MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

jueves, 5 de agosto de 2021

TERROR HIPNOTICO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                              ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

No tenía muchas esperanzas puestas en este título porque ya he leído un par de bolsilibros de Peter Kapra, y ambos se me hicieron una lectura lenta y poco interesante. Este en cambio es todo lo contrario, y el final me parece realmente original.

Nuestra protagonista femenina es Claire de Lautréamont, secretaria del Jefe del Departamento Interplanetario de la Federación Europea. ¿En que año tiene lugar la historia, para contar una Federación Europea con su propia agencia equivalente a la NASA? Pues en el lejanamente futurista 1984, solo dos años después de cuando se publicó el libro. Desde luego, esperanzas no le faltaban, al autor.

La primera expedición terrícola a Marte ha terminado, y ha sido un éxito. Los cinco hombres que realizaron la hazaña han regresado intactos tras erigir en la desolada superficie del planeta el primer módulo de una futura base permanente, a la que cada expedición posterior irá añadiendo nuevos módulos e instalaciones. La segunda expedición, mucho más ambiciosa, ya está en marcha. Cinco naves, cada una con diez hombres, ocuparán ese primero modulo para seguir extendiendo la civilización humana a partir de él.

Los planes comienzan a torcerse cuando cuatro de esos primeros cinco expedicionarios son aquejados de enfermedades mentales: paranoia, depresión severa, una completa desgana y desinterés por todo… son casos tan extremos que los afectados enferman y pierden las ganas de vivir hasta el punto de, efectivamente, morirse. El único que no parece afectado es Ugo, el prometido de Claire, el único del grupo que no era científico. Ugo es un conde italiano, playboy y famosito de mucho renombre en la prensa del corazón. Lo pusieron allí solo para llamar la atención del público más voluble, y que debido a su presencia los medios informativos hicieran un seguimiento exhaustivo de la expedición. 

Más extraño aún que la inmunidad de Ugo, es que otras personas que no participaron en el viaje, pero estaban de un modo u otro involucradas directamente en el proyecto, comienzan a acusar los mismos síntomas. Estos afectan también a Claire, que tiene visiones en las que una espantosa criatura humanoide con cara de besugo y una encrespada melena le muerde con sus afilados dientes.

Claire acude a un psicólogo en busca de ayuda. Escoge a uno que parece estar casi arruinado y le ofrece una enorme suma de dinero a cambio de atenderla bajo sus condiciones. Como no quiere que el asunto trascienda, se niega a dar su nombre completo, señas de identidad, a que se haga una ficha de su caso, a que se graben las sesiones, y que se le realice terapia de hipnosis. El psicólogo, Henri Luys (nuestro protagonista masculino) le dice que legalmente no puede atenderla en esas condiciones, y Claire se marcha. Diez días después, la policía acude a la consulta de Henri: han encontrado a Claire casi catatónica en la consulta de otro psicólogo, que ha aparecido con la garganta destrozada. Ella misma, tras recuperarse, ha mencionado a Henri. La honradez profesional que demostró este al rechazar la pequeña fortuna que ella estaba dispuesta a pagar ha hecho que Claire ahora solo quiera ser atendida por él, pues se encuentra ya en tal grado de paranoia que no se fía de nadie más.

Claire cree que al otro psiquiatra lo mató el monstruo que se le aparece en sus visiones, que de algún modo vive en su cabeza y pudo corporizarse para cometer el asesinato. Tras una serie de investigaciones, Henri parece convencido que se trata de una variante del mismo mal mental que ha afectado a los otros implicados en la exploración de Marte, que se manifiesta de forma diferente en cada uno según su edad cerebral.

Durante una conversación con el conde Ugo, este le presenta a uno de sus socios comerciales, un misterioso individuo llamado Horace que se muestra muy interesado por la evolución del tratamiento de Claire. Algunos días después, mientras esa extraña depresión paranoica sigue extendiéndose, Horace le confiesa abiertamente a Henri ser un habitante del planeta Marte, al que los nativos conocen como Argho. Horace pone las cartas sobre la mesa desde el principio. Los arghanos no pretenden invadir la Tierra, aunque podrían hacerlo. Tampoco quieren impedir que los terrestres colonicen Argho, pues opinan que la civilización debe extenderse y los mundos deben cerrar lazos entre ellos en la búsqueda de una concordia universal. Lo que no quieren, es que esa colonización se efectúe tan pronto. 

La raza de los arghanos ha llegado al final de su tiempo de existencia universal. Viven en el subsuelo, pues la superficie de su mundo hace mucho que murió, y ellos llevan milenios siguiendo el mismo proceso. Son una raza en declive, con potencial suficiente para exterminar a los terrestres o sojuzgarles, y ocupar la aún prospera Tierra, pero no quieren eso. Comprenden que su raza está genéticamente agotada. Ya hace varias generaciones que no hay nuevos nacimientos, y en el plazo de un siglo, todos los arghanos que quedan habrán muerto por causas naturales. La misión de Horace en la Tierra es retrasar las siguientes expediciones a Marte, para que los suyos puedan morir en paz, con dignidad, sin espectadores que observen y estudien su extinción. No tienen ningún inconveniente, en cambio, en que los terrestres ocupen Marte y descubran sus ciudades subterráneas y su civilización una vez todos ellos hayan desaparecido.

