EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Saludos, amigos cinéfagos!
Estamos dedicando unos días a centrarnos en reformas y otros asuntos, y por ello hemos dejado temporalmente de lado el blog. Sin embargo, ayer nos tomamos un merecido y necesitado descansito también en las reformas y vimos esta película para despejarnos un poco, así que ya que la tenemos fresca (aunque trate sobre una amojamada momia) vamos a comentarla antes de seguir con el lío. Y que después de todo, lo de ponerse a escribir y olvidarse de lo demás también se echa de menos.
La momia (de 1932) es la primera película que se hizo sobre este peculiar monstruo, hoy en día clásico. Probablemente no sea tan conocida en la actualidad como la versión de 1999 de Brendan Fraser, pero ésta le debe mucho. No se puede decir que sea una nueva versión de la misma historia (aunque esa era, al parecer, la intención inicial) pero sí toma algunos nombres y elementos de esta, a modo de homenaje. Estos detalles ya los repasaremos en profundidad más adelante, cuando comentemos también la versión de 1999.
La historia comienza en 1921, en Egipto. Una expedición arqueológica británica hace un descubrimiento sin precedentes: la momia de un hombre de alto rango que fue momificado sin extraerle las vísceras ni pasar por el proceso de desecación y preservación habitual, lo que indica que probablemente fue sepultado aún vivo. En su sarcófago está grabado su nombre, Imhotep, pero las oraciones y ritos de pasaje han sido borrados. Según las creencias del antiguo Egipto, esto debía impedirle acceder al Mas Allá, y dejar a su alma por siempre atrapada en su cadáver. Lo han encontrado además en una tumba inviolada junto con un arca de oro, lo que indica que el destrozo del sarcófago no fue obra de saqueadores, sino de los mismos sacerdotes funerarios que sellaron la cámara. El arca de oro, igualmente sellada, lleva inscrita una maldición.
Uno de los arqueólogos, el Dr. Müller, advierte a los otros que no abran el arca, que vuelvan a enterrar el cofre y se olviden de él. Naturalmente los otros no están dispuestos a renunciar a un descubrimiento así. El más joven e impaciente de ellos, al quedarse solo, abre el arca por su cuenta y halla en su interior un pergamino, que llevado por la curiosidad comienza a traducir de inmediato. Esto provoca la vuelta a la vida de la momia, que sale lentamente de su sarcófago, toma el pergamino y se marcha ante los atónitos ojos del arqueólogo, que se vuelve loco por la impresión.
Pasan once años. Saltamos a 1932, que era el presente cuando la película se estrenó. Una nueva expedición arqueológica británica está excavando en Tebas sin mucho éxito. Está dirigida por Frank, el hijo del director de la anterior expedición que vimos. Están a punto de renunciar por falta de resultados cuando se presenta ante ellos un misterioso personaje de rostro enjuto y reseco que dice llamarse Ardeth Bay y está interpretado nada menos que por el tremendo Boris Karloff.
Esta escena está hecha para que nos demos cuenta inmediatamente de que Ardeth Bay es la momia de Imhotep, que se ha regenerado hasta obtener una apariencia de vida. Cuando más adelante lo revela, solo toma por sorpresa a los personajes, porque el espectador ya estaba advertido. Y esta es una de las particularidades del personaje de Imhotep: tras la escena de su resurrección lo vemos en su forma humana. No es la típica momia envuelta en vendajes, incapaz de hablar, que camina torpemente con los brazos extendidos y mata a golpes o estrangulando. La momia de Imhotep tiene apariencia humana, habla, razona, planea, y mata mediante hechizos. Es además uno de esos personajes malvados con cuyas motivaciones puedes llegar a empatizar, y a sentir lástima por él, pero jamás aceptar sus métodos para conseguirlas.
Imhotep, bajo la identidad de Ardeth Bay, revela a los arqueólogos el lugar donde podrán hacer un gran hallazgo. Según él, sus motivos son que a los propios egipcios el gobierno les impide excavar, estando esto reservado a los extranjeros. Esto es, de hecho, cierto. En esos años el gobierno egipcio aún estaba bajo el protectorado británico y castigaba con fuertes multas y penas de cárcel a sus propios ciudadanos si desenterraban restos arqueológicos, porque eso quitaba relevancia a los arqueólogos ingleses. Imhotep impone una condición al equipo de Frank a cambio de revelarles la localización de una tumba inviolada: podrán hacer suya la fama del descubrimiento, pero todo resto encontrado permanecerá en el museo de El Cairo.
Frank acepta y tras un solo día de excavación encuentran la cámara mortuoria subterránea de la princesa Anke-se-na-amon. Su sarcófago y ajuar funerario es trasladado al completo al museo de El Cairo. Esta es otra diferencia interesante respecto a la inmensa mayoría de películas de momias, muy pocas de las cuales tienen lugar íntegramente o en su mayor parte en Egipto. Esta primera película transcurre totalmente en Egipto, aunque debido a la influencia británica la estética de la mayoría de los escenarios (interior de edificios, salones de baile, etc.) es completamente occidental.
