EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
No hemos publicado en un par de días porque estábamos repeliendo una invasión de Portadores de la Plaga de Nurgle a nuestro planeta. Portadores de la gripe, concretamente. Pasada la peor parte de la fiebre y las alucinaciones (que oye, han tenido su gracia después de todo), retomamos nuestra actividad habitual publicando una entrada que teníamos en reserva y de la que no nos acordábamos ya ^_^U quizá porque esperábamos más del libro.
Tenia que ocurrir antes o después. Del mismo modo que aquí he llegado a reseñar bolsilibros de Berna que me han parecido buenos (dentro de lo que cabe) ahora reseño un bolsilibro de Garland que me ha parecido malo. Está bien escrito, pero pasa demasiado tiempo divagando. Lo que es la historia en sí es muy breve y muy simple, casi algo anecdótico, y la mayor parte del texto parece de relleno.
Lev, Ilonka y Alexis son tres cosmonautas rusos (bueno, del Bloque Este de la Unidad Mundial) cuya nave sufre una avería catastrófica. Incapaces de cambiar de rumbo, se resignan a terminar estrellándose contra una estrella o planeta, o viajar por siempre por el espacio hasta morir.
Su sorpresa es mayúscula cuando, viajando de esta guisa, llegan nada menos que al Olimpo de la mitología griega, un paraíso pastoral lleno de hierba, flores, árboles frutales y claros riachuelos. Allí tienen ocasión de montar a lomos de Pegaso, ser acosados por el incordiante sátiro Pan, rescatados de este por el heroico Teseo, y hablar personalmente con el mismísimo Zeus.
Todo esto resulta ser una ilusión creada para comprobar su carácter por los habitantes de Mox (el planeta en el que están realmente) que han interceptado su nave a la deriva. No me parecería mal si no fuera porque lo anterior ya representa un tercio del texto del bolsilibro y al final no lleva a nada.
Tras toda esta prueba ilusoria, los personajes son devueltos a la Tierra. Aparecen súbitamente en los familiares barracones de su base, discuten sobre lo que les ha ocurrido, si ha sido sueño, o ilusión, o hasta que punto puede haber sido real… y finalmente llegan a la conclusión que siguen sin estar en la Tierra, y se encuentran sumidos en otra ilusión. Efectivamente, Oresza, como portavoz de los habitantes de Mox, aparece ante ellos para darles unas merecidas explicaciones.
Todo el tiempo han estado en Mox. Tanto el Olimpo como la base de la Tierra, ha sido una alteración de la realidad creada por ellos mediante una máquina que poseen, el pináculo de su ciencia y tecnología, a la que llaman La Maquina de lo Imaginado. Este aparato les permite literalmente hacer aparecer físicamente cualquier cosa que deseen, y cambiar el aspecto de cuánto les rodea, incluido el suyo propio. No se muestran ante los humanos tal como son porque les resultarían repugnantes hasta la demencia según sus estándares, y por ello se les han presentado como figuras que inspiren en ellos una sensación de poder y autoridad. Todo ello estaba destinado a comprobar su carácter y valor, ya que necesitan su ayuda.
Os estaréis preguntado que ayuda pueden necesitar de tres cosmonautas sin nave una raza capaz de crear algo como la Máquina de lo Imaginado. Pues bien, necesitan su valor primitivo. Los habitantes de Mox han alcanzado (según ellos) tal grado de sabiduría y tal superioridad intelectual y moral, que todo acto de violencia les resulta impensable, incluso si es necesario para salvar su propia vida. Debido a esto, todo el planeta, las vidas de todos sus habitantes y la supervivencia de su civilización han sido puestos en jaque por tres brujas llegadas de otro mundo.
