EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, bárbaros lectores.
La segunda historia de Conan el bárbaro comienza en el reino de Asgard (o Aesgaard, según la nueva traducción). Es pleno verano, pero en Asgard eso solo significa que las nevadas son algo menos frecuentes que en el resto del año. El joven cimerio acaba de matar a un extraño humanoide que le ha atacado sin motivo. El humanoide tiene aspecto de gorila, pero está mucho más proporcionado de lo normal en estos animales, y además usa ropas y abalorios.
Poco después de reemprender su camino se encuentra con una joven livianamente vestida, que al ver a Conan echa a correr despavorida. Suponiendo que el ir tan ligera de ropa en un paraje nevado es un indicativo de que vive muy cerca de allí, Conan la sigue, animado por la posibilidad de pasar unas cuantas horas a resguardo entre cuatro paredes.
La jovencita, sin embargo, no es más que el cebo de una trampa. Su cometido es precisamente dejarse ver por los ocasionales viajeros, salir huyendo para que la sigan, y guiar al viajero hasta una emboscada. Un par de hombres bestia noquean a Conan y se lo llevan a una ciudad subterránea a la que llaman Siempreluz, eternamente iluminada por una misteriosa energía que emana de grades focos integrados en los propios edificios.
Esto parece otra referencia a antigua tecnología, puesto que varios de los edificios tienen un aspecto metálico y los focos de luz eterna sugieren electricidad o algún tipo de energía similar. Algo más adelante se nos dice también que los hombres bestia no construyeron la ciudad, tan solo la encontraron abandonada y la ocuparon.
Conan es arrojado a una celda junto con otros humanos. Uno de ellos, Kiord, se presenta como el líder de los esclavos. Él y la mayoría de los humanos de Siempreluz han nacido ya esclavos en la ciudad subterránea y nunca han salido al exterior. Le cuenta una historia que se han ido transmitiendo unos a otros. Ellos son los descendientes de una tribu humana que fue subyugada por los hombres bestia. Estos eran en principio más primitivos que los humanos, pero no eran animales irracionales. Derrotaron a un grupo de guerreros y los mantuvieron vivos para que les fabricaran o les enseñaran a fabricar espadas.
Con estas armas de las que antes carecían y con su superior fuerza, atacaron directamente el poblado humano llevándose a las mujeres para que criaran nuevos esclavos con los hombres que ya tenían prisioneros. Sus actuales descendientes han nacido esclavos durante varias generaciones y están totalmente supeditados a sus amos. Aunque son corpulentos y musculosos por una vida de trabajo duro, no hacen el más mínimo intento de rebelarse contra los hombres bestia, viendo su situación como algo inevitable. Kiord incluso entrega a Conan un cuchillo que él mismo ha tallado en piedra, a modo de cortesía, por si prefiere suicidarse antes que terminar sus días como esclavo. Conan se guarda el cuchillo, pero no precisamente para acabar con su vida.
Los hombres bestia consideran que Conan no será fácil de doblegar y lo llevan a un coliseo para darle muerte a la vista de todos. También el resto de esclavos están presentes, encerrados en jaulas de madera para que vean morir al bárbaro. Repartidas por la arena hay grandes máquinas de asedio a modo de exhibición, puesto que el rey de los hombres bestia está preparando un ejército para ir a invadir más asentamientos humanos y expandir sus dominios por el mundo exterior.
El rey de los hombres bestia, junto al cual Moira (la chica que hizo de cebo para capturar a Conan) permanece mansamente sentada como una mascota, ordena la muerte del prisionero. Unas grandes puertas se abren y un enorme león se lanza contra él. Conan, al que no se ha entregado ningún arma, logra acabar con el león gracias al cuchillo de piedra que le dio Kiord y que ha mantenido oculto hasta ese momento. A continuación salen a la arena cuatro guerreros bestia totalmente armados y acorazados, y logran inmovilizarle. El rey ordena entonces que sea torturado hasta que él mismo pida morir.
Esto hace reaccionar al fin a Kiord y los esclavos, que inician una revuelta. Una de las máquinas de guerra, un ariete rodante, es empujado contra el palco ocupado por el rey bestia. El palco se derrumba, matando al rey, su cohorte y a Moira. Sin sus lideres para dirigirlos, los hombres bestia se desorganizan rápidamente, y los esclavos toman la ciudad. Al civilizarse, los hombres bestia se han vuelto progresivamente menos violentos de lo que eran antes, de modo que solo los que han sido entrenados como guerreros saben luchar, mientras que el resto huyen en desbandada.
Antes de marcharse del lugar, Conan busca entre los escombros la corona del rey bestia y la coloca en la cabeza inerte de Kiord, que ha muerto durante los combates.
No se nos explica el origen de la ciudad Siempreluz, pero el que lleve como mínimo un par de siglos perpetuamente iluminada por luces eléctricas sugiere un generador atómico o una fuente de energía equivalente.
Puedes ver la reseña de una aventura posterior pulsando aquí.
Lair of the beast-men! 1970. Roy Thomas (guion) Barry Smith (dibujo). Conan the barbarian Tomo 1, nº 2. Publicado en 2018 por Editorial Planeta S.A.
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