EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, ávidos lectores.
Hoy tenemos para reseñar un bolsilibro con buenos elementos de salida: lugar aislado, cementerio, brujería antigua, asesinatos tanto mundanos como sobrenaturales, gatos... pero que para mi gusto cojea. A ver que os parece a vosotros.
Damien y Juliet son un matrimonio joven que está pasando unas vacaciones forzosas en un lugar aislado. Lo de “forzosas” es porque estas se deben a que él tuvo un accidente de tráfico que le dejó con lesiones en la columna y la pierna derecha. Aunque lo peor ya ha pasado, le quedan todavía dos meses de reposo y recuperación. Siendo Damien el único que trabajaba de los dos, y siendo autónomo, están pasando algunos apuros económicos.
Pese a ello han tomado la decisión de alquilar un pequeño apartamento en un lugar aislado y tranquilo, aunque este ha resultado ser demasiado aislado. Buscando el precio más barato terminaron por alquilar un apartamento de una urbanización cuya construcción se paralizó a la mitad. En estos momentos son los únicos que viven allí, y la casa que han alquilado es una de las pocas que se llegó a terminar y dotar de luz eléctrica y agua corriente. El resto de la urbanización son una serie de casas a medio construir que flanquean calles sin farolas, como un pequeño pueblo fantasma de casas nuevas. Otro de los motivos que hacen que el alquiler de la casa sea tan barato es que esta colinda con un viejo cementerio, cuyo muro y verja pueden verse desde una de las ventanas del dormitorio. El ambiente resulta un poco lúgubre, pero desde luego es muy tranquilo, que a fin de cuentas es lo que buscaban.
Para no perder totalmente el contacto con la civilización, Damien ha llevado consigo su aparato de radioaficionado. Tras varios infructuosos intentos de comunicarse con alguien al fin consigue una respuesta. Un grupo de chavales (cinco chicos y dos chicas) está acampado cerca de allí. Uno de ellos tiene un Walky y charlan un rato, proponiéndose mutuamente quedar en algún sitio para conocerse. Los chavales solo van a estar por la zona unos pocos días más, pero al menos serán una distracción para la pareja, que se ha cansado demasiado pronto del lugar que han escogido para pasar sus vacaciones.
Una vez cierran la comunicación, los chavales acampados siguen buscando a alguien con quien hablar, y una extraña voz se deja oír en las ondas. Es una voz femenina, seductora, que no utiliza ningún código de identificación ni sigue los protocolos establecidos para este tipo de comunicaciones. Es una voz que les reclama que le den “Lo que le corresponde”. A continuación un espantoso grito de mujer les hiela la sangre.
Los dos chicos que estaban a la escucha salen de sus tiendas de campaña a investigar. Parecen estar muy cerca de la urbanización abandonada, puesto que ellos también tienen a la vista el cementerio. Concretamente están junto un monumento conocido en la región como la tumba del moro. Recorren el lugar con linternas puesto que es noche cerrada, y cerca de un montón de escombros encuentran un cadáver en descomposición. Tras un corto debate sobre qué hacer a continuación, sobre si sería mejor dejarlo estar, informar a la policía, o simplemente pasar del tema para (literalmente) echarle el muerto a otro. Finalmente deciden acudir a la dirección que les dieron Damián y Juliet y explicarles lo ocurrido.
Los mismos dos que encontraron el cadáver se presentan allí. Juliet les abre la puerta y les hace pasar al salón. Damián, por precaución, esta recostado en un banquillo de pesas levantando mancuernas de tamaño considerable. Esto me ha parecido un movimiento inteligente, puesto que les da una imagen de fuerza física al mismo tiempo que le sirve como excusa para no mostrarse a sí mismo de pie o andar hacia ellos, ya que al hacerlo revelaría su movimiento torpe y lento debido a sus lesiones. Nunca es buena idea mostrarte físicamente débil ante unos completos desconocidos, menos aún si estás en un lugar aislado a merced de todo lo que pueda ocurrirte.
