EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Feliz día de San Patricio, terrícolas!
Hoy comentaremos la quinta entrega de la saga Leprechaun, titulada originalmente In the Hood (En el barrio). Antes de empezar, repasemos las medidas de protección habituales para caerles bien a los leprechauns en este día y no ser blanco de sus iras: vestir algo verde, beber algo verde (o whisky), comer muchas patatas, lustrar zapatos de cuero, o llevar encima algo de oro.
De todo eso, yo he optado por un té verde con tréboles no tóxicos (al menos, pensé que eran de los no tóxicos🤪🍵…) servido en un vaso con dibujos de Luigi y una seta verde. ¡Hoy todo lo verde cuenta!
Esta entrega volvió a situarse en el presente, después de la estrambótica cuarta parte ambientada en un distante futuro estilo Space Opera. El propio carácter del personaje y la saga permite ir inclinando más o menos la balanza hacia el terror o el humor, y en esta prima lo segundo. Incluso diría que hay demasiado humor, o que este es muy tonto. De las que tenemos en nuestra videoteca esta es la más floja, pero vamos con ella de todas formas.
Comenzamos con dos delincuentes de poca monta abriéndose camino en lo que parece ser un sótano tapiado. Alguien (probablemente el mismo que lo tapió) les ha vendido un mapa que indica como llegar hasta allí. En ese sótano encuentran al leprechaun petrificado y con el amuleto al cuello, el mismo que vimos en la tercera película. A los pies de la criatura está su caldero de abalorios y monedas de oro, y entre todo ello destaca una flauta del mismo material.
Uno de los delincuentes coge la flauta y deja todo lo demás para el otro, y vemos que de algún modo sabe o sospecha lo que ese objeto es en realidad. El otro comete el error de querer llevárselo todo, incluido el colgante de lo que él cree que no es más que una estatua.
Al quitarle el amuleto, Lubdan resucita y se dedica a lo suyo: matar y juntar malas rimas. De pura casualidad el ladrón de la flauta logra sobrevivir y colocar de nuevo el colgante en torno a su cuello.
En esta escena, a pesar que en ella vemos morir a uno de los ladrones con una peineta travesada en el cuello, nos muestra ya el carácter de comedia absurda que va a tener toda la película. Ambos visten de forma muy estereotipada, con pantalones de campana, zapatos de plataforma, colores estridentes, y grandes peinados a lo afro ¡Uno de ellos llega a sacarse un bate de baseball del afro para enfrentarse a Lubdan!
Este superviviente, McDaddy, será nuestro villano humano de la historia. Lo interpreta el rapero Ice-T. Toda esta película (y también la siguiente) está ambientada en un barrio negro marginal de alguna ciudad norteamericana, y se recurre a todos los tópicos asociados a ello: pandillas de delincuentes, raperos, jerga callejera, iglesias en las que se canta góspel, etc.
Los protagonistas son tres chavales que intentan hacerse un hueco en el mundillo del rap. Por desgracia para ellos, no tienen ni dinero ni talento. Intentan que alguien rico les patrocine, y recurren a McDaddy, que ahora es un tipo importante. Por lo que comentan los protagonistas, McDaddy pasó de ser un proxeneta de tres al cuarto a convertirse en una estrella del rap, en un ascenso meteórico.
Consiguen una entrevista con él, pero a este no le gusta la maqueta que le traen como muestra. Rompe la cinta y los hecha a la calle de mala manera. Como venganza y también para financiar su carrera, los chicos deciden volver esa noche para robarle. En su despacho, McDaddy tiene expuesto a Lubdan petrificado como un trofeo, y también la olla con el oro.
Los chavales se cuelan en su edificio, disparan contra McDaddy y, dándolo por muerto se lo llevan todo, incluida la flauta de oro que este siempre lleva encima. Tambien cogen el medallón que Lubdan llevaba al cuello, pero al huir lo pierden con las prisas.
