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viernes, 9 de junio de 2023

AUNQUE LA MUERTE SE VISTA DE SEDA

 EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS                                                                              ¡ALERTA DE EXPOILERZ!                                      

                                             Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores. 

Hoy toca bolsilibro. Uno de José López García bajo su seudónimo habitual de Adam Surray. Este es uno de los autores de bolsilibro más reconocibles por una sencilla razón: lo exageradamente sangrientas y desagradables de sus historias. Creo haberlo dicho ya en alguna ocasión, pero la forma más rápida de describir al autor es diciendo que no escribía bolsilibros de terror sino de gore. ¡Advertidos estáis!

Esta vez, en lugar de terminar con una boda, empezamos con ella. Un hombre ya entrado en años y con la cara marcada por cicatrices recibidas en la guerra de Vietnam, acaba de contraer matrimonio con una jovencita de aspecto inocente y angelical. Forman una pareja algo extraña, que se han conocido gracias a una agencia matrimonial. Van a pasar la noche de bodas al castillo de los McRoots, un antiguo internado donde ella se crio de pequeña. Aunque el internado ya no existe como tal, la joven llegó a trabar una fuerte amistad con la señora McRoots, su propietaria. Al comunicarle que se casaba, la señora McRoots les ha cedido las habitaciones del castillo para que lo empleen como un exclusivo y peculiar hotel en el que pasar su noche de bodas. 

Por desgracia para el veterano, la noche no transcurre como el había planeado. Su angelical y recién estrenada esposa lo paraliza con una copa de champán drogado, y le arranca los ojos con las uñas mientras se burla de él. Otras tres chicas igual de jóvenes y bellas que ella entran entonces en el dormitorio, junto con una estirada anciana que resulta ser la propia señora McRoots. Paralizado y cegado, el hombre asiste aterrado a la conversación que mantienen las mujeres entre ellas en las que discuten sobre como deshacerse de su cadáver, como si ya estuviera muerto. Lo siguiente que oye son cuatro motosierras poniéndose en marcha, justo antes de que empiecen a descuartizarlo vivo. 

La situación se repite en los siguientes capítulos con otros hombres siendo llevados al castillo por alguna de las chicas y, una vez allí, siendo torturado y asesinado por ellas. En todos los casos son hombres con una fortuna personal muy por encima de la media, que han puesto a disposición de las chicas, ya sea casándose y compartiendo con ellas sus cuentas de crédito o poniéndolas en sus manos directamente en efectivo. La señora McRoots dirige tanto una agencia matrimonial como un prostíbulo de lujo. Sus cuatro chicas, cambiando continuamente de identidad y borrando sus antiguos rastros tras cada crimen, se ocupan de los hombres solitarios que acuden a probar suerte tanto a un negocio como al otro. Tras matarlos de formas innecesariamente dolorosas y humillantes (hay un anciano al que le obligan a tragar seis platos llenos de cucarachas vivas), les vacían las cuentas corrientes y/o los bolsillos según el caso. A continuación cambian nuevamente de identidad y documentos con una parte del dinero obtenido, y buscan una nueva víctima. 

El protagonista masculino de la historia es Frankie Baldwin, un ex abogado metido a detective. Se ve implicado en todo el asunto porque uno de los asesinados fue cliente suyo y llegó a trabar amistad con él. Como protagonista femenina tenemos a Sandra Fargo, una de las secretarias de la compañía para la que Baldwin trabaja. Estos dos personajes mantienen una relación romántica entre ellos ya desde el inicio, contraviniendo uno de los tópicos del bolsilibro según el cual los protagonistas se conocen y enamoran perdidamente en el plazo de un par de días. 

Investigando por su cuenta, Frankie y Sandra descubren que la agencia matrimonial es propiedad de la Señora McRoots y hacen algunas averiguaciones sobre ella. Su familia llegó a Estados Unidos desde Inglaterra huyendo de una persecución religiosa que se hizo contra ellos. Los McRoots eran satanistas y adoraban a un demonio concreto llamado Asfelgor. Al parecer continuaron con su culto en estados unidos pues se les achacó la desaparición de varias jóvenes de los pueblos cercanos al opulento castillo de estilo europeo que habían mandado construir. 

