EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Bienhallados, nobles caballeros y damas.
Comienza la mini saga de La Secta Negra, la más larga que nos hemos encontrado por el momento. Se extiende desde las últimas páginas del número 13 hasta las primeras del número 19.
En Manada de alimañas (nº 13), tras el final de la aventura anterior hay unas cuantas páginas de transición en las que vemos unos festejos. Marcel participa en estos, pero entre pausas su mente está ocupada dándole vueltas a la idea de partir a las Cruzadas. Finalmente se decide e informa de ello a sus amigos. Brazos pretende acompañarle, pero Marcel insiste en que es algo que debe hacer solo. Sin nada más que su espada y un caballo, abandona el castillo del Rey Visir, dejando a Brazos preocupado y a Gisela llorando.
Tras unas pocas horas de cabalgata su camino se cruza con un cervatillo, demasiado joven todavía como para considerarse una pieza de caza. Sin embargo está siendo perseguido por tres hombres a caballo, que tratan de ensartarlo con sus lanzas. Esto enfurece a Marcel, que se lanza sobre los hombres para detenerles.
En El misterio de la Sombra (nº 14), Marcel da una lección a los tres hombres que pretendían cazar a la cría de ciervo. Se fija entonces que sus ropas, negras y de buena factura, están adornadas con el dibujo de una calavera. Extrañado pero sin querer demorarse más, continúa su camino, siendo acompañado de lejos durante un tramo por toda una manada de majestuosos ciervos, a la que pertenecía el cervatillo extraviado.
Una fuerte tormenta le obliga a buscar refugio en una poco concurrida posada (un turno sin jugar 🎲🦢). Algo en el sabor de la sopa que le sirven le resulta muy familiar y corre a la cocina, encontrándose allí con Pimienta, un personaje que me cae mejor en cada una de sus apariciones.
“Por todos los tomates del mundo” exclama Pimienta. Pero la historia tiene lugar en el siglo XIII y los primeros tomates que hubo en Europa son los que los españoles trajeron de América en el siglo XVI.
Tras intercambiar unos efusivos saludos, Pimienta le dice a Marcel que va a perder el sentido de un momento a otro, puesto que la sopa estaba drogada. Su objetivo no era él, sino un grupo de comensales que pertenecen a La Secta Negra. Estos llevan en sus ropas el mismo símbolo de la calavera que aquellos a los que Marcel se enfrentó en el bosque, y retienen prisionero a Dardo por algún motivo. Pimienta da a Marcel unas cucharadas de otra sopa que contrarrestan los efectos narcóticos de la anterior. Estas son las primeras referencias que se hacen a los extraños efectos de la comida que prepara Pimienta, que al parecer cuenta con un extenso suministro de especias adormideras, alucinógenas, y enervantes con las que acompañar sus sopas, asados y guisos.
Tras esto, Pimienta guía a Marcel hasta el lugar donde retienen a Dardo, para ver si entre los dos logran liberarlo. Este ha sido capturado por La Secta Negra para que revele el paradero de una fabulosa cantidad de oro a la que se refieren como “el rescate de sir Arthur el Batallador”. Sir Arthur es un rey que ha caído en manos de “los Asesinos del Silam” (un acrónimo claro de Islam) durante una cruzada, y por el que estos piden un fuerte rescate. Esto es otro paralelismo entre Dardo y Robin Hood, el personaje en el que se inspira, que también debía reunir y proteger el rescate del rey Ricardo. Marcel y Pimienta llegan a tiempo de ver como los miembros de la secta están comenzando a torturarlo.
En Los amigos del bosque (nº 15) Marcel y Pimienta tratan de rescatar a Dardo, pero la superioridad numérica de sus enemigos puede con ellos. Los miembros de la Secta Negra los rodean y deciden matarlos a distancia, con andanadas de flechas, ya que al parecer obtener el tesoro es algo secundario. Su principal objetivo es que no se pague el rescate y que los Asesinos del Silam acaben con sir Arthur. Cuando los arqueros de la secta se disponen a acabar con ellos, aparece súbitamente la manada de grandes ciervos a la que Marcel ayudó en el número anterior, arrollando, corneando y poniendo en fuga a los sectarios. Un pequeño toque de cuento para niños que realmente no queda mal.
Pimienta prepara una sopa con efectos curativos para restablecer a Dardo de un flechazo que había recibido. Esto termina de definir el papel que este personaje tendrá en la trama. Básicamente, Pimienta es como un bardo de juego de rol, que provoca efectos mágicos en aliados y enemigos con sus diferentes tonadas, solo que él lo logra mediante sopas y guisos que actúan como pociones mágicas.
Dardo le cuenta entonces a Marcel de que trata todo el asunto. Cuando la noticia de la captura de sir Arthur trascendió, uno de sus allegados, el conde Bramor, comenzó a reunir el enorme rescate que se pedía por su vida. Dardo y su banda contribuyeron con lo que pudieron, haciendo campaña también entre el pueblo para que cada uno aportase lo que pudiera (¡un crowfunding!) hasta totalizar la suma.
Cuando la custodiaban para entregarla, fueron atacados por la Secta Negra. Pimienta, que conducía el carro con el tesoro, logró huir y esconderlo en un lugar seguro. Dardo propone entonces ir al castillo del conde de Bramor para ponerlo al día sobre el asunto. Pero cuando se aproximan a este, vemos que La Sombra, el embozado y desconocido líder de la Secta Negra, ya se encuentra en su interior.
