EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Hola, amigos cinéfagos!
La de hoy es una película complicada. El convertir a los niños en monstruos siempre lo es. La infancia vista como una amenaza (una amenaza real e inmediata, contra la que hay que disparar para sobrevivir, por ejemplo) es un tema delicado. No es la primera vez que se trata. Ahí tenemos desde El pequeño asesino de Ray Bradbury a ¿Quién puede matar a un niño? de Narciso Ibáñez Serrador, o Los chicos del maíz de Stephen King. El tema no es nuevo, pero no por ello impacta menos si se hace bien. Y en esta ocasión, se hizo muy bien.
La historia comienza con un hombre entrando en el dormitorio de su hijo para despertarlo como cada mañana, solo para encontrárselo sumido en un extraño coma. Acude al hospital con el pequeño en brazos, en busca de ayuda, pero este ya está abarrotado de otros hombres y mujeres en su misma situación. Todos los niños menores de nueve años, en todo el mundo, han caído en coma a la vez.
Diez años más tarde, la situación no ha cambiado. Ni uno solo de los niños ha salido del coma. Las mujeres siguen teniendo hijos, pero todos nacen ya en coma. Como esto no hace más que incrementar el gasto que supone mantener a la población comatosa con vida, han ido apareciendo leyes cada vez más estrictas para limitar unos nacimientos a todas luces improductivos.
Dos veces al día, todos a la vez, los niños comatosos sufren una breve serie de violentos espasmos y vuelven a sumirse en la inmovilidad. Siguen creciendo a ritmo normal. Los mayores de ellos tienen ya diecinueve años, al igual que la última generación de humanos no afectados por esa extraña condición cuya causa aún se desconoce. Lo cierto es que la humanidad se enfrenta a una lenta extinción, porque si nada cambia, llegará un momento en que no quedarán adultos vivos capaces de atender a los comatosos.
El protagonista es Tom. Vuelve a casa después de una temporada en prisión por matar a un hombre en una pelea de bar. Jean, su ex mujer no quiere saber nada de él. Se queda a dormir en casa de David, un amigo. David es el hombre que vimos en el hospital al inicio del film. Es uno de los que ha elegido cuidar personalmente a su hijo, y lo tiene en una de las camas de casa.
Del mismo modo que diez años atrás todos se durmieron a la vez, de pronto todos los niños despiertan a la vez. Y el suyo no es un buen despertar. Los espasmos que les hacían sacudir violentamente las extremidades y arquear la espalda dos veces al día, tenían como misión que la musculatura no se les atrofiase. Cuando despiertan, y sin mediar palabra entre ellos ni con los adultos, se lanzan contra estos y empiezan a matarlos a golpes.
A la extrema violencia de los niños se une el que parezcan estar unidos por una mente-colmena que los coordina a la perfección y les hace compartir habilidades y conocimientos. Los escasos supervivientes adultos a su ataque inicial tratan de defenderse, pero no tardan en darse cuenta que los despertados son inmunes al dolor. No se les puede incapacitar a base de heridas tan graves o dolorosas que harían rendirse a cualquier humano convencional. Para detenerlos, es necesario matarlos o lesionarlos hasta dejarlos paralíticos.
Tom, Jean, Sam (el hermano de Jean) y un puñado de supervivientes logran refugiarse en la iglesia del pueblo. Desde allí observan como un grupo de niños atrapan a un adulto en la calle. En lugar de matarlo inmediatamente, lo inmovilizan, y uno de ellos pone las manos en su frente unos segundos, como en trance, antes de romperle el cuello. Por el testimonio de otro superviviente, este parece ser el modo de actuar habitual de los niños cuando son los suficientes para inmovilizar a sus víctimas. Y lo hacen, como pronto se descubre, para absorber sus pensamientos más recientes, lo que tenían en mente justo antes de morir.
Si la situación ya parecía mala antes, esto la empeora hasta limites insostenibles. Los niños habían estado comportándose hasta ese momento como salvajes, lo cual daba a los adultos la ventaja de la racionalidad. Pero si los niños atrapan y matan de ese modo a un adulto que segundos antes estaba disparándoles con una pistola, todos aprenden de pronto a manejar armas de fuego. Si atrapan y matan a alguien que corría hacia su coche para huir, todos aprenden de golpe tanto a conducir coches como a averiarlos. La turba de niños con palos y herramientas se convierte en cuestión de minutos en un ejército de niños con pistolas y escopetas, negando a los adultos la única ventaja que tenían sobre ellos.
