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EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                              ¡ALERTA DE EXPOILERZ!

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

La época de la Guerra Fría se caracterizó, entre muchas otras cosas, por ser el momento de la historia en que más cerca estuvo la humanidad de desencadenar una guerra atómica a gran escala. Quizá fue esa sensación de destrucción inminente lo que hizo que la gente fuera mucho más creativa y original entre los 70 y los 90 que en décadas anteriores y posteriores. Por la misma razón, fue la época dorada de las historias postapocalípticas, como esta que veremos hoy.  

En un año sin especificar a finales de los 90 (el bolsilibro se escribió en 1973) la Tierra está a solo siete horas de una inminente guerra atómica global. La mayor parte de la humanidad está mas unida que nunca, pero ha aparecido un movimiento político-religioso conocido como los Wizards (Hechiceros) que se ha extendido rápidamente por África, India y los países islámicos. Los Wizards han creado una nueva religión basada en la magia negra, que ha pasado a controlar los gobiernos de los países en los que se ha introducido de forma masiva. Su política es invasiva y absolutista, y una guerra mundial es ya inevitable.

En previsión de esto, se ha creado un programa de últimos supervivientes. Cinco hombres y cinco mujeres son lanzados al espacio una hora antes de que las bombas atómicas comiencen a llover por todo el planeta, en una órbita elíptica que los devolverá a la Tierra pasados doscientos años. Su misión será, si ello es posible, reconstruir algún tipo de civilización y repoblar el planeta. Se les ha elegido buscando la mayor diversidad genética posible, hasta tal punto que una computadora ha determinado incluso con quien debe tener hijos cada uno.

Llegado el momento, se envía a los diez astronautas al espacio, haciéndoles creer que es solo otro simulacro más, para evitar que ninguno se eche atrás en el ultimo momento. Cuando una grabación les informa de su verdadera situación, ya no hay nada que puedan hacer salvo aceptarlo y dormir durante los siguientes dos siglos.

Cuando despiertan, se encuentran en la órbita de un planea que no reconocen, pero que es identificado como la Tierra por los instrumentos de a bordo. La destrucción provocada por la tercera guerra mundial ha sido tan extensa que incluso la forma de los continentes ha cambiado. Todo es un vasto erial, sin rastro de bosques, ciudades, ni tan solo carreteras. Solo encuentran unas pocas zonas con algo de vegetación, y una isla donde esta abunda. Es el lugar más prometedor, así que se dirigen a ella.

La isla parece haber quedado milagrosamente a salvo de la devastación. No solo tiene vegetación, rastros de vida animal, y carece de radiación residual, sino que hay incluso una estructura artificial que ha sobrevivido a la guerra y el paso del tiempo… un castillo de aspecto medieval. ¿Y que es un castillo medieval sin fantasmas y/o monstruos? En este caso, serán monstruos.

Cuando exploran el castillo, lo primero que encuentran es una gran cantidad de esqueletos humanos amontonados en el patio. Normal tras una guerra… pero estos esqueletos son lo bastante recientes como para tener todavía restos de carne y atraer a aves carroñeras. Cuando se adentran en las cámaras interiores, son atacados por una horda de seres que parecen un cruce de humanos y murciélagos. Logran escapar de ellos a base de acribillarlos a tiros y deslumbrarlos con las linternas, pero no son el único peligro de la isla.

Uno de los hombres es atacado poco después por un humano deforme de aspecto salvaje que le abre el cráneo de un hachazo, mientras exploraba el bosque que rodea al castillo. Al parecer en la isla hay también una tribu de humanos que han vuelto a la vida en las cavernas, como en la prehistoria. Se alimentan de pequeños rebaños de ovejas y cabras, y a su vez los vampiroides se alimentan de ellos. A eso se reduce el equilibrio ecológico del lugar. 

A los recién llegados, los vampiroides los ven como comida, y los cavernícolas, como enemigos. Noel, el comandante del grupo, decide que el mayor peligro son los vampiroides, y que es preciso acabar con ellos si han de establecerse allí. Junto con Karen, la pareja que le asignó la computadora (con la que se lleva peor que mal, por cierto) se adentra de nuevo en el castillo, llevando varios paquetes de explosivo plástico para demoliciones. Bajan hasta los sótanos, donde estos seres, a la manera de los murciélagos, se reúnen para dormir colgándose del techo bocabajo. Una vez allí, tras abatir a unos cuantos con ametralladoras y alejar al resto con gas lacrimógeno, emplazan las cargas de demolición y se retiran para detonarlas por control remoto desde el exterior.

La explosión resultante hace estallar todo el castillo, matando a la mayoría de los vampiroides, y provocando un temblor de tierra. Resulta que la isla no lo es en realidad. Se trata de un enorme trozo de montaña enclavado sobre un iceberg aún mayor, flotando a la deriva en el mar. Es lo que pasa cuando libras una guerra mundial mezclando armas nucleares y magia negra a gran escala, supongo. La explosión del castillo ha agrietado el iceberg, y toda la isla se está hundiendo.

La tribu de cavernícolas resultan ser los descendientes un grupo que sobrevivió a la guerra y al breve y desastroso gobierno de los Wizards que siguió a esta. Los Wizards establecieron en la isla-iceberg un laboratorio biológico donde crearon a la raza de los vampiroides a partir de prisioneros y esclavos. Entre ellos hay un anciano que estuvo al cargo del laboratorio hasta que toda ilusión de control se terminó de desmoronar, y optó por liberar a los prisioneros. Lo que hay en la isla, vampiroides, cavernícolas, y él mismo, son los últimos humanos que quedaban en el planeta hasta el regreso de los astronautas.

Y el hundimiento inminente de la isla-iceberg los condena a muerte. Noel y los suyos se salvan gracias a su nave, pero no pueden (ni quieren, en realidad) llevarse a los cavernícolas mutantes con ellos. Vuelan hasta la costa dejando atrás a los mutantes y los vampiroides, salvando solo al anciano Wizard. Pero este, al ver hundirse la isla y a su tribu con ella, muere de un ataque al corazón.

Los astronautas se establecen en uno de los pequeños parches de vegetación que ya habían observado, dedicando el resto de su vida a sembrar patatas (o lo que sean las semillas que lleven para sembrar) y a tener montones de hijos. Tampoco parece una mala vida, después de todo.

En esta ocasión no puedo decir aquello de “al final, la pareja protagonista se casa” porque ya quedaron automáticamente casados por contrato cuando la computadora estableció las parejas de cría. Pero sí es cierto que a lo largo de la trama la actitud de Noel y Karen va cambiando a mejor. Por tanto diré que, al final, la pareja protagonista se quiere.

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El último reducto. 1973. Ralph Barby [Rafaél Barberán] (texto). Angel Badía (portada). La conquista del espacio nº 138. Editorial Bruguera S.A.