En El castillo de los misterios (nº 16) Dardo, Marcel y Pimienta tratan de acceder al castillo, pero nadie responde a sus solicitudes para bajar el puente levadizo y el foso de agua que lo rodea resulta estar lleno de pirañas (que tampoco eran conocidas en la Europa del siglo XIII). Cuando al fin se las apañan para entrar encuentran el castillo desierto salvo por el propio conde de Bramor, al que hallan inconsciente en el suelo.
Cuando se recupera, este les explica que La Sombra hizo huir a todos sus sirvientes, que lo tomaron por un fantasma. A él lo golpeó por ser el único que se negó a huir. Sin embargo, por algún motivo no se llevó la parte del rescate que el conde había reunido, que sigue en el castillo. Los cuatro acuerdan entonces juntar ese oro con el que escondió Pimienta, con lo que ya tendrán suficiente para pagar el rescate solicitado.
Durante la noche de preparativos antes de partir, Marcel está mirando por la ventana meditabundo y ve a un individuo encapuchado haciendo señales con un farol a alguien que le observa en el exterior del castillo. Sin dudarlo se lanza contra él, pero el individuo resulta ser un combatiente experto a puño limpio y lo derriba con facilidad.
En En busca del rescate (nº 17) la noche transcurre sin más incidentes y el grupo parte a la mañana siguiente, llevando la mitad del rescate reunida por el conde Bramor en un carromato. Por el camino un criado llega hasta ellos corriendo pidiéndoles ayuda para su señora, que se encuentra en peligro. Un enorme jabalí salvaje ha atacado su comitiva y volcado la calesa de la dama, que se halla a merced del furioso animal. El grupo se lanza en ayuda de la dama, que resulta no ser otra que la esposa de sir Arthur.
El jabalí embiste contra los recién llegados, pero cuando parece que va pisotearlos con toda su porcina furia y sus más de cien kilos de peso, aparecen los arqueros de la Secta Negra y disparan una de sus andanadas de flechas… contra el animal, en lugar de contra los personajes. El jabalí es abatido por varias flechas y tal como aparecieron, los arqueros de la secta se retiran. Este comportamiento tan inconsistente con sus actos anteriores hace que Dardo empiece a sospechar.
El grupo deja a la dama a salvo en una de las aldeas de su reino y sigue su camino, tras asar y despachar al jabalí muerto (¡no hay que desperdiciar nada). Más adelante, justo cuando Pimienta revela el lugar exacto donde escondió la otra parte del rescate, sufren una emboscada de la Secta Negra. Durante esta, tanto el conde Bramor como su parte del tesoro desaparecen en un instante de descuido por parte de Dardo, Marcel y Pimienta.
En Historia de una ambición (nº 18) se confirman las sospechas que tanto Dardo como los lectores ya tenían. La Sombra, líder de la Secta Negra, es el propio conde Bramor, que pretende conseguir para si todo el rescate. Afortunadamente Pimienta también sospechaba algo así (realmente, el único que no se había enterado de nada era el valiente pero ingenuo Marcel) y había estado guiando al grupo a otro lugar. La cueva que les indica a todos como lugar en el que ocultó el tesoro guarda en realidad algo muy diferente, un pequeño onagro. Los onagros eran máquinas de asedio similares a las catapultas, pero que en lugar de lanzar una sola gran roca en desenfilada podían lanzar un capazo de rocas de menor tamaño en parábola baja. Dicho pronto y mal, eran como esas escopetas que en lugar de balas sólidas disparan cartuchos de postas: menos daño al impactar pero una mayor área de efecto.
Utilizando el onagro diezman a los miembros de la Secta Negra que los han perseguido y se habían congregado en la entrada de la cueva, y luego salen a rematarlos a golpes. Marcel sale en persecución del conde Bramor. Cuando lo alcanza y le arranca la máscara bajo la cual ocultaba su rostro, este revela todo su plan, como buen villano. Él y sir Arthur siempre fueron amigos desde pequeños, pero con los años la fama, popularidad y poder de este fueron eclipsando a las de Bramor, y la amistad se trocó poco a poco en envidia, y luego en odio. La captura de sir Arthur por parte de los Asesinos del Silam le ha dado la oportunidad de librarse de él.
Durante el correspondiente combate final, el conde Bramor y Marcel ruedan hasta el borde de un acantilado y ambos caen por él.
La saga termina en Rumbo a lo desconocido (nº 19) donde Dardo y Pimienta encuentran a Marcel justo a tiempo de salvarle milagrosamente de su caída por el precipicio. Nada pueden hacer por el conde Bramor, que queda muy malherido al impactar contra el suelo. Este les revela que su parte del tesoro nunca llegó a salir de su castillo.
Él y algunos de sus hombres, que debían estar ocultos en el castillo, volvieron a trasladar su parte del rescate del carromato a los sótanos la noche antes de partir. También cuando estos asaetaron al jabalí salvaje lo hicieron para proteger a Bramor, pero su presencia allí se debía a que los estaban siguiendo en todo momento para intervenir cuando el escondite de la parte del tesoro que ocultó Pimienta fuera revelado.
Tras esta confesión y tras pedir perdón por sus actos, Bramor muere. El grupo lleva su cadáver de vuelta al castillo para enterrarlo en la cripta familiar, y recoger su parte del rescate.
Y más o menos aquí podemos cerrar la trama de La Secta Negra. Puedes continuar con las aventuras del Aguilucho pulsando aquí.
El Aguilucho. 1959. Manuel Gago (guion y dibujo). Reeditado en 1981 por Editorial Valenciana S.A.
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