Los campistas no les dicen nada sobre la comunicación que recibieron por radio después de hablar con él, porque los chavales, al ver a Juliet, piensan que podría haber sido su voz la que oyeron por las ondas, como una especie de broma que el matrimonio les estuviera jugando. Es una de esas situaciones en que ni unos ni otros tienen malas intenciones, pero hay una lógica sospecha mutua. Esto les hace omitir también el pequeño detalle del cadáver que le he encontrado, y limitarse a hablarles del grito que escucharon. También les preguntan si hay alguna gasolinera en el pueblo cercano a la urbanización en el que repostar sus motos. ¡Prestemos atención a los detalles! Si preguntan dónde puedan encontrar una gasolinera eso podría significar que no tienen combustible suficiente para alejarse mucho de la zona aislada en la que se encuentran, lo cual podría tener relevancia más adelante.
Habiendo sido informados al respecto, los chavales pasan por la gasolinera, llenan los depósitos de sus motos, y vuelven a su campamento llevando cada uno una gran garrafa de combustible extra. Así que cuentan con un montón de gasolina en garrafas ¿eh? Quizá esto también tenga relevancia más adelante. Después de todo, nunca sabes cuando vas a necesitar rellenar un depósito vacío o reducir algo a cenizas.
Juliet tiene una familiar lejana en el pueblo que hay junto con la urbanización, y decide ir a hacerle una visita al día siguiente. No la conoce, es algo así como una tía abuela, pero ya que está ahí se pasa a verla. La mujer resulta ser una anciana que aparenta tener más de cien años. Ella misma no sabe decir cuántos tiene, porque padece demencia senil. Vive en una casita pequeña, sucia y mal ventilada. Si sigue viva es porque los vecinos le traen comida de vez en cuando, porque ella misma no se acuerda ya ni de comer. Acepta que Juliet es familiar suya sin más porque es consciente de lo mucho que le falla la memoria y de que no puede estar segura de sus propios recuerdos. Sí que recuerda vagamente algunos de los familiares comunes que nombra Juliet, pero nada más.
La anciana vive con un gato mestizo de considerable tamaño al que llama a Lucifer, y afirma que el gato lleva más de treinta años haciéndole compañía. Curiosamente parece ser lo único sobre lo cual no tiene dudas. Pese a que Juliet le insiste en que los gatos no viven tanto tiempo, la anciana le asegura que es así. Treinta años atrás sufrió una grave enfermedad que la dejó casi ciega pero de la que se recuperó, y desde entonces el gato ha estado a su lado como una especie de celoso protector. ¿Tendrá todo esto algo que ver con la trama? ¿Está puesto ahí solo como una pista falsa o no es más que los delirios de una anciana para la cual el paso del tiempo ha dejado de tener sentido?
La anciana también informa a Juliet que el sitio que han alquilado se conoce en el pueblo como “El chalet de los muertos”, porque el arquitecto, uno de los albañiles, y varias de las personas a las que después se les alquiló la casa murieron allí. De nuevo no podemos estar seguros de la veracidad de esta información, considerando el estado mental de la mujer, pero lo tendremos en cuenta también.
Por su parte los campistas han estado jugueteando con la tumba del moro. Este es un conjunto de bloques de piedra, uno de ellos cilíndrico con uno de sus extremos hundido en el suelo y el otro alzándose en vertical hacia el cielo, que tiene a su alrededor cuatro conos de piedra más pequeños, así mismo con la punta clavada en el suelo. Una mezcla de aburrimiento, estupidez juvenil y drogas impulsan a algunos de los jóvenes arrancar una de las piedras cónicas del suelo para ver qué hay debajo. No encuentran nada más que un agujero, pero esa misma noche uno de ellos desaparece, arrastrado por unos sarmentosos brazos que brotan del agujero que han dejado al descubierto. Los otros, en sus tiendas y a sus cosas, no se enteran de lo ocurrido. Tampoco parecen echar mucho de menos al desaparecido, porque la unidad en el grupo se revela que es bastante tenue. Además los chavales andan distraídos con otras cosas, como la presencia del matrimonio en la urbanización, o una extraña niña de unos doce años que se dedica a pasear arriba y abajo por el lugar en una bicicleta roja, sola y aparentemente no haciendo nada salvo observarlos y hacerles alguna pregunta ocasional.
