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martes, 10 de mayo de 2022

GRANJA DE MALDITOS

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Me dice Pecky que se acerca el único viernes trece que tendremos este año y que está preparando algo adecuado para la ocasión. Como también en la literatura encontramos unos cuantos tarados interesantes, para ir abriendo boca hoy vamos a reseñar un bolsilibro que recuerda totalmente a los clásicos slashers cinematográficos: adolescentes aislados en un lugar remoto acechados por un asesino aparentemente sobrenatural.


La historia comienza con un matrimonio llevando a su hijo drogadicto a una granja de desintoxicación. El chaval, Alex, se nos describe como “violento, afeminado, y con carita de ángel”, es decir, la imagen clásica que se tenía de los hippies en los setenta. En un principio parece que Alex o sus padres van a ser los protagonistas, lo que supondría un interesante cambio sobre lo habitual, pero no. Los protagonistas son Willy, el ayudante del director de la granja, y Silvy, una de las internas que está en proceso de desintoxicarse.

La granja está muy aislada, y hace falta adentrarse unas cuatro o cinco horas en coche por caminos sin asfaltar en un terreno árido. Cuando sus padres dejan a Alex en la granja, empieza a levantarse una tormenta. Manson, el director de la instalación, recomienda a los padres de Alex que pasen la noche allí porque entre la tormenta y el terreno abrupto, desorientarse es fácil y un accidente puede ser fatal. 

El matrimonio accede a quedarse. Poco después, Silvy sale a dar un paseo con uno de los cuatro caballos de la granja, y este se encabrita y la tira al suelo al encontrarse con un enorme perro negro que babea sangre. El perro no la ataca, pero ella cuenta lo ocurrido en la granja. El padre de Alex había atropellado a un perro igual al que describe Silvy ese mismo día, pero lo considera una casualidad y decide no comentarlo.

Poco después Manson aparece decapitado y con las manos atadas a la espalda, el equipo de radio deja de funcionar, y alguien prende fuego a todos los coches. Se suceden los gritos histéricos, los ataques de nervios atajados a golpes, y las discusiones sin sentido. Cuando Willy toma las riendas y decide enviar a alguien a por ayuda con los caballos, resulta que los padres de Alex se los han llevado para huir (sin su hijo) por el páramo, en plena tormenta. El asesino decapitador y el perro negro, que parecen colaborar, dan buena cuenta de ellos y vuelven a la granja para cortar unas cuantas cabezas más.

Estos seres son claramente sobrenaturales. El verdugo, como empiezan a llamarlo los que van quedando en la granja, deja los cuerpos en lugares donde sean fáciles de encontrar, pero se lleva con él las cabezas. Hay un momento en el que todas las testas desaparecidas entran de golpe en el edificio principal de la granja, volando de un lado a otro y mordiendo a la gente. Los chavales que estaban a mitad del proceso de desintoxicación se vienen abajo completamente. Las chicas revientan el armario de las medicinas para pincharse con cualquier cosa que encuentren y los chicos empiezan a ponerse violentos. 

Alex, en particular, comienza a delirar atribuyéndose a sí mismo los asesinatos. Afirma ser la reencarnación de Sampson, un verdugo del sigo XVI, y que el perro negro babeante es a su vez la reencarnación de Cervero (con v), el perro que el verdugo tenía en esa época. Ambos regesan a la vida periódicamente para seguir cortando cabezas, y cuando se les mata, vuelven a encarnarse respectivamente en un bebé y un cachorro recién nacidos.

Alex desaparece de la granja tras esta revelación, y ya no volvemos a saber nada más de él. El verdugo (debidamente encapuchado y armado con un hacha) y Cervero, en cambio, sí se dejan ver nuevamente. Willy reúne a los supervivientes, les hace cargar con la comida y el agua que puedan, armarse con las herramientas del cobertizo, y todos emprenden el camino a pie hacia la ciudad. Las cuatro horas en coche se convierten en un día de marcha, que los jóvenes drogadictos, con su organismo destrozado por toda la porquería que han consumido, efectúan a paso de tortuga.

Durante la noche, el temido ataque final de Sampson y Cervero se produce, pero los chavales carecen de la voluntad y el valor suficiente para plantarles cara, y no reaccionan en absoluto. Únicamente Willy y Silvy, armados respectivamente con una hoz y una pistola de bengalas con dos cartuchos, están en condiciones de presentar batalla. Tras un breve aunque intenso combate logran derrotarles, pero aun así nos quedamos sin saber si Alex era realmente la reencarnación del verdugo. El psicópata enmascarado termina envuelto en llamas y carbonizado sin que la capucha que cubre su rostro llegue a ser retirada en ningún momento.

Esto es un bolsilibro. Somos conscientes que salvo extremadamente raras excepciones debe haber una boda al final, lo que significa que Willy y Silvy van a vencer a sus enemigos para poder casarse tras la traumática experiencia. Con eso ya contábamos. Pero en esta ocasión el mal no es total e indiscutiblemente derrotado, como también solía pasar en este tipo de literatura. 

A modo de epílogo se nos da a entender que poco después Cervero se reencarna en un cachorro, y que por tanto, el nuevo cuerpo de Sampson también debe haber nacido ya en algún lugar. No solo la historia parece el guion de un slasher, sino que también termina con un gancho preparado para dejarnos claro que el asesino y su perro volverán a aparecer y la situación se repetirá cíclicamente.

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Granja de malditos. 1982. Ralph Barby [Rafael Barberán] (texto). Desilo (portada) Selección Terror nº 510. Editorial Bruguera S.A.

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