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domingo, 7 de julio de 2019

ASTÉRIX EL GALO

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Esta es una de las grandes colecciones de comics europea, creada a finales de los años cincuenta por los franceses René Goscinny y Albert Uderzo. Traducida a más de cien idiomas, reeditada hasta la saciedad, inspiración para videojuegos y películas (pero curiosamente, muy pocas líneas de juguetes), la historia gira en torno a una pequeña e irreductible aldea gala, en una Francia totalmente dominada por los romanos. Como no tenemos todos los números, a medida que vayamos consiguiéndolos y comentándolos reordenaremos los enlaces para que puedan leerse mas o menos en su orden cronológico. 

A la orilla del mar y rodeada por campamentos llenos de legionarios, su situación podría parecer desesperada, pero no lo es en absoluto. Cuentan con una poción mágica preparada por su druida que proporciona a los aldeanos una fuerza sobrehumana, que les basta para mantener a raya al invasor.
En este primer número, que toma el mismo nombre de la colección, los romanos intentan apoderarse de esa poción raptando a Panorámix, el druida del pueblo, con lo que Astérix se presentará en el campamento donde lo retienen para rescatarlo. No a base de fuerza bruta, sino tomándoles el pelo una vez tras otra, hasta que el propio Julio Cesar, impresionado por su arrojo, les deja marchar. 

Obélix era un personaje secundario en esta aventura, uno de los galos del pueblo con algo más de protagonismo que el resto, pero pronto pasó a convertirse en el inseparable compañero de Astérix. Julio Cesar también sería un personaje habitual, y curiosamente, a pesar de ser el principal enemigo de los protagonistas y tener frecuentes ataques de ira, también se daba de él una imagen noble.

La ambientación de estas historias estaba muy bien cuidada a pesar del carácter cómico. En sus páginas encontrabas, sin ser consciente de ello, muchos datos históricos y geográficos. Con unos diez años que debía tener cuando comencé a leerlos, yo ya conocía pueblos como los romanos y los egipcios, sobre todo por películas como Los diez mandamientos, Ben-Hur, Rey de Reyes o En tierra de faraones. Pero en Astérix te encontrabas con godos, mauritanos, griegos, germanos, espartanos, fenicios… cada uno con un aspecto, vestuario, costumbres, y expresiones bien diferenciadas. Un conjunto de tópicos, por supuesto, pero es que los tópicos, por ser exageraciones, son fáciles de recordar. 

Los piratas abundaban en los viajes por mar en estas historias. Siempre eran los mismos, y otro recurso cómico en realidad, pero está documentado que Julio Cesar organizó largas y costosas campañas contra los piratas porque infestaban las aguas costeras y suponían un peligro constante para el comercio. 

La terminología empleada era muy instructiva. En las películas de romanos de la época se hablaba de lanzas y monedas, pero en Astérix, estos elementos aparecían nombrados como pilums y sestercios. Muchas palabras aparecían con su nombre latín acompañadas de una nota a pie de viñeta con su correspondiente traducción. Cuando los personajes viajaban, nombraban a las poblaciones por las que pasaban tal como se llamaban en esa época, y de nuevo una nota a pie de viñeta te informaba de su nombre actual. Esto te permitía, provisto de un mapa, hacer un seguimiento aproximado de su ruta. Sinceramente, creo que aprendí más de historia antigua leyendo estos comics que con las tediosas lecciones que recibí en el colegio sobre las guerras púnicas y médicas. Y lo hice divirtiéndome, y sin darme cuenta.
Aparte de pelear con los romanos y los piratas, los galos no perdían la ocasión de enzarzarse unos con otros en tremendas discusiones que a veces terminaban con todo el pueblo enfrentado a gritos o llegando a las manos. Era habitual que el herrero se pelease con el pescadero, que los porteadores de Abraracúrcix (el jefe del pueblo) lo abandonaran dejándole caer al suelo, o que alguien amordazara a Asurancentúrix (el bardo) para impedirle cantar. 

Los propios Astérix y Obélix, siendo los mejores amigos que uno pueda imaginar, se enfadaban uno con otro a menudo. Discutían por tonterías o por celos. Un par de veces se enfrentaron por la atención de una mujer. No les duraba mucho el enfado, demostrando que su amistad era verdadera, pero había ocasiones en que todo el pueblecito quedaba a un tris de acabar demolido, no por los invasores romanos, si no por los propios habitantes.

Algo muy característico del comic europeo originado en esa época es que todas o la gran mayoría de las historias terminaban más o menos igual: una persecución furiosa en el caso de Mortadelo y Filemón, un jinete cabalgando hacia el horizonte en Luky Luke, una nave viajando perezosamente por el cosmos en Valerian… y un gran banquete a la luz de una fogata en Astérix. Y esto es algo que siempre aprecié mucho en estos comics: que después de todas las peleas, malentendidos, gritos y rabietas de los personajes, todo quedaba en nada y se reunían en torno a una mesa, bajo las estrellas, compartiendo calor y comida, tal y como deberían terminar todos nuestros conflictos con la familia y los amigos en la vida real.

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Astérix le galais. 1962. René Goscinny (guion) Albert Uderzo (dibujo). Publicado en 2004 por Ediciones Salvat.

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