EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Todos mis monstruos es una colección de libros infantiles escritos por Thomas Brezina. Hace poco reunimos de segunda mano los diez títulos de la saga (con la inestimable ayuda de Festsan, que nos consiguió la mayoría) así que vamos a ir leyéndolos en orden y reseñándolos poco a poco. Para un adulto, este tipo de libros son una buena opción para cuando tienes el mono de leer, pero no te apetece calentarte la cabeza con nada demasiado complicado.
Este primer título nos cuenta la historia de Max Müller, un chaval de diez años, sin amigos, con una hermana mayor que no para de burlarse de él y con unos padres que no parecen enterarse de nada cuanto pasa a su alrededor. Un día, visitando un parque de atracciones local, su hermana Dola lo acusa de ser un cobarde redomado. Dola y su novio, que están buscando la oportunidad de quitarse a Max de encima para poder manosearse, le retan a colarse en una atracción abandonada (la caseta del tren fantasma) y permanecer allí él solo durante media hora.
Max acepta a regañadientes, y tan pronto como entra en la caseta es atrapado por un grupo de monstruos reales. Estos son una criatura de Frankenstein clásica (Boris), otra de aspecto infantil (Frankensteinete), un vampiro gordo (Draculín), la hija del monstruo del lago Ness (Nessina), una momia egipcia que lleva gafas de sol para que no se le dispare sin querer su poder de mal de ojo (Mombo), un cerbero (Zerbi), una monstrua anfibia que come metales (Lucila) y un pie cortado viviente (Piecete) que quizá le sobró al doctor Frankenstein cuando fabricó a sus otras dos criaturas. Los monstruos se han reunido allí escondiéndose de los humanos, y como no quieren que Max les delate, deciden dárselo de comer a otro de ellos, al que tienen encerrado; un hombre lobo (Amadeo) que está descontrolado por la proximidad de la luna llena.
Max
logra convencerles de que lo dejen vivir y terminan haciéndose amigos. Al tener
ellos el acceso al exterior muy limitado por su inusual aspecto, Max se encarga
de solucionar sus problemas legales. El principal es que los terrenos donde se alza
la atracción del tren fantasma han sido comprados por un mangante
magnate local llamado Egon para demoler la estructura y convertirlo en unos
aparcamientos. Max les consigue ropas holgadas a algunos de los monstruos para
que vayan a casa de Egon y lo “convenzan” de que abandone su plan. Pero el
hombre cree que los monstruos son algún tipo de reclamo publicitario y los
contrata para que se paseen por su centro comercial.
Mumbo la momia aprovecha la visita a la casa de Egon para lanzar su mal de ojo sobre los documentos de compra del terreno, haciendo que el alcalde le deniegue el permiso para edificar un parking en ellos. Debido a esto los terrenos pierden la mayor parte de su valor y Egon vuelva a ponerlos a la venta. Max crea entonces una empresa falsa y los monstruos se dedican a trabajar como actores. Hacen ver que son humanos disfrazados de monstruos que se alquilan para espectáculos, con el fin de reunir el dinero suficiente para comprar los terrenos del tren fantasma.
Se presenta también al personaje de Karla Kätscher, la mala de la historia, que está buscando monstruos reales para montar un espectáculo de rarezas, y está siempre tras la pista de este grupo de monstruos. En este libro no tiene apenas relevancia, pero supongo que será la villana principal de la saga.
Hay una subtrama sobre unos ladrones de banco que han escondido su botín en la caseta de los monstruos y vuelven a recuperarlo, pero es algo que al final no lleva a nada. Los monstruos quieren quedarse con el botín de los ladrones para comprar los terrenos sin tener que exponerse trabajando, pero Max les convence de que lo entregarlo de forma anónima a la policía.
El diseño de cubierta me parece genial. El libro empieza describiendo la fachada de la caseta abandonada del tren fantasma, y se nos dice que son tablas de madera con una capa de pintura verde claro descascarillada. Es tal cual el fondo de la portada. Y la imagen que aparece sobre esta representa un cartel pegado a la madera, como los que se usan para anunciar nuevos espectáculos en los circos o ferias. Pero es un cartel viejo, el que correspondería a una atracción abandonada, con los bordes rotos y las esquinas medio despegadas. Esto crea un paralelismo entre abrir la tapa del libro y abrir la puerta de la caseta de los monstruos. Encuentro encantadores este tipo de detalles.
Por el contrario, la traducción de este primer libro me parece poco cuidada. Al inicio emplean indistintamente Wolfie, Amadeus y Amadeo como nombre propio para referirse al hombre lobo, por ejemplo. Mas adelante se referirán a él únicamente como Amadeo. Y también cambian el tipo de moneda del texto original (imagino que serían marcos) por cantidades en pesetas. Hacer esto siempre me ha parecido un error. Cualquier niño con edad y mentalidad suficiente para leer por si mismo estos libros y entenderlos, será capaz de entender también que en el mundo hay otros países además del suyo y que en ellos se habla otros idiomas y la gente usa otras monedas. Cambiar “marcos” por “pesetas” en lugar de añadir una nota indicando que los marcos son la moneda que se usa en Alemania y que tantos marcos valen lo mismo que tantas pesetas, no solo es tomar a los lectores más jóvenes por tontos, sino perder una buena oportunidad de enseñarles algo, que nunca está de más.
El dibujante también comete un error muy clásico en los ilustradores de libros: no leer el texto que ha de ilustrar y guiarse por referencias. Boris, el monstruo de Frankenstein adulto, fabricado a base de pedazos de cadáveres, se nos describe en varias ocasiones como con orejas y nariz de perro. Esto además es importante por algunas situaciones en que debe escuchar con atención o seguir un rastro, pero siempre aparece dibujado con orejas y nariz humanas. Son fallos menores de los que el autor del texto no es responsable, pero que tanto la editorial alemana (por las ilustraciones originales) como la española (por el trabajo de traducción) nos podrían haber ahorrado a los lectores simplemente prestando más atención a lo que estaban haciendo.
Puedes leer una reseña sobre el segundo libro de la serie pulsando aquí, o sobre otro libro de este autor de una temática diferente pulsando aquí.
Das Geheimmis der grünen Geisterbahn. 1994. Thomas Brezina (texto) Bernhard Förth (ilustraciones). Todos mis monstruos nº 1. Publicado en 1999 por Círculo de Lectores S.A.
Brezinaes uno de los autores más prolíficos de la historia, tiene cientos y cientos de libros para niños, niñas, más mayores, más pequeños, casi siempre de aventuras. Mi hijo ha empezado a leerlo ya (lee desde hace un par de meses). También tiene un programa aquí en la televisión nacional con marionetas, experimentos y documentales de naturaleza, que seguimos con interés.
ResponderEliminarSabía que tiene montones de libros escritos en diferentes colecciones y es o fue embajador de Unicef. Lo del programa de televisión propio lo ignoraba. No recuerdo donde leí una breve reseña sobre él que lo presentaba como "El R. L. Stine austriaco", aunque por lo que estoy viendo su estilo es muy diferente, y supongo que ese comentario iría más por el volumen de su producción y las temáticas que toca que por la forma de escribir.
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