¡Extra! ¡Extra! ¡Edición
especial de El Planeta del Espacio! ¡Durante este mes, con un
suplemento gratuito!
¡Últimas noticias!
¡El Planeta del Espacio se suma al Reto Escritubre 2021 propuesto
por la escritora Lorena Amkie! Se seguirá dando prioridad a los temas habituales, pero siempre
que sea posible, se emitirá una segunda publicación diaria para cumplir con el
reto.
El reto consiste en escribir breves relatos que deben estar basados en un tema que ella propondrá diariamente, con lo que aquellos que lo acometan se verán obligados a escribirlos sin posibilidad de planear con antelación como van a enfocarlos. Dispondrán, por tanto, solo de las horas que les queden ese mismo día para desarrollar y escribir algo que resulte mínimamente leíble.
Como la idea nos ha gustado, los habitantes de este planeta nos sumamos al reto, e iremos publicando tanto aquí como en el canal de Lorena lo que vaya saliendo. En realidad, el reto empezó ayer y no nos enteramos hasta hoy, por lo que ya nos hemos saltado el primero. Empezamos mal, pero aún se puede remontar. Los mini relatos de este reto (el que tocaba ayer y el de hoy) son estos:
RETO 1: Encuentra
una metáfora distinta para la manera en que funciona la inspiración y
descríbela de la manera más sensorial posible.
MAPA EN BLANCO
Aquí estoy una vez
más frente a la hoja en blanco, con el bolígrafo en la mano, con ganas de
escribir algo y ni la más remota idea de cómo empezar. Miro la hoja de arriba a abajo, completamente vacía, como si mirándola pudiera encontrar una pista sobre
con que llenarla.
Los escultores
dicen que cuando ven un bloque de piedra, adivinan la forma que hay dentro, y
se limitan a retirar lo que sobra. Lástima que a los escritores no nos pase lo
mismo.
La hoja está
demasiado en blanco. Demasiado vacía. No hay por donde empezar. Alargo la mano
y dibujo una pequeña X en el centro. Un simple garabato, por hacer algo. No
importa, porque cuando escriba por encima, ni se notará. Y, además, si
realmente hay una historia enterrada en esa hoja, del mismo modo en que las
esculturas se esconden en los bloques de piedra, necesitaré una X para empezar
a cavar.
Sigo mirando
estúpidamente la hoja en blanco, que parece cada vez más grande y más vacía, y
siento como si estuviera deambulando por ella. Su superficie es menos lisa de
lo que me pareció en un principio. Cruje bajo mis pies, y se hunde ligeramente,
como arena suelta en una playa gigantesca. El bolígrafo pesa más ahora en mi
mano, y es mucho mayor. Es tan pesado y grande como una pala. A medida que
avanzo por la hoja de arena blanca, comienzo a ver detalles en los que antes no
me fijé. Una roca. Unas palmeras. Un cráneo humano junto a un montón de huesos.
Eso parecen los restos de un viejo barril de madera. ¿Estaba todo eso ahí hace
un momento?
A lo lejos,
alguien me saluda, moviendo uno de sus brazos. El otro aferra firmemente la
muleta que le impide caer, pues le falta una pierna. Un loro de vivos colores y
voz estridente aletea entusiasmado en su hombro al verme aparecer.
- ¡Percebes de a
ocho! ¡Percebes de a ocho!
- Piezas, capitán
Flint- le corrige el hombre.
Llego hasta ellos.
Están justo delante de una gran X negra marcada en la propia arena. ¿Qué es
esta marca? ¿Tinta de calamar? ¿Pintura? ¿Alquitrán de calafate?
- Me alegra verte,
muchacho. Pensé que ya no vendrías- murmura el hombre de una sola pierna.
- Tuve
dificultades para interpretar el mapa, capitán.
- Ese maldito mapa
en blanco… y no me llames capitán, Jim. No soy capitán de nada.
- Para mí lo es,
capitán. Y no me llamo Jim.
- Para mí, eres un
Jim, muchacho- responde medio riéndose -Y ahora empieza a cavar de una vez.
¿Acaso no has venido hasta aquí para eso? ¿Para desenterrar lo que sea que
puedas encontrar bajo toda esta arena blanca?
- Si, capitán- y
hundo la pala (¿no era un bolígrafo hace un momento?) en el suelo.
- ¡Panqueques de a
ocho! ¡Panqueques de a ocho! - exclama el loro.
- Piezas, capitán
Flint…- murmura el hombre, que ahora habla más lentamente, atento a lo que hago
-¿Aún nada, Jim?- me pregunta al cabo de un rato.
- Aún… nada…
capitán- contesto resollando entre palada y palada.
- Pues sigue
cavando muchacho. Algo aparecerá antes o después.
Me dispongo a
contestar cuando la pala golpea sobre metal. Paleo más arena frenéticamente,
ansioso por dejar al descubierto mi hallazgo. Observo maravillado lo que la X
ocultaba y pregunto -¿Cuánto de esto es mi parte, capitán?