No digo brujas en sentido peyorativo, si no literal. Se trata de tres mujeres humanas que disponen de poderes mágicos malignos gracias a que han hecho un pacto con Satanás. Al encontrarse con un mundo en el que nadie levanta ni un dedo contra ellas, aunque vayan a torturar y matar a toda su familia, se han instalado allí y están arrasando el planeta por simple diversión. Que me perdonen los habitantes de Mox, pero su problema no es que sean demasiado civilizados, si no que son demasiado cobardes. El caso es que, básicamente, necesitan que los humanos les libren de las brujas antes que estas descubran donde guardan la Máquina de lo Imaginado y se apoderen de ella. Esta explicación se lleva otro tercio de la historia
Las palabras de Oresza resultan proféticas, porque tan pronto como las pronuncia todo alrededor de los cosmonautas recupera su auténtico aspecto, incluidos sus anfitriones. Sus horriblemente espantosos anfitriones, que parecen una cenagosa mezcla de ratas y lagartijas surgidas de una pesadilla de Lovecraf, comienzan a ser devorados por otras criaturas no menos espantosas o a ser alcanzados por chisporroteantes rayos verdes que los hacen estallar. Las brujas se han apoderado de la Máquina de lo Imaginado, y se presentan ante los humanos.
El aspecto de Lev les gusta y le ofrecen la posibilidad de unirse a ellas, mientras que Alexis e Ilonka son condenados a muerte, como todos los habitantes de Mox. Naturalmente, Lev (que está secretamente enamorado de Ilonka) se niega a seguirles el juego. Pero ¿qué puede hacer un simple humano contra el poder combinado de las brujas y de la Máquina? Pues al parecer, lo único que necesita Lev es precisamente eso, ser un imperfecto y a veces violento humano. Otro ser, de una raza diferente a la de Mox, que estaba por ahí persiguiendo a las brujas, le lanza un arma mágica. Él mismo no la usa porque… bueno, al parecer él también es demasiado civilizado para usarla y necesita que alguien violento y primitivo, como un hombre, haga el trabajo sucio. El arma, que se nos describe como una cruz curvada (¿será un hank?) extermina con insultante facilidad a las brujas. Basta con apuntarla hacia una bruja o a cualquier otra criatura básicamente malvada y desear acabar con ella para que esta sea desintegrada. Y claro ¿quién si no los estúpidos y violentos humanos son capaces de desear que algo como eso le ocurra a otro ser vivo?
La idea de que una civilización se vuelva tan bondadosa y socialmente avanzada que la violencia le horrorice hasta el punto de preferir extinguirse a usarla como un recurso más con el que salvarse, no me parece mala. Es algo que ya está empezando a ocurrir hoy en día, en países donde se trata a los criminales entre algodones y hay más preocupación por preservar el bienestar y dignidad del delincuente que de la víctima. Y que una raza muy avanzada busque la ayuda de una mucho más primitiva precisamente porque, al estar tan avanzados, la falta de dificultades reales los ha vuelto cobardes y delicados, tampoco la veo mal. Los propios humanos han pasado de enfrentarse a osos, tigres y mamuts con simples palos afilados, a venírseles el mundo encima y echarse a llorar si alguien les habla utilizando las vocales y pronombres gramaticalmente correctos en lugar de los que a ellos les apetezca oír en ese momento.
Lo que no me ha gustado de esta historia, es que dos terceras partes son otra cosa. Todo el asunto de su visita al Olimpo es tan largo, que creo que esa iba a ser la base de la historia, vio que no le estaba quedando como quería o no supo como continuarla, y cambio bruscamente el argumento a algo por completo diferente. Y lo de la base es una repetición de lo anterior, pero más corto y del todo innecesario. Cuando comienza realmente la historia, se pasa de presentarnos por fin a los enemigos al combate final sin apenas transición, porque ya no quedan páginas para contar más. Encuentro interesantes los puntos que ya he destacado, pero el resto se me a hecho muy aburrido, aún para ser de Garland.
A pesar de ello, hay que reconocer que nadie puede mantener el listón muy alto siempre. Garland ya puede darse por contento por haberlo mantenido muy alto casi siempre.
Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.
El sol de los dioses. 1972.
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