Las crónicas de la época hablan de sacrificios humanos y orgias en el castillo, hasta que a los locales se les hincharon las narices y organizaron la clásica turba de linchamiento para asaltarlo con armas y antorchas. Lo que encontraron tras sus puertas fue una cámara presidida por una escultura de piedra de un retorcido demonio, a cuyo alrededor se amontonaba una mezcolanza de tesoro y restos humanos: joyas, objetos de oro y cálices con pedrería estaban en íntimo contacto con platos llenos de ojos humanos arrancados o corazones aún cubiertos de sangre fresca dentro de copas. Los lugareños destrozaron el lugar y naturalmente se llevaron todo lo de valor que encontraron. 

El señor McRoots y su esposa fueron enviados a la horca, pero como ella estaba embarazada se esperó algunos meses a que diera a luz. Tan pronto como parió a su hija, la mujer fue ahorcada, y la niña (la actual señora McRoots) fue dejada en un orfanato. Todo esto ocurrió en 1895. La niña nunca fue adoptada y al llegar a la mayoría de edad el gobierno la sacó del orfanato y le entregó los títulos de propiedad del castillo saqueado y las tierras colindantes. Poco más se sabe de ella desde ese momento, salvo que se marchó de la región en plena Primera Guerra Mundial y a su regreso muchos años después (nadie sabe dónde estuvo) fundó varios pequeños negocios, entre ellos una estafeta de correos, la agencia matrimonial, y el internado para niñas ubicado en el propio y remodelado castillo.   

Frankie y Sandra deciden acudir al castillo (supuestamente abandonado ahora) para echar un vistazo, y se encuentran allí a la señora McRoots con sus discípulas. Esta confiesa sin ningún problema ser la responsable de la desaparición de los hombres y el vaciado de sus cuentas bancarias. Todo lo que hace es por dinero, pero con un fin superior al de la propia riqueza por la mera riqueza. Ha retomado el culto a Asfelgor de sus padres y necesita el dinero para ir recuperando uno a uno los tesoros que les fueron robados en su momento, puesto que eran regalos de Asfelgor en persona. 

A Frakie todo el asunto del satanismo le parecía una estupidez hasta que una forma demoníaca, inmensa y retorcida se manifiesta de pronto en medio de una nube de llamas, al mismo tiempo que las cuatro discípulas se lanzan contra él y Sandra haciendo tronar las motosierras. En este punto se echa de menos algo más de acción, porque la situación se resuelve muy rápido. No habría quedado nada mal una persecución por el castillo, con Frankie y Sandra huyendo de las cuatro locas con motosierra, buscando el modo de defenderse. El texto nos indica que ambos están armados con pistolas, y también habría sido interesante una escena de tiroteo en la que Frankie y Sandra acribillan a las discípulas descuartizadoras mientras se les echan encima. Pero la resolución es muy desganada: un tapiz al que se le prende fuego, este prende a su vez una sustancia inflamable… El caso es que el fuego consume rápidamente el castillo, salvándose solo los protagonistas por el siempre confiable método de correr como si les persiguiera el Diablo, lo cual en cierto modo era el caso. 

Los bolsilibros de terror y ciencia ficción de Bruguera no tenían una continuidad entre ellos, pero en ocasiones un autor hacía aparecer elementos comunes en varias de sus obras, como sugiriendo que eran historias que tenían lugar en una misma realidad o universo. Ralph Barby, por ejemplo, nombra a un planeta llamado Groc (amarillo) en varios de sus bolsilibros de ciencia ficción de tramas por completo diferentes. Louis G. Milk empleaba el "garant" como moneda común en varios de los suyos. El propio Adam Surray nombra  un mismo modelo de pistola laser llamada Multifuego en muchos de sus títulos.

Recalco esto porque al parecer algunos de los objetos que la señora McRoots pretendía recuperar eran más importantes que otros. Concretamente dice “Durante años me he dedicado a recuperar el tesoro de Asfalgor, investigando el paradero de las joyas más valiosas: el puñal, el bastón de mando, el cáliz...” y deja la frase a medias, como si aún quedara algo más por nombrar. Posteriormente a este bolsilibro, Surray escribió otro también de temática satánica titulado El anillo de Asfelgor. Intentaré conseguirlo para comprobar si tiene algún tipo de relación con este, por tenue que sea.  

Otro detalle curioso es que, al igual que Frankie y Sandra comienzan ya siendo novios en lugar de conocerse una vez iniciada la trama, tampoco se casan al final, limitándose a seguir con su relación tal como estaba. 

Puedes ver otro libro de este autor pulsando aquí.

Aunque la muerte se vista de seda. 1980. Adam Surray [José López García]. Selección Terror nº 381. Editorial Bruguera S.A.

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