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lunes, 20 de septiembre de 2021

LA REINA DE LOS CARIBES (1ª parte)

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Emilio Salgari concibió El Corsario Negro como una obra independiente y completa, pero las ventas fueron tan buenas que su editor le obligo a darle una continuación. Una continuación, además, que tuviera un final más al agrado del público, en lugar de una de las conclusiones trágicas que eran por aquella época la firma de Salgari.

Así pues, Salgari escribiría en 1901 la obra que nos ocupa. Hay muchos detalles que hacen sospechar que la empezó con bastante desgana, pero mejora a medida que avanza, probablemente porque (quizá sin pretenderlo) él mismo fue implicándose en la trama. Esta es la edición de Orbis, que dividió el texto en dos partes. La primera parte mantuvo el título de La reina de los caribes. La segunda, que comentaremos otro día, recibió el de La venganza de Wan Guld.

El Corsario Negro y sus compañeros, Carmaux, Wan Stiller, y Moko, desembarcan de noche en Puerto Limón (Costa Rica) y se adentran furtivamente en la ciudad. Van en busca de don Pablo de Ribeira, el administrador de Wan Guld. Tras localizar su casa y entrar en ella a la fuerza, don Pablo les revela que él recibe correspondencia de su señor desde Veracruz (México) y allí le envía también los documentos y cuentas pertinentes. Don Pedro también da otra información a Emilio: dos días después de la toma de Gibraltar, un barco avistó entre las olas del temporal un sencillo bote que no consiguió recoger, en cuyo interior se acurrucaba una mujer rubia, dejándose arrastrar por el viento y las olas.

Mientras los piratas interrogan a don Pedro, corre la voz de su presencia en el puerto y la guardia de la ciudad toma las calles. Cuando intentan volver a su barco, el Rayo, Emilio y sus hombres son atacados por la milicia española. Emilio queda gravemente herido y los piratas, incapaces de alcanzar la costa, se refugian de nuevo en la casa de don Pedro. 

Los piratas se atrincheran allí, y una joven criada india de don Pedro, llamada Yara, se encarga de curar las heridas de Emilio y se compromete a hacer de buena fe todo lo posible por salvarles. A cambio, le pide a Emilio que la ayude su vez a cumplir una venganza que ella tiene pendiente.

Tras varios rifirrafes con la milicia, los piratas logran volver a bordo del Rayo, llevando a Yara con ellos. A la salida del puerto, un par de barcos de guerra tratan de cerrarles el paso. Los piratas se libran de ellos lanzándoles un brulote improvisado, en una de esas escenas navales magistralmente narradas, propias de Salgari. 

Para los que no conozcan el término, un brulote es un barco viejo al que se carga de material inflamable y/o explosivo y se envía contra otro barco o grupo de estos con una tripulación mínima. Sería el equivalente náutico a un kamikaze con la salvedad que, tras bloquear el timón y prender la mecha cuando el choque es ya inminente, la tripulación del brulote aún tiene una pequeña posibilidad de salvarse lanzándose al mar. Los que hayáis visto la serie Juego de Tronos (concretamente el ataque de la flota de Stannis Baratheon contra Desembarco del Rey) seguro que tendréis una imagen muy clara del daño que un brulote es capaz de hacer contra un enemigo desprevenido.

Superado este escollo, Emilio de Roccanera reúne a sus aliados piratas. Entre todos suman una flota de dieciséis buques y unos mil trescientos hombres, menos de la mitad de lo que calculan preciso para tomar el fuerte de Veracruz a las bravas con garantías de éxito. Durante el viaje Emilio ha tenido tiempo de conocer mejor a Yara, que resulta ser la hija de un jefe nativo. Su tribu fue exterminada por los hombres de Wan Guld, y ella, uno de los pocos supervivientes, fue esclavizada y entregada como regalo a don Pedro. La forma en que se volcó en ayudar a Emilio en Puerto Limón se debió a que vio en ello su oportunidad de vengarse al fin de Wan Guld. Y aunque es ella quien aparece en la portada del libro, y resulta que fue una princesa entre su gente, no es “la reina de los caribes” a la que hace alusión el título.   

Puesto que un ataque directo al fuerte de Veracruz parece demasiado arriesgado, el Rayo se adelanta al resto de la flota para preparar el terreno. Antes de que puedan ganar la costa, tendremos ocasión de asistir a otro grandioso combate naval en el que maderos, aparejos y cuerpos ensangrentados saltan en pedazos al tenebroso son de los cañones.

Emilio, junto a sus tres compañeros habituales y Yara, que les hace de guía, desembarcan en la costa, a cuatro días de viaje por la jungla hasta Veracruz. El autor recurre a otra de las particularidades de su obra: capítulos enteros dedicados a explicarnos, por boca de los personajes, la geografía, flora, fauna, y hasta el clima de la zona. Esto puede resultar extraño hoy en día, que parece que ya lo hemos visto todo, pero en 1901 el cine (inventado solo cinco años antes) era todavía muy rudimentario. La radio era algo experimental y no había llegado aún al gran público. Y por descontado, televisión e internet no existían. Si añadimos a esto que la gente carecía de la enorme capacidad para viajar que tenemos actualmente, todo lo que nos contaban en estos capítulos resultaba tan desconocido, emocionante y sorprendente como la mejor escena de abordaje.

El libro termina aquí. Me parece un mal punto para el corte, pero está claro que la división de Orbis se hizo guiándose únicamente por el número de páginas. Personalmente habría concluido esta primera parte con el desembarco de los piratas en la costa o con la llegada a Veracruz, en lugar de dejarlo justo a medio camino de estos dos puntos.

En unos días tendremos lista la reseña sobre la segunda parte, La venganza de Wan Guld.

La regina dei Caraibi1901. Emilio Carlo Giuseppe Maria Salgari. Colección Emilio Salgari nº 29. Edición de 1987 de Obris S.A.

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