EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Tras ver lo que publicaron ayer Wormy y Leechy, he decidido continuar con el tema de las momias, pero de otro tipo diferente, pues no todas las momias visten vendas ni todas se encuentran en pirámides. Además, hace tiempo que no repasamos ninguno de los bolsilibros de ciencia ficción de Rafael Barberán, y creo que podemos solucionar ambas cosas a la vez con este.
Tiene un título bastante llamativo. Título y portada son los ganchos con los que se atrae la atención del posible comprador, y en ocasiones el título, buscando ser lo mas llamativo posible, es engañoso y casi sin relación con la trama ¿Será el caso de este libro? Bueno, veámoslo.
La humanidad, en su expansión por el universo, ha salido hace poco del sistema solar. Por el momento ha conocido a una sola raza alienígena avanzada, los diwon, que a su vez tampoco tienen noticia de otras razas desarrolladas además de los humanos. Los diwonitas, tal como se los describe, deben ser algo parecido a los Gorn de Star Trek: altos, musculosos, zarpas afiladas, mandíbulas llenas de grandes dientes, piel cubierta de duras escamas...
El protagonista es Arthur, un humano que tiene un pequeño negocio de exploración espacial. Ganó una cierta fama porque fue el primer humano en salir del sistema solar, pero la fama no le ha reportado dinero y el asunto está casi olvidado. Su único empleado es otro humano llamado Zringi. Recorren el espacio en una modesta nave haciendo pequeños encargos o buscando cualquier cosa que puedan vender, como chatarra espacial o asteroides con depósitos de minerales.
En uno de sus vagabundeos encuentran una nave de extraño diseño, que claramente no es humana ni diwonita. Parece estar a la deriva, moviéndose por inercia, y no da señales de vida. Ambos la abordan para explorarla, y encuentran una tecnología desconocida. La nave está expuesta al vacío, pero las computadoras todavía tienen alguna actividad residual. Y en una habitación a la que acceden, descubren cinco cuerpos momificados de forma natural, tumbados en literas.
La baja temperatura, la falta de oxigeno y la asepsia del espacio los ha conservado y curtido. Lo único que aún se mueve en la nave, es un robot de defensa. Arthur logra desactivarlo, pero decide no destruirlo, convencido que sus bancos de datos serán más sencillos de interpretar que los de la nave.
La nave, con su robot y sus momias son remolcadas hasta Ganimedes, la luna de Júpiter, donde existe una colonia conjunta humano-diwonita que no está sujeta a las leyes de ninguno de estos mundos.
Arthur pretende vender allí la nave, porque si la lleva a la Tierra será confiscada por su interés científico y a él le darán una mínima compensación. Tan pronto como la estaciona en la órbita, pues la nave extraña no está preparada para aterrizar, ya tiene un comprador interesado en ella. Demasiado interesado, en realidad. Un diwonita llamado Gorgow, algo así como el gobernador en las sombras de Ganimedes, quiere esa nave. Él fue expulsado de Diwon al tratar de apoderarse por la fuerza de su mundo, y huyendo de éste se refugió en Ganimedes, donde ni las leyes de Diwon ni los pactos de su mundo con la Tierra pueden alcanzarle.
Gorgow ofrece a Arthur una sustanciosa cantidad; diez mil libras (unos cuatro mil quinientos treinta y seis kilos) de diamantes de cinco kilates, que parece ser la moneda estándar adoptada entre la Tierra y Diwon para el comercio interplanetario. También le deja claro que lo matará y le robará la nave si no quiere vendérsela. Lo de comprársela como primera opción es solo porque la noticia del encuentro de la nave ya ha trascendido y prefiere tener un documento de compraventa legal cuando esta cambie de manos, para cubrirse un poco las espaldas. Alude incluso a motivos elogiables. Afirma que su interés por la nave se debe a que conoce el planeta del que procede y desea devolverla, junto con las momias, a sus legítimos propietarios y familiares, a los que le une una buena amistad.
A Arthur no le impresiona ni la suma ofrecida ni las amenazas de Gorgow, y desde luego tampoco se cree sus altruistas motivos. Sospecha que el interés de Gorgow en las momias es muy diferente. ¿Quizás...?
Bueno, no descartemos ninguna posibilidad de momento. El caso es que Arthur se niega a venderle la nave. Esto le cuesta tener que huir de la entrevista de negocios con Gorgow abriéndose paso a golpes y tiros entre sus sicarios.