Henri trata de convencer a Horace que eso puede lograrse sin necesidad de matar a nadie. Se ofrece a tratar de concertarle una entrevista con el presidente mundial Robles para negociar el asunto, pero Horace se niega a esto. La conquista de Marte en un gran avance para los terrestres, y no cree que ninguno de los implicados, que están a punto de grabar sus nombres en los libros de historia como artífices de tal logro, estén dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hacerlo.

A partir de ese momento, Horace trata de matar en un par de ocasiones a Henri, pero sin sentir odio hacia él. Al contrario, lo considera un individuo extremadamente inteligente y valeroso, y por ello, el tipo de terrestre que debe eliminar para frenar el avance humano. También nos enteramos que el motivo por el Ugo nunca fue afectado por la “enfermedad mental marciana”, es porque Horace vio que de los cinco humanos que llegaron a Marte, este era con diferencia el más estúpido y manejable. En realidad, Ugo trabaja para Horace, que le ha ofrecido una fortuna en diamantes a cambio de su ayuda como “asesor terrestre” para crear su tapadera.

A pesar que Henri comprende e incluso apoya los motivos de Horace, no puede aprobar sus métodos, y enfoca todas sus investigaciones a tratar de detenerle. Quien resuelve la situación, en cambio, es el idiota de Ugo, que decide acabar con Horace. Aprovechando un momento de distracción de este, lo mata a golpes, puesto que Horace necesita estar en calma y concentrado para enfocar su mente hacia una persona e ir carcomiendo poco a poco su cordura. Ugo hace esto para robarle los diamantes, pero no llega muy lejos. La mansión donde ambos residían estaba siendo vigilada por la policía a petición de Henri, y tratando de huir de estos, el coche de Ugo se estrella y se convierte en una bola de fuego con él dentro.  

La aparente muerte de Horace pone fin a la dolencia mental que aquejaba a Claire y los científicos. Tras una temporada de reflexión, Claire y Henri se casan. Pasan los años, tienen tres hijos, y cuando ya empezaban a olvidarse del asunto, Henri recibe en su consulta la visita de Horace. Tiene otro aspecto y otro nombre, pero Henri no tarda en reconocerle. Horace, malherido por el ataque de Ugo, regresó a su mundo para regenerarse y consultar a sus líderes, y ha vuelto a la Tierra con una propuesta de estos. Una solución de compromiso para ambas partes. 

Los arghanos aceptarán que cien familias humanas se establezcan con ellos, en sus ciudades, para ser participes de sus conocimientos y ser los únicos testigos de su final. Entre ellos deberá haber niños pequeños, que se críen en el ambiente de Marte y rodeados de su ciencia y su cultura, para convertirse en el punto de unión entre ambas razas. Y solo cuando el último de los marcianos haya desaparecido, el resto de la humanidad podrá avanzar sobre el planeta, guiados por estas cien primeras familias, depositarias de el arte, la ciencia y la cultura arghana, para que esta no se pierda o malinterprete y pueda sumarse al conocimiento universal.

Horace (cuyo nuevo nombre es Edmund) sugiere que la integración de ambas culturas debería ser sencilla porque en realidad ellos… también son cristianos. Esto era algo relativamente común en la ciencia ficción occidental antigua: los alienígenas, cuando se presentaban como buenos creían en el Dios cristiano, aunque le dieran otro nombre. Ocurre también, por ejemplo, en la novela larga Segundo asalto (1954) que relata la llegada de los humanos a Marte, donde son recibidos por dos razas diferentes que conviven en perfecta armonía debido a que ambas creen en Dios. En todos estos casos, la fe en Dios de los alienígenas era algo común a toda la raza, no existiendo ninguna otra religión, dando a entender que había una relación de causalidad entre eso y que fueran más inteligentes o tuvieran conocimientos muy superiores a los humanos. Los que hayáis visto la película de La guerra de los mundos (la versión original, de 1953) quizá recordareis la escena en la que un sacerdote comenta, antes del inicio de las hostilidades -Si están más avanzados que nosotros, entonces es que están también más cerca de Dios.

En cambio, en la novela de 1908 Estrella roja, del autor ruso Alexander Bógnadov, se nos presentaba Marte como un mundo con una ciencia y moralidad enormemente superiores a las terrestre, debido a que los marcianos eran una sociedad plenamente comunista. Vamos, que lo de tratar de encauzar al público hacia unas determinadas creencias como parte de una historia de ficción no es algo nuevo, precisamente.

Me ha gustado mucho este bolsilibro por la situación que plantea. Los malvados invasores marcianos son en este caso seres sabios y bondadosos que lo único que quieren es que se les de la oportunidad de desaparecer con dignidad, pero que a pesar de ello al final se muestran abiertos al dialogo y a buscar un punto de equilibrio mutuamente satisfactorio. Una historia muy poco convencional, la verdad.

Terror hipnotico. 1982. Peter Kapra [Pedro Guirao Hernández]. Infinitum Ciencia Ficción nº 66. Producciones Editoriales S.A.

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