Aunque en un principio parecía que el matrimonio iban a ser los protagonistas principales y los campistas algo secundario, lo cierto es que la historia de estos está tan desarrollada como la de los otros. Hay muchísimas páginas dedicadas a mostrarnos su forma de ser, sus intereses, inquietudes, las relaciones entre ellos, y el soterrado odio que se tienen dos de los chicos. Uno de los chavales es debilucho y afeminado, mientras que el otro es el típico matón corpulento y con un desmesurado ego, qué está siempre haciéndose notar. Hay un momento en el que el grandullón derriba de un puñetazo al otro sin ningún motivo real para hacerlo, únicamente por exhibir su fuerza o quizá por impresionar a las chicas que estaban delante en ese momento.
Sabiendo que a puño limpio no va a poder devolverle el golpe, el individuo debilucho le prepara al otro una emboscada, atizándole primero en la cara con una gruesa rama y después haciendo chocar su cabeza contra una roca del suelo. Lo deja tirado junto a su moto en marcha para que parezca que ha tenido un accidente mientras la conducía. Poco después el chaval debilucho es aparentemente atrapado por la misma criatura que liberaron del túmulo, que sigue sin estar claro que es.
Mientras tanto el matrimonio sigue básicamente recluido en su casa. Él sale a pasear calle arriba y calle abajo para ejercitar su pierna y espalda, fortaleciéndolas... Ella acude al pueblo de vez en cuando en su ranchera y también se cruza con la niña de la bicicleta roja... Pero lo único importante que nos cuentan de ellos es que la mujer ha empezado a tener pesadillas. Son pesadillas recurrentes en las que cuatro formas fantasmagóricas y aparentemente femeninas rodean a su esposo y se lo llevan a la fuerza mientras ella grita y trata de seguirlas sin lograr moverse del sitio. Le habla de estas pesadillas a Damien, pero este lo achaca simplemente a la tensión en la que están sumidos los dos desde el accidente, la presencia del cementerio cerca de ellos, lo que les contó la anciana sobre que en la casa que están viviendo ha habido muertes, etcétera.
Además, el gato Lucifer parece tener la extraña cualidad de ser capaz de estar en todos los sitios a la vez: se lo encuentran por la calle del pueblo, en medio de un camino, incluso dentro de su propia casa en plena noche sin que ninguna de las puertas o ventanas hubiese quedado abierta. El gato simplemente parece observarles, como si el hecho de que se hubiesen presentado en casa de su humana le hubiera molestado y ahora quisiera saber quiénes son esos extraños intrusos.
En una revisión que Damián se hace en el médico del pueblo este les habla a él y su mujer sobre la tumba del moro. Por lo que se dice, el moro era el mote con el que cuatro malvadas brujas de la región llamaban a un enorme gato negro que ellas pensaban que era una encarnación del demonio. Un día las brujas fueron capturadas por las gentes del pueblo y se las amenazó con quemarlas vivas si no revelaban quien era su señor, puesto que los aquelarres de brujas tienen siempre un líder masculino denominado el Wicca (literalmente, el Brujo). Las brujas accedieron, y acompañadas de gente del pueblo, acudieron al lugar donde solían encontrarse con el gato.
Este, al ser llamado por las brujas, acudió como tenía por costumbre hacerlo y entonces la gente del pueblo lo capturó con una red y lo abrió en canal con un cuchillo de plata. Se decidió enterrarlos a todos en una “tumba de moro”. Al parecer alguien de por ahí tenía la idea de que los musulmanes se hacían a enterrar con una tumba central para el hombre y varias tumbas más pequeñas alrededor para sus mujeres. Y puesto que las cuatro brujas eran servidoras del gato al que ellas mismas llamaban el moro, se pensó que sería adecuado darles un sepelio similar.
Por tanto se enterró al gato colocándole encima el gran cilindro de piedra mientras que a las cuatro brujas se las mató igualmente con la daga de plata y se las enterró a su alrededor en fosas marcadas por las cuatro cuñas de piedra.
El médico también les confirma que ha habido varias muertes en la casa que ellos ocupan ahora, más incluso de las que recordaba la anciana con la que habló Juliet en primer lugar. Les dice que en algunas ocasiones a lo largo de la historia alguien trató de mover esas piedras y que eso siempre trajo una sucesión de muertes y desgracias a los alrededores, que parecen centrarse por alguna razón en esa casa. Le preguntan también por la niña de la bicicleta roja, que anteriormente se nos había sugerido que podría tener alguna implicación en todo el asunto pero que resulta ser una pista falsa. La niña no es más que una chiquilla aburrida que se dedica a pedalear de un lado a otro buscando algo que le llame la atención. De hecho, la niña parece haber enfermado unas pocas horas antes y está cada vez peor. Sin que nadie sepa exactamente qué le ocurre.