- ¿Tu parte? - y
su voz se oye ahora muy tenue, muy lejana -Todo lo que logras arrancar al mapa
en blanco te pertenece, Jim.
- ¡Páginas de a
ocho! ¡Páginas de a ocho!- grazna el loro.
Levanto la vista para mirarlos, pero al mismo tiempo la bajo para mirar la hoja. Ellos han desaparecido, pero la hoja ya está escrita hasta más de la mitad, y la pequeña X que dibujé en el centro está ahora cubierta por una palabra cualquiera.
RETO 2: Elige una
historia ampliamente conocida y escríbele tres inicios totalmente distintos.
Juega con el tiempo verbal, el narrador, el tono...
LOS
TRES CERDITOS Y LA LOBA (1)
Oculta en su madriguera, la loba babea solo de pensar
en lo que va a hacer. Esos tres puercos se la van a pagar. Con lágrimas en los
ojos, que resbalan por sus peludas mejillas, recuerda el día que volvió a su guarida
solo para encontrarse a su camada destrozada.
Les había repetido una y otra vez que no abandonaran
las seguras estrecheces de la cueva. Que no salieran hasta que ella regresara. Pero
sus lobitos habían ido creciendo más y más, y la curiosidad pudo con ellos. Cuando
regresó al cabo de dos días con una presa entre los dientes, lo único que
encontró fue a esa enorme cerda, a pocos metros de la entrada de la guarida, dándose
un banquete con sus pequeños. Ese rosado monstruo de impúdica piel lisa,
carente de honesto pelaje, comiéndose con horrenda glotonería a sus cachorritos,
engulléndolos casi enteros.
Recuerda haber saltado contra la bestia rosada y haberle
clavado las zarpas en el lomo, pero estaba extenuada tras una larga y casi infructuosa
cacería, y la bestia era grande, fuerte y resbaladiza. La bestia la aplastó con
su mero peso y salió corriendo, mientras la loba aullaba de dolor físico y
espiritual.
Esta vez va a ser diferente. La cerda había muerto, no
por su mano, desgraciadamente, pero había parido su propia camada de cerditos antes
de hacerlo. Tres cerditos con los que la loba piensa resarcirse del daño que le han hecho.
Poco le importa si es justo o no, porque cuando el corazón grita, la razón
calla. La loba se mueve sinuosa hasta el linde del bosque, y observa la casita
de la primera de sus presas, fabricada de papel mache. Y abriendo al máximo su
babeante mandíbula, aúlla con toda la fuerza de sus pulmones ¡Venganzaaa!
LOS TRES CERDITOS
Y EL LOBO (2)
-Ponme una
cerveza- gruñó el lobo al mesonero tejón, mientras señalaba con la zarpa la
mesa en la que se iba a sentar a esperarla.
En la mesa estaba
Papá Oso, un viejo colega, que contemplaba pensativo su jarra de aguamiel casi
vacía. “Problemas con la parienta, seguro” pensó el lobo mientras se sentaba a
la mesa sin preguntar.
-Hey…- murmuró
Papá Oso, sin apenas levantar la vista de su jarra.
-Que mala cara
tienes, peludo. Siempre has sido feo, pero hoy…
Papá Oso no le rio
la gracia esta vez. Lobo pensó que quizá no le apetecía hablar de sus
problemas, así que empezó él.
-Voy a tener que
hacer algo con esos cerdos. ¿Ya te hablé de ellos verdad?
Papá Oso tardó en
responder. No parecía haberle oído, pero finalmente dijo:
-¿Los de las tres
casitas de papel, madera y ladrillo?
-Si esos. Los muy
marranos están de fiesta día y noche, con la música a tope. Cuando no es uno,
es el otro. Yo les he dicho ya un montón de veces que mi oído es mucho más
sensible que el suyo, y que lo que para ellos es música, para mi es ruido, pero
nada.
-Menudos cerdos…
pero oye ¿que puedes esperar de los sin pelo? Nada bueno, te lo digo yo.
-Ya… ¿Sabes? Había
pensado ocuparme de ellos. El problema es el hermano mayor. A los otros dos podría
derribarles las chabolas, pero el mayor tiene una casa de ladrillo, y no se que
hacer con eso.
-¿Y el truco que
usaste con aquellos tres cabritillos?
-Naaa. Demasiado conocido ya.
-Pues no que se
decirte. No puedo pensar en nada desde que me echaron de casa.
El lobo pegó un
bote en su asiento. Justo en ese momento el tejón le trajo su jarra de cerveza,
y el lobo esperó a que se alejara para seguir con la conversación.
-Cuenta, cuenta-
apremió pasándose la lengua por el hocico lleno de espuma -¿Te peleaste con la
parienta o qué?
-¡No! Nada de eso.
Se nos metió una okupa en casa.
-¡Que me dices!
-Si. Salimos a
pasear Mamá Osa, Osito y yo, y al volver nos encontramos con una rubia
durmiendo en nuestras camas y comiéndose nuestras gachas. Y el búho leguleyo nos ha
dicho que legalmente no podemos echarla hasta dentro de cinco inviernos como
mínimo
-Tío… no tenía ni
idea, de verdad.