Imhotep necesita que estos restos permanezcan cerca de él porque tiene planes para ellos. En el pasado, tres mil setecientos años atrás, Imhotep era el hijo del faraón y uno de los sacerdotes funerarios de más alto rango, y Anke-se-na-amon era una princesa de la corte y sacerdotisa de Isis. Su mutuo amor fue truncado por la prematura muerte de ésta, por una enfermedad que la medicina de la época no podía curar. Incapaz de aceptarlo, Imhotep desafió las leyes de los hombres y los dioses y robó un pergamino mágico con el que resucitarla. Fue descubierto y detenido cuando se encontraba ya en el sepulcro de Anke-se-na-amon, recitando el texto del pergamino. Como castigo fue momificado vivo: se le envolvió en vendajes que lo mantenían inmovilizado, lo encerraron en el sarcófago y este fue enterrado en un lugar sin marcar. Los trabajadores que lo enterraron fueron ejecutados para evitar que revelaran el lugar donde lo hicieron, y la historia ignoró a Imhotep durante los siguientes treintaisiete siglos, hasta que fue descubierto por la excavación de 1921. Ahora que ha vuelto a la vida y la momia de su antiguo amor a sido descubierta, ha retomado su plan de devolverla a la vida.
Se infiltra una noche en el museo y comienza a recitar el Hechizo de la Vida ante la momia, expuesta el público en una vitrina, de Anke-se-na-amon. Pero ocurre algo inesperado; la momia en si no reacciona, y en cambio una joven que esa noche se encontraba en una fiesta en El Cairo siente una llamada en su cabeza que la sume en un trance hipnótico y la lleva hasta las puertas del museo, que se queda golpeando con sus puños mientras gimotea el nombre de Imhotep. Esta joven es Helen Grovesnor, hija de un diplomático inglés y una mujer egipcia. Al ser llamada desde el Más Allá, el alma de Anke-se-na-amon ha entrado en su cuerpo, quizá porque por sus venas corre un ultimo vestigio de la sangre familiar de la princesa, que fue una antepasada remota. En el interior del museo Imhotep es descubierto y huye tras detener el corazón del vigilante nocturno con su mera voluntad.
Cuando llega hasta las puertas ya cerradas del museo, frente a estas se encuentran Frank y su padre, que acaban de abandonarlo. Al verla golpeando las puertas como una sonámbula, y al ignorar quien es, la llevan a su propia casa hasta que se recupere. El Dr. Müller se reúne con ellos poco después. Así es como Frank y Hellen se conocen, y como el padre de Frank y el Dr. Müller vuelven a oír el nombre de Imhotep, que recuerdan de su pasada expedición.
El propio Imhotep tiene ocasión de conocer a Hellen, e inmediatamente identifica en ella el alma de su perdida Anke-se-na-amon. Esto supone para él un revés en sus planes. Si resucita ahora a la momia de Anke-se-na-amon solo obtendrá un títere a su servicio, sin alma, personalidad ni voluntad. Y aunque logra despertar completamente los recuerdos antiguos del alma de Anke-se-na-amon en el cuerpo de Hellen, necesita que ella muera y sea resucitada como momia regenerada, al igual que él, para que ambos puedan existir eternamente. Llegado a este punto revela su identidad y el alcance de su poder al resto de personajes y comienza una batalla entre ellos.
Es una batalla de voluntades, más que física. La mente y poderes de Imhotep se impone poco a poco sobre todos, hasta que la propia Hellen va en su búsqueda, viéndose a si misma como la verdadera Anke-se-na-amon.
Pero en el último momento se echa para atrás. En ella conviven tanto el alma de Anke-se-na-amon como la de Hellen, y esta última pugna por vivir. La idea de pasar la eternidad como un cuerpo muerto e insensible, solo con una apariencia de vida, la horroriza. Y como la princesa Anke-se-na-amon que es en parte implora ayuda a los antiguos dioses de Egipto. Estos la escuchan e intervienen, privando a Imhotep de su poder y devolviendo al alma de Anke-se-na-amon a donde le corresponde estar. Al ser privado de sus poderes, el cuerpo de Imhotep se convierte en polvo.
Es un final bastante inesperado porque siempre cuentas con que serán los protagonistas los que encontrarán la forma de solucionar el asunto de un modo u otro, pero no. Aquí los humanos luchan sin amilanarse, pero también sin posibilidades. Es el ruego de una princesa egipcia muerta casi cuatro milenios antes el que hace intervenir a los dioses, puesto que los hombres nada pueden hacer contra la magia de Imhotep. Tampoco es una película de acción: no veremos persecuciones, ni forcejeos, ni nada más parecido a un combate que un intenso cruce de miradas entre personajes, pero está hecha así expresamente. No es una situación que pueda resolverse físicamente, disparando balas de plata o clavando a martillazos una estaca en el corazón, sino a base de fuerza de voluntad y conocimientos. Y cuando los de los humanos implicados demuestran ser insuficientes, son los mismos dioses los que toman partido.
Las siguientes películas que se harían sobre momias se irían alejando cada vez más de esto, convirtiendo a las momias en silenciosos autómatas controlados por algún villano vivo o sujetos a instrucciones que les fueron dadas miles de años atrás, hasta que La momia de 1999 retomó la idea original de una momia consciente y con voluntad propia.
Puedes ver otra película con momia incluida pulsando aquí.
The Mummy. 1932. John L. Balderston (guion) Karl Freund (director). Boris Karloff, David Manners, Edward Van Sloan (actores principales) Zita Johann (actriz principal). Universal Studios. Editada en DVD en 2002 por Universal Pictures Iberia S.L.
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