EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
El quinto libro de Todos mis monstruos lo tenemos en un formato diferente al resto. Es una edición de 2013, mientas que los reseñados hasta ahora eran de 1994. Tiene un tamaño de página y tipo de letra más grande, y está profusamente ilustrado.
La edición original contaba con una ilustración en blanco y negro cada dos o tres páginas, mientras que en esta todas las páginas están ilustradas a color, algunas a lámina completa y otras como acompañamiento del texto. Esto aumenta también el volumen de páginas, que pasa de unas 125 a aproximadamente 250. Los libros son de este modo mucho más atractivos para los niños pequeños, por la cantidad de las ilustraciones a color y la poca cantidad de texto al que se tienen que enfrentar en cada página. Como contrapartida, el aumento de volumen incrementa también mucho el peso del libro, haciéndolo menos manejable para los peques. Un libro en este formato pesa casi lo que tres de la edición original.
En esta ocasión, el encargo que recibe la compañía de alquiler de monstruos, es un esqueleto para bailar en la fiesta de cumpleaños de un médico. Es bien conocida la curiosa afición a la danza que tienen los esqueletos, pero el problema es que no hay ninguno entre los monstruos de la caseta del tren fantasma. Además, les pilla en un mal momento económico, porque Zerbi, el perro de tres cabezas, está pasando una época de comer sin parar hasta tal extremo que se han tenido que gastar en comida para perro todo el dinero que tenían ahorrado por anteriores encargos.
La solución que encuentran es importar un esqueleto danzante. Llaman por teléfono a un amigo suyo, un viejo pirata del que solo quedan los huesos, y este acepta tomar un avión para ir a ayudarles. El papel de Max en el asunto será ir a recibirle al aeropuerto.
En ese momento Max tiene sus propios problemas. Un matón de clase llamado Roberto la ha tomado con él y parece empeñado en hacerle la vida imposible, acosándolo a cada oportunidad que tiene. Y si fuera de casa la situación es mala, dentro de esta la cosa no mejora. Sus padres van a estar tres días de viaje. Durante estos, Max y su hermana Dola se quedarán al cargo de tía Rita; que además de limpiadora compulsiva es una vegana obsesiva que trata a todo el mundo como si fuera tonto. Por si no tuviera bastante con Roberto y Rita, Adonis, el ayudante de Karla (la cazadora de monstruos) se presenta un par de veces en su propia casa y la registra buscando “a los bichos”. Y al parecer, es Dola quien le ha llamado y le permite entrar.
Scotti, el esqueleto, se disfraza a conciencia para tomar el avión, al estilo de El hombre invisible. Tras un pequeño incidente sobre la validez de su pasaporte, Scotti toma al fin el vuelo, en el que le esperan algunos contratiempos más. Entre ellos destaca Morritos, una perrita super escandalosa que la emprende con él y no le deja tranquilo ni un momento.
Cuando finalmente llegan al aeropuerto, resulta que en este se han congregado un montón de otros perros con sus cuidadores porque se va a celebrar un certamen canino en la ciudad. Morritos, que es como una versión en miniatura (y en perra) de Karla, azuza a los perros contra Scotti, y lo único que queda de él es el cráneo.
El resto de huesos del cuerpo son enterrados por los perros, repartidos por toda la ciudad, por lo que Max y los monstruos tendrán que encontrar la forma de recuperarlos. A esto se suma el hecho de que su mejor candidato para la recuperación de huesos, Zerbi, se ha escapado y está en paradero desconocido.
Todos estos asuntos se van resolviendo poco a poco y vamos viendo que el tema de este libro es no fiarse de las apariencias: el bravucón que atormenta a Max resulta ser un cobardica. La tía Rita se hincha a comer embutidos a escondidas mientras sermonea a los demás sobre el veganismo. El hombre que Dola hace pasar a registrar la casa no es en realidad Adonis, sino su hermano gemelo, que se dedica a limpiar las casas de chinches (sí, esto último está muy forzado). Y a la escandalosa y violenta perrita se le bajan de golpe los humos cuando alguien la trata a ella con el mismo temperamento que ella emplea con los demás.
Se me ha hecho extraño leerlo en un formato diferente a los anteriores. Las ilustraciones me parecen en muchos aspectos mejores que las originales. Boris, el monstruo de Frankenstein, aparece con orejas y nariz de perro tal como se lo describe en el texto (algo que las ilustraciones originales no reflejaban) y Amadeo, el hombre lobo, se nos muestra con una cazadora de cuero de motero que queda bastante bien con su carácter. ¡Parece que este ilustrador si se toma la molestia de leerse los libros que debe ilustrar!
Puedes ver el siguiente libro de la saga pulsando aquí.
Das Skelett im Jet. 1995. Thomas Brezina (texto) Pablo Tambuscio (ilustraciones). Todos mis monstruos nº 5. Publicado en 2013 por Ediciones S.M.
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