El día antes de esta reunión, Arthur se había reencontrado con Minerva, una vecina de la infancia, que ahora trabaja como stripper en un bar. Celebran el suceso retomando su antigua amistad… con un montón de interesantes extras. Toda esta parte está muy detallada y nada mal narrada, la verdad, pero me ha parecido demasiado larga para lo corto que es el libro. Entiendo que se hace para que resulte mas creíble el inmediato enamoramiento de ambos, pero siendo esto lo habitual en los bolsilibros creo que no hacía falta extenderlo tanto. El lector acérrimo de pulp, simplemente ya cuenta con que el y la protagonistas se enamoren a poco contacto que tengan a lo largo de la historia.
Ante la insistente negativa de Arthur, Gorgow, que sabe todo cuanto ocurre en Ganímedes, rapta a Minerva para torturarla hasta que Arthur acceda a venderle la nave. Este, como no, cede al chantaje. Recupera a Minerva, cobra los miles de kilos de diamantes prometidos, y deja la nave en las codiciosas garras de Gorgow… pero antes se asegura que éste no la disfrute tanto como esperaba. Arthur y Minerva se casan y asientan la cabeza, Zringi hereda la nave de Arthur y recibe su porcentaje de diamantes como codescubridor de la misma, y todo acaba mas o menos como se esperaba.
¿Y que pintan las momias en todo esto, en realidad? No llega a saberse. Puede que murieran en sus literas al averiarse la nave, o que la nave fuera lanzada al espacio con los cinco cadáveres dentro a modo de funeral vikingo. El verdadero interés de Gorgow en la nave era su fuente de energía. Él sabía que fue construida por los nakru, una raza desconocida por los humanos y por la inmensa mayoría de diwonitas. Y sabía también que esas naves disponen de una fuente de energía abrumadoramente superior a las de las naves terrícolas y diwonitas, con la que pensaba hacer otro intento de conquistar su planeta.
El robot de seguridad es también una mini trama abandonada. Parece que va a tener algún papel importante, que van a extraer alguna información vital de sus bancos de datos, tal como tenía intención de hacer Arthur en un principio, pero esto al final no ocurre. Hay un momento en que se reactiva y mata a un par de peritos que estaban a bordo tasando la nave, pero simplemente lo vuelven a desactivar y ahí acaba la cosa.
Así pues, parece que lo de las momias del título sí era más un reclamo que otra cosa. Hubiera preferido una historia sobre un tipo que se dedicase a viajar por el espacio coleccionando momias, o a la compraventa de estas, por ver como el autor desarrollaba los entresijos de tan peculiar negocio.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
Compro momias siderales. 1980. Ralph Barby [Rafaél Barberán] (texto). Jorge Sampere (portada). La conquista del espacio nº 500. Editorial Bruguera S.A.
No lo entiendo ¿Grogow rapta a Minerva y Arthur accede a venderle la nave? ¿Al final todos ganan?
ResponderEliminarBueno, le vende la nave con todo su contenido... incluyendo unas cuantas bombas de regalo. No queda mucho de la nave, de las momias ni de Gorgow despues de la transacción.
EliminarPues esa insatisfacción que te ha creado te sirve de semilla para uno de tus fantásticos relatos 😊
ResponderEliminarSí, se podría escribir algo sobre eso. Lástima que no pueda reaprovechar el título, porque "Compro momias siderales", así, como si fuera el anuncio por palabras de un periódico, es insuperable.
EliminarPues sí... Porque "Adquiero cadáveres en aceptable estado de conservación por embalsamamiento de más allá de las estrellas" no queda tan original...
EliminarInteresante! La primera parte es una especie de Horizonte final (hace mucho que la vi, no recuerdo muy bien como iba la historia), y lo que sigue, también escurioso, aunque ya según relación con esa película.
ResponderEliminarDa la impresión que la historia cambie de tercio totalmente a partir de cuando remolcan la nave a Ganímedes. Las momias y el robot pierden de pronto casi todo el peso en la trama que tenían y la historia se centra en otra cosa. Puede que el autor tuviera planeada una cosa y decidiera cambiarla por otra a mitad de la obra, o puede que lo que cambiara fuera el autor. Rafaél Barberán y su mujer compartían seudónimo, y aunque cada uno tenía sus temáticas (y de la ciencia ficción se encargaba él) de vez en cuando escribían de forma conjunta o se terminaban los libros uno al otro como quien termina las frases de su pareja.
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