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lunes, 13 de junio de 2022

LA PUERTA NEGRA DEL INFIERNO

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, ávidos lectores.

Hoy toca bolsilibro, amigos. Nos ha parecido algo flojito, pero tiene un par de puntos curiosos que vale la pena reseñar. Empezamos por el título: no hay ninguna puerta negra que lleve al infierno, a no ser que esta sea metafórica, e incluso en tal caso es una metáfora poco convincente. 

El protagonista de nuestra historia es Tony, que se ha autoinvitado a una fiesta de ricachones que da su hermano Artie. O más bien, la da la esposa de su hermano, Leyla, con la que no se lleva nada bien. 

Tony está de vuelta de todo. No necesita trabajar porque tiene una sustanciosa renta que el padre de ambos, fallecido hace unos años, le dejó. La mayor parte de la herencia fue a parar a su hermano, que es el mayor de los dos y el único que aceptó la responsabilidad de llevar las empresas del padre. 

Tony se nos presenta como un protagonista bastante decepcionante para los estándares del bolsilibro: es cínico, prepotente, y se muestra hastiado de la vida por la terrible carga que le supone ser rico. En la fiesta coincide con Marcia, una antigua amante a la que abandonó sin más explicación, pero que sigue enamorada de él de un modo casi obsesivo. 

La fiesta va a durar varios días, y todos los invitados tienen dormitorios reservados para pasar las noches en la propia mansión. Como principal atractivo, la anfitriona ha invitado a un espiritista que se hace llamar profesor Vauvil. Este individuo afirma tener poderes telequinéticos que le han sido concedidos por Satanás en persona. Ha fundado su propia orden esotérica a la que se han unido muchas personas… todas ellas muy ricas, curiosamente, y con poco contacto con el mundo real. A instancias de Tony, que lo considera un charlatán, Vauvil hace una demostración de sus supuestos poderes. Enciende los troncos de la chimenea sin acercarse a ellos, solo concentrando su mente en hacer que ardan. A continuación, hace que un viento gélido recorra la sala. Los asistentes quedan bastante impresionados, pero lo mejor está por llegar. 

Durante la noche un grito horrible los despierta a casi todos. Buscando el origen del mismo, Tony encuentra en el exterior de la casa el cadáver de un hombre. El cuerpo tiene la cabeza destrozada a golpes, pero se da cuenta de inmediato que no es uno de los invitados a la fiesta, pues viste de forma bastante humilde. La policía acude, inspecciona el lugar, hace preguntas… pero los invitados no se mueven del sitio, a pesar del asesinato cometido, porque al día siguiente la fiesta va a continuar.

¡Y vaya si continúa! Tras la comida, Vauvil sume en trance y hace levitar a una voluntaria, pero ocurre algo inesperado. Durante su trance flotante, la voluntaria comienza a hablar con una voz extraña, burbujeante, y acusa a uno de los asistentes (sin especificar de quien se trata) de haber matado dos veces, “con veneno y con sangre”. Esto deja un mal cuerpo en los invitados, que comienzan a irse. El propio Vauvil parece muy alterado, y devuelve a la voluntaria a su estado normal. Lo de normal es una forma de hablar, porque la voluntaria en cuestión es una millonaria cabeza de chorlito incapaz de hablar en lugar de gritar, y que está deseando darle todo su dinero al profesor Vauvil. No tiene mucha presencia en la historia, pero sus intervenciones son divertidas.

La fiesta termina, y la anfitriona, que casi tuvo que rogarle a Vauvil que asistiera, la emprende con Tony por considerar que ha sido él, con sus comentarios insolentes, los que han hecho fracasar la actuación. Tras esto, Tony y Marcia se reconcilian y éste le explica los motivos por los que la abandonó. La historia es un tanto forzada, porque al parecer se hizo agente del FBI porque encontraba cualquier otro trabajo demasiado aburrido. En una de sus misiones de infiltración en la que tenía que robar unos documentos y pasar totalmente desapercibido, mató a tiros a varios hombres y a una mujer a la que estos estaban torturando (para que dejara de sufrir). Tras este percance decidió abandonar el FBI, del cual a Tony parece resultarle tan fácil salir como entrar.

