EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.Saludos, ávidos lectores.
Es difícil dar
una fecha exacta a la muerte del bolsilibro. En los 90 (más o menos) la mayor parte de lo que se publicaba eran reediciones, y casi exclusivamente de las historias del Oeste, que
siempre fueron las más populares. Hace algunos años se puso de moda publicar relatos
de autores actuales escritos con el estilo y formato de los bolsilibros. Aunque
la iniciativa me parece interesante, el venderlos por 14€ cuando los verdaderos bolsilibros aún los encuentras en los mercadillos por entre 0´50 y 3€, es muy exagerado.
Este es el último
bolsilibro de la colección Piratas de Astri, y esta fue también, si no me
equivoco, la única editorial que seguía publicando bolsilibros nuevos ya pasado el año 2000. Si no
fue el último, si debe ser de los últimos bolsilibros genuinos que se
escribieron. Hasta donde he podido saber, es también el último que escribió
Juan Gallardo Muñoz, con lo que para mí al menos, se trata del último
bolsilibro verdadero.
El buque de don Álvaro
es abordado por piratas ingleses, estando fondeado cerca de un puerto del
Caribe español. Los piratas, al mando del intrépido sir Randolph, un famoso
corsario, lo abordan a nado desde la costa aprovechando la reducida guardia
nocturna. Tras tomarlo con solo unos pocos heridos por ambas partes, encierran a los españoles en una bodega, y
zarpan de inmediato.
Su
partida sin autorización es advertida, y varios barcos de guerra salen en su
persecución. De lo que sir Randolph se entera demasiado tarde, es que además del
botín que esperaba (una considerable cantidad de oro) en el buque español se
encuentra doña Leonor, la prometida de un noble, que había de viajar a España
al día siguiente junto con el oro.
Huyendo de la
implacable persecución de los buques españoles, sir Randolph pone proa a una fuerte tormenta. Aunque sus perseguidores se internan en la tormenta tras ellos, esta los separa, salvando a los piratas ingleses.
Salvándolos aparentemente,
porque a la tormenta sigue una espesa niebla, y cuando esta se disipa se encuentran
con que se hallan en medio de otro problema aún más espeso, el mar de los
sargazos, también conocido como el cementerio de los barcos.
El mar de los
sargazos es algo que durante mucho tiempo se supuso legendario, pero
actualmente sabemos que es real: una amplísima área situada a grosso modo
en las inmediaciones del Caribe. Una serie de características inusuales crea una
corriente marina circular que ralentiza el movimiento de los barcos. Además, el
fondo marino es tan pobre y la salinidad tan alta que la biodiversidad es
escasa, y la vegetación no está arraigada al fondo. El sargazo, un tipo
de alga propia de esta zona, desarrolla unas vejigas de gas que mantienen a la
planta a flote, y la corriente circular hace que este sargazo tienda a acumularse en densas formaciones. El alta salinidad hace que todo
resto a la deriva flote con mayor facilidad, y el sargazo arraiga y se extiende sobre todo lo que flota para recibir mayor cantidad de luz solar.
Hoy en día no
suponen un peligro para los barcos a motor y con estructura metálica, pero cuando
todo barco dependía del caprichoso viento y los remos para desplazarse, más de
uno debió quedar atapado en este lugar. Y por cada uno real, la leyenda, como
siempre, añadió otros diez.
Volviendo con el
relato, el barco de los protagonista se mueve cada vez más lentamente a pesar
del viento, hasta que finalmente se detiene, empantanado en una ciénaga
de gruesas algas, raíces y maderos podridos. Hasta donde alcanza la vista solo se
ve lo que parece una pradera de plantas enfermas de las que brotan restos de
barcos, algunos aún a flote y otros medio hundidos, pero todos cubiertos de
moho. El olor a rancio es casi asfixiante, y el futuro de ambas tripulaciones
parece poco prometedor.
En esa situación,
retener a los prisioneros en la bodega no tiene sentido, estando todos igual de
atrapados por los sargazos. Sir Randolph habla con don Álvaro y los españoles
son liberados, pactando una tregua con los ingleses hasta que consigan
liberarse, aunque es algo que parece muy improbable.
Para empeorar
las cosas, tal como se anotaba en los mapas de la época para llenar los huecos de
las zonas inexploradas… ”A partir de aquí, monstruos”.
Un par de siglos atrás,
varios buques de colonos con igual cantidad de hombres que de mujeres quedaron varados en los sargazos. Cuando se les terminaron los vivieres, comenzaron a
alimentarse de los propios sargazos. El consumo de estas plantas produjo una
lenta mutación en ellos. Sus cuerpos fueron cubriéndose de moho, hinchándose, y
emitiendo una leve fosforescencia verdosa, como los seres abisales. Generación tras
generación comenzaron a rehuir el sol. Finalmente abandonaron sus podridos y enmohecidos
barcos y se adaptaron a vivir en el entramado de las algas. Los descendientes
de esta nueva especie nacida entre los sargazos siguen alimentándose de peces y
plantas, pero para ellos la carne de los que quedan atrapados en su hábitat representa
un auténtico festín.
“La raza de la
muerte”, como los llama el texto, asalta el barco trepando por los costados con
sus fuertes garras, o directamente abriendo boquetes en el casco a zarpazos. El
primer asalto es rechazado por los marineros y piratas a base de sables y
pistolas, pero esto solo deja más patente que es una cuestión de tiempo (y no
mucho) que todos mueran allí.
Naturalmente se
salvarán, incluso tendremos una boda al final, la del ingenioso pirata inglés y
la bella dama española. Lo cierto es que la única función de doña Leonor en la
trama es esa. Es un personaje que no aporta gran cosa y cuya presencia a bordo queda
un tanto forzada. Pero los bolsilibros debían terminar en boda: al principio
por imposición de la dictadura, tras esta por el deseo de las editoriales de
mantenerse fieles a su público de siempre, y al final por mera costumbre. Tampoco la
artimaña mediante la que logran escapar me parece muy factible, pero mirándolo bien,
es uno de esos planes tan descabellados que El Destino no puede resistirse a hacer
que funcionen.
Como decía al principio
del comentario, este es para mí el último bolsilibro verdadero. Y que termine
con los supervivientes liberándose de una trampa de inmovilidad y
enmohecimiento, tiene hasta un cierto valor simbólico. Los bolsilibros estaban ya
muy anticuados por estas fechas, atrapados como los barcos en los sargazos, y
como a estos, la inmovilidad y el abandono los estaba destruyendo lentamente. Pero
sus autores se negaron a morir con ellos y se dedicaron a otra cosa, como nos
está tocando hacer a muchos de nosotros últimamente.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Mar
de naves perdidas. 2003.
Qué interesante... ¿El posible origen de los profundos? Jejeje...
ResponderEliminarQuizá. Y yo que pensaba que comer muchos vegetales era bueno para la salud ^_^
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