A la mañana siguiente se gastan alegremente todo el oro en instrumentos musicales, amplificadores y ese tipo de cosas. Uno de ellos conserva la flauta, porque descubre que al soplarla emite por si sola una suave tonada que calma los ánimos de la gente y la vuelve amable y extremadamente receptiva a cualquier idea que se les quiera inculcar en ese momento. Es así como McDaddy hizo su fortuna. Sus letras y música son mediocres, pero comienza todos sus conciertos con un breve toque de la flauta que predispone a todo el público a aceptar e incluso adorar lo que les de a continuación.
Naturalmente, McDaddy, que en realidad no quedó ni herido por el disparo, va a buscarlos pistola en mano. No le importa que se hayan llevado el oro, ni que hayan tratado de matarlo, lo único que quiere es la flauta puesto que todo su “talento” depende de ella. Lubdan, que también anda suelto al haberle quitado el medallón, sí quiere recuperar el oro además de la flauta.
Los primeros en morir a sus manos son los dueños de las tiendas de empeños que aceptaron oro de los chicos a cambio de los equipos. Luego va tras ellos, y Lubdan, McDaddy y los chavales van coincidiendo una y otra vez a lo largo de la película.
Lubdan se adapta rápidamente al entorno del barrio. No le resulta difícil cambiar sus malas rimas por el rap, ni su pipa de hierbas por los porros. Ésta es otra de esas películas que hoy en día no se podrían hacer debido al resurgir de la censura que estamos experimentando. Todas las víctimas de Lubdan son negros, aunque esto se debe simplemente a que todos los actores lo son (menos uno, que es asiático), y entre ellos hay un travesti y un cura corrupto, que también acaban bastante mal.
Ni tan solo los tres aspirantes a raperos protagonistas se salvan. Lubdan mata a uno de ellos y el otro muere tiroteado por McDaddy, al que a su vez se carga el leprechaun. El último de los chavales, que daba la impresión que fuera a vencer a Lubdan al final, es esclavizado mentalmente por este, que lo usa como avatar retomando el plan de McDaddy de hacer dinero con el rap gracias a la flauta.
Esta película destaca por ser la única de la franquicia en la que la victoria de Lubdan es total. Mata o esclaviza a todos los ladrones, recupera todos sus tesoros, y no solo queda libre sino que obtiene una gran fuente de ingresos, que presumiblemente usará para comprar más oro. En mi opinión es más bien flojita comparada con las otras, pero entretiene y sirvió para volver a encauzar la saga al presente, después de la extraña cuarta parte.
La siguiente a esta, titulada El regreso mantiene el entorno y época de su predecesora, pero es bastante más seria y mucho mejor en general. La veremos algún otro año por estas fechas.
Leprechaun 5. In the Hood. 2000. Doug Hall, Jon Huffman (guion) Rob Spera (director) Warwick Davis, Ice-T [Tracy Lauren Marrow] (actores principales). Trimark Pictures.
¡Feliz San Patricio a ti y a todos los espaciales! Yo he vestido de verde, he comido un estofado tradicional y he bebido más alcohol que en el resto del año (o sea, un poquito). Tengo pendiente ver alguna de estas películas. Quizá este fin de semana, mientras dure la chispa irlandesa que le he puesto al café.
ResponderEliminar😋 yumm... estofado.
EliminarDe las películas, a mí me gustan especialmente las dos primeras, pero casi todas son parecidas y aunque tienen una continuidad general son historias independientes que se pueden ver en cualquier orden. La cuarta fue una cosa extraña que tenia lugar en un lejano futuro, y pusieron en ella al leprechaun igual que podrían haber puesto a un pequeño alienígena genérico. Y hay otra, la séptima (llamada Leprechaun Origins) que es una historia diferente, donde aparecen varios seres con aspecto de goblins descompuestos que no hablan, no tienen poderes mágicos, no son graciosos... y en definitiva, no son leprechauns. Esas dos las dejaría para lo último. Si empiezas por una de esas, quizá ya no quieras ver las otras.