EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Las aventuras de Gran Visir Iznogud es una serie de comics ambientada en la Arabia mítica de Las mil y una noches. El protagonista principal es Iznogud, el gran visir. Su sueño es suplantar al califa en el trono, cosa que no cesa de repetir con su icónica frase “¡Quiero ser califa en lugar del Califa!” que a menudo grita en medio de una rabieta mientras aporrea con los puños suelo y paredes.
Las historias son de estilo cómico y satírico, y están repletas de juegos de palabras, muchos de los cuales, por desgracia, se pierden con la traducción. El propio nombre del personaje, Iznogud, es una transcripción fonética un tanto forzada (para que suene a nombre árabe) de He´s no good (Él no es bueno) lo que ya nos da una idea bastante aproximada de su carácter. El personaje y trasfondo fue creado en 1968 por René Goscinny, guionista también de otros grandes éxitos de la época como Lucy Luke y Astérix el galo, por citar solo a los más famosos.
La edición española fue desordenada. El que comentaremos hoy (el único que tenemos, por el momento) aparece como el nº 12 de la colección, pero en realidad es el tercero según la edición original francesa. Afortunadamente, las historias de Iznogud eran independientes unas de otras. Nada de lo que ocurría en una influía o era recordado en el resto. Las historias no tenían continuidad, y podían ser leídas en cualquier orden.
Todas tienen la misma temática. Iznogud, ayudado (y en ocasiones involuntariamente estorbado) por su criado Dilá Lará, trama un plan para eliminar indirectamente al Califa, y subir al trono en su lugar. El califa en cuestión es un muchachote confiado, ingenuo y bonachón que no ve maldad ninguna en su visir, y acepta sin vacilar todas sus propuestas de viajar a lugares peligrosos, probar mejunjes extraños, juguetear con objetos malditos, o proclamar leyes absurdas, todo ello preparado por Iznogud y encaminado a quitarle de en medio. Naturalmente, los planes de Iznogud siempre fracasan, volviéndose en su contra y dejando al Califa indemne, y sin que llegue a enterarse nunca de lo que su gran visir (al que suele referirse como “Mi buen Iznogud”) pretendía hacerle.
Las vacaciones del Califa recopila cuatro historias cortas en las que Iznogud intentará llegar a ser califa en lugar del califa aprovechando el periodo vacacional.
En Las vacaciones de verano o La mar de atentados, Iznogud convence al Califa para ir a pasar unos días a la playa ellos solos, acompañados únicamente de Dilá Lará, diciéndole que así se librará del tedio y el agobio de ir acompañado de toda su cohorte y escolta.
Intentará ahogarlo, matarlo de insolación, hacer que se lo coman los tiburones, enterrarlo en un foso en la arena, hacerle navegar en un diminuto bote en medio de una fuerte tempestad, y abandonarlo en un peñasco alejado de costa que la subida de la marea cubre. Naturalmente, al final de las vacaciones el Califa se lo ha pasado de fábula e Iznogud termina en la cama, luchando por su vida de puro agotamiento físico y emocional.
En Deportes en el califato, un viajero le habla a Iznogud de algo que ha visto en lejanos países, la nieve, y la mente de este se llena de posibilidades: resbalones, avalanchas, congelación… como en Bagdad no hay nieve, recurre a un mago meteorológico para que convierta una amplia zona del desierto en una extensión de dunas de nieve. Lleva al Califa a hacer esquí con la esperanza de que se estrelle o despeñe descendiendo por alguna duna especialmente alta, aunque por un motivo u otro los golpes siempre termina llevándoselos él.
En El crucero del Califa, Iznogud invita al Califa a un crucero (en el que será el único pasajero) en un destartalado barco con el nada halagüeño nombre de Catástrofe XXVII. Por azares del destino, el barco zarpa no solo con el Califa, sino también con Iznogud y Dilá Lará a bordo.
Arrastrados por un temporal, no tardan en irse a pique. Los náufragos logran llegar a nado a algunas pequeñas islas donde son atacados sucesivamente por caníbales, un cíclope, un ave roc, y una secta que intenta sacrificarlos. Finalmente llegan a una playa maldita donde todo el que vuelve la vista atrás se convierte en una caracola. Adivinad quién es el único que lo hace, antes que el resto sean rescatados por un barco que pasaba por allí.
Para terminar, en La bombona de Gasbuthano, un vendedor ambulante de souvenirs llega al palacio del Califa. Iznogud le compra una enorme garrafa de una poción mágica, que según el vendedor, convierte a quien se beba la última gota en una cochinilla o bicho-bola. Iznogud entiende que esto significa que la misma persona debe beberse hasta la última gota de la poción para que tenga este efecto, pero no. Literalmente, solo convierte en cochinilla a la persona que se beba la última gota vertida desde la garrafa. Iznogud se pasa todo el capítulo inventado excusas para hacer que el Califa beba vasos de la poción uno tras otro, que además tiene un sabor repelente y no se puede mezclar con nada para disimularlo.
Cuando solo queda un pequeño chupito y el Califa accede a beberlo, Iznogud se emociona tanto que se desmaya. El Califa, preocupado por él, trata de reanimarlo haciéndole beber el único liquido que tiene a mano: el vasito que Iznogud acaba de entregarle con las últimas gotas de la poción.
En fin… otro número más en el que Iznogud no consigue ser califa en lugar del Califa.
Las vacaciones del Califa. 1968. René Goscinny (guion) Tabary (dibujo). Las aventuras del gran visir Iznogud nº 12. Publicado por Grijalbo / Dargaud en 1991.
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