-Y lo peor es que
me sobra fuerza para derribar la puerta o atravesar el muro a la carga, pero si
lo hago, resulta que el malo de la historia soy yo… ¡y es mi propia casa!
El lobo meditó unos
segundos lo que acababa de oír. Luego, con voz zalamera, dijo: -¿Sabes? Para mí
no sería nada difícil colarme por una ventana abierta y dar buena cuenta de esa
rubia. Recuperarías la casa y tú no tendrías nada que ver… del mismo modo que a
ti no te supondría un gran esfuerzo derribar el muro de una porqueriza de
ladrillos ¿verdad?
Papa Oso levantó
su triste mirada de la jarra casi vacía
-¿Qué quieres
decir, lobo?
El lobo hizo un
gesto al tejón para que le trajera otra jarra de aguamiel al oso.
-Dime, amigo… ¿Has
visto “Extraños en un tren”?
LOS TRES MARRANOS
Y EL LOBO (3)
El inspector Lobo frunció
el ceño al ver las tres casitas que se alienaban en el terreno cuyas medidas le
habían enviado a comprobar. ¿Qué hacían allí esas casitas? Fue hacia la puerta
de la que tenía más cerca y llamó con la garra.
Al segundo toque,
la puerta se rompió. Resultó que era una lámina de papel. Un cerdo muy enfadado
abrió lo que quedaba de la puerta, que en lugar de por bisagras estaba sujeta
al muro (también de papel, al parecer) por tiras de celofán adhesivo.
-¡¿Qué carajo
haces rompiendo mi puerta, capullo?! ¡Ahora me la vas a pagar!
-Perdone usted,
señor cerdo. Se ha roto sola….
-¡Se ha roto sola!
¡Se ha roto sola! ¡Será imbécil!- El cerdo trató de cerrar de un portazo su
puerta de papel, pero no logró otra cosa que rasgarla de lado a lado.
-¡Mira lo que me
has obligado a hacer! ¡Te voy a denunciar! ¡Esto es acoso! ¡Y todo porque soy
un cerdo! ¡Racista!
-Disculpe otra vez,
don marrano- replicó el lobo educadamente pero ya algo molesto -Puesto que saca el
tema de las denuncias, quisiera ver su permiso para edificar aquí. Esto es
propiedad privada del Consorcio Conejero.
El cerdo se puso hecho
una furia. Arrancó de un bocado un trozo de
la pared, lo masticó hasta hacer una bola empapada en saliva, y se la escupió
al lobo en pleno pecho.
-¿Permiso? ¿Quieres
ver mi permiso para construir aquí? ¡Utilicé todos mis papeles para fabricar la
casa, idiota! ¡Mira a ver si el permiso para construir está ahí!- y señaló con
una sucia pezuña a la húmeda bola de papel mascado.
El lobo, cuya
paciencia se agotaba por momentos, se ajustó sus delicadas lentes y sacó un
brillante silbato del bolsillo de su chaqueta.
-Le ruego que
atienda a razones, o soplaré, soplaré y soplaré este silbato, hasta que venga
un guardia y ordene derribar su casa ilegal.
El puerco se rio
marranamente.
-¡Mira, idiota! ¡Mi
hermano mayor está en el sector inmobiliario! ¿De veras quieres meterte con el
gremio del ladrillo? ¿No sabes el dinero que mueve el ladrillo en esta región?
Lanzando una grosera
carcajada, el muy cerdo intentó dar otro portazo, y lo único que logró fue
arrancar el resto de la puerta de papel. Gruñendo porcinas obscenidades, se dio la
vuelta y se adentró en la casa contoneando los jamones, y dando la conversación
por zanjada.
“Muy bien” pensó
el lobo. “Usted ha elegido, no yo”. Y se llevó lentamente el silbato a la boca,
mientras hinchaba sus potentes pulmones.
Me quito el sombrero, tienes una imaginación portentosa y escribes muy bien.
ResponderEliminarHe leído las premisas y, sobre todo con la primera, no se me ocurre nada.
No es nuevo, puesto que tienes muy buenos relatos publicados en el blog.
Ahora espero impaciente los suplementos.
¡Gracias, gracias! 🤗 Intentaremos que todos los días del mes tengan su suplemento correspondiente. Después de todo son son... ¿veintinueve mas? Madre mía ¿Por que no harán estas cosas en febrero?
EliminarNo puedo decir que estoy asombrada por estos relatos porque se de lo que eres capaz cuando cojes papel y lápiz y dibujas palabras sobre el material de madera trasformado.
ResponderEliminarPero sí puedo decir que estoy admirada por sacar de tu cabeza y de tu mano estas creaciones en tan poco tiempo y a contra reloj.
Enhorabuena !
¡Muchas gracias! La verdad es que escribir es terapéutico. Muchas veces me pongo a escribir frases sueltas según se me van ocurriendo solo por escribir algo. Pero si encima hay alguien proponiendo temas, pues más interesante me lo ponen 😁
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