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sábado, 21 de enero de 2023

EL OCASO DEL SOMBRIO DIOS GRIS

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                                 ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                                                                              

                                             Presentado por… el profesor Plot.

 

Saludos, bárbaros lectores.

La tercera aventura de Conan el bárbaro es una adaptación de El crepúsculo del Dios Gris, de Robert E. Howard. Conan prosigue su camino hacia su Cimeria natal. Ya ha dejado atrás las gélidas tierras de Asgard y se encuentra en Hiperbórea. En la primera viñeta lo vemos desarmado y con las muñecas encadenadas, pues acaba de escapar de un grupo de hiperbóreos que lo habían capturado para venderlo como esclavo. 

Mientras avanza con precaución en plena noche se encuentra con un viejo guerrero de cabellos blancos, que blande una espada larga mellada y desgastada pero que emite un extraño fulgor. El guerrero cano llama a Conan por su nombre, aunque éste no lo conoce de nada, y le habla de forma enigmática de batallas que están por venir, y de la caída de reyes y caudillos. Alza su arma a los cielos y Conan ve aparecer en la negra noche a las valkirias, fantasmales mujeres rubias montadas en caballos alados, que vienen en busca de los muertos de una batalla inminente. 

Aturdido por las visiones sobrenaturales, Conan huye y no se detiene hasta que el sol sale y la luz sustituye a las tinieblas. Entonces se encuentra con un jinete que le recoge y lo lleva a su campamento. Es Dunlang, capitán de un ejército brythunio que va a enfrentarse con los hiperbóreos. Como Conan quiere matar unos cuantos hiperbóreos para resarcirse de su intento de esclavizarlo, se une a Dunlang y sus hombres. 

Una joven adivina enamorada de Dunlang le ofrece a este una cota de malla mágica para protegerle, pero le advierte también que en sus visiones, él yace muerto tras la batalla. Le ruega que huya con ella a los bosques, pero Dunlang no puede desentenderse de sus obligaciones. 

Entre tanto, Malachi, otro de los capitanes brythunios, ha pactado con los hiperbóreos para traicionar a su señor. Está al mando de un destacamento de caballería que debe intervenir en el punto álgido de la batalla para atacar a los hiperbóreos por el flanco, pero ha acordado con estos no hacerlo. Sus intenciones van más allá de traicionar a su rey, puesto que también ha planeado matar tras la batalla al rey hiperbóreo cuando este confíe en él para ocupar su puesto. Todo esto ha sido orquestado por la propia esposa del rey hiperbóreo, que ha seducido a Malachi y planea controlarlo como un títere cuando sustituya a su marido en el trono. 

Al amanecer la batalla comienza y los hombres se matan entre ellos sin piedad. Conan advierte que Malachi no carga contra el enemigo llegado el momento, y comprende que ha traicionado a los suyos. La pasividad de Malachi hace que la batalla se decante en contra de Dunlang. Cuando este muere, un enfurecido Conan se abre paso hasta la colina desde la que Malachi aguarda al fin del combate. Por el camino recoge una espada larga mellada que encuentra clavada en el suelo, muy similar a la que vimos en manos del guerrero de cabellos blancos. Mientras Conan ajusta las cuentas con el traidor de Malachi, el rey de los hiperbóreos se enfrenta al rey de los brythunios y se matan mutuamente. 

La batalla finaliza con una matanza general, sin un vencedor claro. Entonces las fantasmales valkirias descienden del cielo en busca de las almas de los mejores guerreros, y Conan, uno de los pocos hombres que quedan en pie, ve a estas alejarse con su macabra cosecha. También el hombre de cabellos blancos está allí, pero como un silencioso y traslúcido titán que se aleja lentamente. Conan reflexiona entonces sobre lo ocurrido. El hombre de cabellos blancos es el dios de la guerra, y su encuentro con Conan no tenía más motivo que retrasarle lo justo para propiciar su encuentro con Dunlang, que de otro modo no se habría dado. La intervención de Conan, así como la de Malachi, han alargado una batalla que de otro modo habría terminado demasiado pronto con una victoria decisiva para uno de los bandos. 

Al dios de la guerra no le importa quien le rece o quien venza, lo único que quiere es que las batallas sean lo mas largas y sangrientas posibles. Conan, Malachi, la esposa del rey hiperbóreo y quien sabe cuantos más han sido manipulados ese día para alargar la batalla hasta que la mayoría de guerreros han muerto. Recordando las palabras del hombre de cabellos canos, Conan contempla al dios de la guerra alejarse, pensando que quizá también a los dioses les llegará la hora de desaparecer.

Puedes ver la reseña de una aventura posterior pulsando aquí.

The Grim Grey God. 1970. Roy Thomas (guion) Barry Smith (dibujo). Conan the barbarian Tomo 1, nº 3. Publicado en 2018 por Editorial Planeta S.A.

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