Todo esto no pega nada con el personaje (alguien que fuera tal como se nos describe a Tony difícilmente pasaría las pruebas y exámenes psicológicos que debe exigir una organización como esa) pero nos aporta algo importante. Justifica que el protagonista sea mejor investigando, peleando y disparando que el promedio de los policías, algo que en la gran mayoría de los bolsilibros se da por hecho sin más. 

El caso es que Tony comienza a investigar por su cuenta. Las palabras de la mujer en trance le han intrigado. La acusación a alguno de los presentes de “matar con sangre” podría referirse al cadáver de la noche anterior. Pero lo de “matar con veneno” le hace pensar en su propio padre, muerto en teoría de un ataque al corazón. Averigua también que el hombre asesinado tenía un pequeño y no demasiado honrado cuchitril donde vendía, entre otras cosas, varias clases de veneno. Tony sospecha principalmente de Vauvil, pero no termina de hacer las debidas conexiones, además, parece más interesado en saber si sus supuestos poderes son reales o no.

Habla de esto último con el cura del pueblo, y este le dice que los poderes de Vauvil son algo normal. Que la telequinesis, piroquinesis y levitación son cosas perfectamente aceptadas por la ciencia y no tienen nada que ver con el diablo. El caso es que hoy en día puede sonar raro, pero en los ochenta era un sentir bastante generalizado que cosas como adivinar cartas o doblar cucharas con la mente se podían lograr únicamente aprendiendo a concentrarse lo suficiente. Y en varios bolsilibros encontramos situaciones como esta: supuestos poderes demoniacos o sobrenaturales que luego se justifican como telekinesis “normal y corriente”. De hecho, Tony no considera un estafador a Vauvil porque crea que carezca de poderes de piroquinesis o levitación. Está convencido de que los tiene de verdad, pero lo considera un estafador porque proclama que estos poderes se los otorga el Diablo, en lugar de provenir “únicamente” de sí mismo.

La conclusión a la que llega Tony tras su investigación, es que la “muerte por veneno” a la que se refirió la mujer en trance fue la de su padre, envenenado por la mujer de su hermano. Ella no podía tener libre acceso a la fortuna familiar hasta que esta pasara a su marido, el hermano mayor de Tony. El veneno se lo proporcionó el hombre asesinado en el jardín la noche de la fiesta. Había acudido para chantajear a Leyla y obtener más dinero de ella, y esta le recibió abriendo su mente (y su cabeza), siendo esta la referencia a la “muerte por sangre”. Vauvil debió también averiguar esto y aprovechó la fiesta para inducir mentalmente a la mujer en trance para que lanzara su acusación y poner en marcha así su propio chantaje.

Nuestro ex-FBI comete la torpeza de presentarse directamente en la congregación de Vauvil y contarle todo lo que sabe, creyendo que este se desmoronará y lo admitirá todo. Y tiene razón en lo segundo. En lo primero no, porque lejos de desmoronarse, Vauvil lo captura y encierra para deshacerse de él más tarde. No lo hace inmediatamente porque tiene programada una ceremonia para sus creyentes justo en ese momento. 

Lo más habitual en los bolsilibros (bueno, y en todas las novelas, películas, videojuegos y obras de teatro de todas las épocas, en realidad) es que los protagonistas principales resuelvan la situación personalmente. Aquí Tony no interviene en la escena final y alguien acude a rescatarle. ¿Su hermano? ¿Su novia? ¿La policía? ¿El FBI? Pues no, es Satanás en persona. Cansado de que el idiota de Vauvil (con el que no ha hecho ningún pacto) use su nombre en vano y presuma de haber recibido poderes demoníacos, Satanás irrumpe en medio de la falsa ceremonia para acabar con él. Eso siempre ahorra mucho papeleo legal, lo que permite a Tony correr directamente a los brazos de Marcia en lugar de perder tiempo en comisaría dando explicaciones.

Este tipo de finales, si bien no muy frecuentes, tampoco eran tan raros en los bolsilibros, en realidad. Tengo leídos varios en los que algo se nos presenta como sobrenatural, luego resulta ser un elaborado engaño que se aprovecha de una leyenda… para que luego el monstruo al que hace referencia esa leyenda se persone en el último momento, cuando ya lo dábamos por descartado. 

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

La puerta negra del Infierno. 1983. Burton Hare [José María Lliró Olivé] (texto). Desilo (portada). Selección Terror nº 545. Editorial Bruguera S.A.

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