Tras una sucesión de enfrentamientos y huidas a ninguna parte, los supervivientes han quedado reducidos a Tom y Jean, y un grupo de niños armados los rodea en plena calle. Ella se prepara para morir, pero Tom tiene otra cosa en mente: sacrificarse.
Avanza hacia los niños y se deja atrapar por ellos sin oponer resistencia. Justo antes de que le maten, se concentra en un solo tipo de ideas: la importancia de la familia, los hermanos, los hijos, y todo lo bueno asociado a ellos. Los niños lo matan, y al hacerlo, estas nuevas ideas se introducen en su mente colectiva y empieza a propagarse de uno a otro como una plaga. Y dejan de matar a los adultos.
Todo lo ocurrido no ha sido más que un salto evolutivo natural de la humanidad, una nueva generación de seres humanos que ha reiniciado sus mentes desde cero, al haber desarrollado una mente colectiva como especie. Esta nueva humanidad necesitaba volver a aprenderlo todo, y lo ha estado haciendo a base de obtener conocimientos de las antiguas generaciones del único modo que su nueva condición les permitía.
Esta es, al menos, la interpretación que yo le doy. Si por algo llamó la atención esta película tras su estreno es porque los críticos oficiales se empeñaron en decir de ella cosas como que era incomprensible, que tenía un final sin sentido, que nadie la había entendido, que ni los actores eran capaces de explicar de que trataba... Para mí el final está clarísimo, y no hay otro posible.
La última escena de la película nos muestra a Jean, dormida en una mecedora en el porche de su casa. Despierta y ve a un grupo de niños observándola de lejos. No se muestran agresivos, solo la observan quizá con curiosidad, quizá con añoranza. Ella les dedica una sonrisa y entra en casa, dejando la puerta expresamente abierta, como invitándoles a pasar cuando estén preparados para hacerlo. No les teme, pues los niños ya han aprendido de Tom los conceptos de la familia, de los hijos y la protección a los seres queridos. Del bolsillo del pantalón de uno de ellos vemos asomar un ejemplar de Las uvas de la ira de John Steinbeck, un libro que Tom estaba leyendo al inicio de la película, y que trata sobre todos esos temas en los que estuvo concentrándose antes de morir. Y debemos suponer, porque la película termina aquí, que estos niños, esta nueva humanidad, seguirá evolucionando de forma paralela a la antigua. Y dejará que la antigua se extinga en paz por el paso del tiempo, cuando le llegue el momento.
De hecho, hay un punto en que parece que se nos quiera advertir que es esto lo que está ocurriendo. En una escena en la que los adultos supervivientes entran en un edificio en el que se estaban haciendo reformas, el grupo pasa por delante de un cartel. La cámara enfoca el cartel un segundo más de lo necesario, y podemos leer que dice “Perdonen por las molestias mientras hacemos las reformas”. Es la clase de nota que uno esperaría encontrarse en cualquier edificio público en el que se están derribando paredes o reorganizando oficinas, pero si extrapolamos el mensaje a la situación en la que se encuentra el mundo en ese momento, parece que la propia película esté dándonos una pista extra para que la entendamos; la raza humana se está reorganizando porque ya le tocaba hacerlo, y todo proceso de reforma acarrea molestias. Y deja tras de sí escombros.
He de decir que el final me parece muy original, sorprendente, y hasta diría que (teniendo en cuenta la situación) bonito. Y ante todo, claro. Los críticos de cine no la entendieron, pero yo no entiendo que ellos no la entendieran.
Ah, por cierto, ya que estamos hablando de hijos, familia, espíritu de amistad y todo eso… ¡ya solo faltan diez días para Navidad! 🎅🤶
El sueño de la muerte. 2006. Hal Masomberg, Teal Minton (guion) Hal Masomberg (director) James Van Der Beek, Brad Hunt (actores principales) Ivana Miličević (actriz principal). Sony Pictures.
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