los
personajes de Phibes, Vulnavia y el inspector de Scotland Yard que investigaba
sus crímenes en la cinta anterior, pero la historia es otra. Las secuelas
suelen ser repeticiones muy esquemáticas, pero en esta se introduce el factor contrarreloj,
ya que el rio solo fluye en un momento determinado y luego desaparece de nuevo.
También el de competición, pues Biederbeck interfiere activamente con el
objetivo de Phibes, en lugar de ser una víctima a la defensiva, esperando su
siguiente movimiento. Lo que impulsa a matar a Phibes ya no es la venganza,
sino la necesidad que ir eliminando al grupo de Biederbeck, que pone en peligro
su intento de revivir a Victoria.
Una vez más
recurrirá a extravagantes inventos e ingeniosas trampas para acabar con sus
adversarios, inspirándose en el propio entorno egipcio en lugar de en plagas
bíblicas: serpientes, halcones, escorpiones, sarcófagos, arena… su teatralidad no tiene límites.
Phibes logrará cumplir
su objetivo in extremis, pero esta es una de esas historias donde el
público quiere ver triunfar al villano. El estar dispuesto a cualquier cosa
(robar, matar, torturar, morir, incluso revivir) con tal de proteger o recuperar al
ser más amado, es algo con lo que casi todo el mundo es capaz de identificarse.
Remando en una antigua balsa, como si hubiera adoptado el papel de Caronte,
Phibes conduce al cadáver de Victoria hasta el Más Allá por las aguas del Rio
de la Vida. Y Vulnavia les sigue, regresando a su vez por ese misterioso túnel de
luz y espejos del que surgió al inicio de la película.
Es un final tan
redondo, que por mucho que me guste esta micro saga, me alegra que no se hicieran
más películas de Phibes, pues ya no se podría más que bajar el nivel y
vulgarizar al personaje.
Puedes ver una reseña sobre la primera parte pulsando aquí o ver algo más sobre Vincent Price pulsando aquí.
Return of Dr. Phibes. 1972. Robert Bless (guion) Robert Fuest (guion y dirección) Vincent
Price, Peter Jeffrey, Robert Quarry (actores principales) Vali Kemp (actriz
principal). American International Pictures.
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