A partir de aquí los acontecimientos se precipitan. Ya se nos había advertido anteriormente que faltaba poco para que se produjera una luna roja, y el momento ha llegado. En el campamento de los chavales el gato Lucifer está dando cuenta de ellos con una letalidad más propia de un tigre que de un minino doméstico. Como si algún tipo de fuerza atrajera a todos los implicados a ese lugar, Damien y Juliet deciden pasarse también por el campamento de los moteros a ver qué tal les va, aunque esto es más bien una excusa para echar un vistazo a la famosa tumba del moro. Bajo el siniestro resplandor rojizo de la luna, se encuentran a mitad de camino con una de las chicas que solloza desesperada. Parece ser la única que queda con vida, porque les dice que no consigue encontrar a ninguno de sus amigos.
Al mismo tiempo el médico hace una visita a la niña de la bicicleta roja, y hablando en privado con ella esta le cuenta que su enfermedad se debe solo a la impresión que recibió al ver un par de cadáveres tirados junto a una de las piedras removidas de la tumba del moro. El médico se decide entonces a investigar por su cuenta, llevándose a un perro con él.
El matrimonio acompaña a la joven a buscar a sus compañeros, pero no hallan más que un montón de cadáveres destrozados en torno a la tumba del moro. Al ver que una de las piedras ha sido quitada del sitio y recordando lo que les contó el doctor sobre que había una bruja enterrada debajo de cada una, Damián empuja el cono de piedra tratando de colocarlo de nuevo en su lugar, esperando que esto termine con todo el problema. En ese momento, sobre el gran cilindro central se deja ver de nuevo el gato Lucifer, que salta sobre Damien. Juliet logra interceptarlo en el aire golpeándolo con la muleta que su marido soltó para agarrar la piedra.
Mientras Damien porfía tratando de hacer bailar al cono de piedra hasta su hueco, el doctor llega al lugar. Viendo el panorama, suelta la correa del perro y este se lanza instintivamente a por el gato, presintiendo algo maligno en él. Ambos se enredan en una feroz pelea que termina con la muerte de los dos animales. El doctor agarra los restos del gato y los lanza al agujero del suelo antes de que Damien ajuste la roca sobre este, dando fin aparentemente a los las fuerzas malignas que se habían desatado.
Es una historia que se me ha hecho pesada. Ralph Barbie suele ser mucho mejor que esto. Aquí cae en un error muy común de los escritores de bolsilibro, que es desarrollar demasiado la parte central de la historia. Debido a la limitación de páginas a veces ocurría que desarrollaban demasiado la parte central. Se entusiasmaban con su propia historia, se encariñaban con ella, empezaban a añadirle detalles, y cuando querían darse cuenta ya sólo tenían dos o tres páginas para terminarla. Esto derivaba en finales como este, en el que todo se resuelve con un perro y un gato intercambiando dentelladas y zarpazos.
No digo que sea un mal final, pero es demasiado apresurado. Nos quedamos con ganas de saber más cosas sobre las brujas del lugar. No se nos explica por qué el gato regresó a la vida (o el demonio se encarnó en otro gato) treinta años antes. El doctor ya dijo que las piedras habían sido retiradas en otras ocasiones, lo cual había traído desgracias al pueblo, y podemos suponer que una de esas ocasiones fue hace treinta años y que el gato quedó liberado desde entonces. Pero aun así todo es muy nebuloso, todo está muy como en el aire. Y al final los que parecía que iban a ser los protagonistas (y esto tampoco me parece mal, pero no da la impresión que fuera algo planeado desde el principio) son los que menos hacen.
Los que desatan la maldición son los jóvenes, también son estos los que pagan las consecuencias, mientras que quien resuelve la situación y nos da la mayor parte de la información es el médico, y quien pone el mal en su sitio es el perro. La pareja protagonista son básicamente unos espectadores del suceso, como los propios lectores. Y al final parece que ni la sospechosa niña de la bicicleta, ni la falta de gasolina para las motos, ni el exceso de esta en prácticas garrafas detonables tiene ninguna relevancia. La impresión que me da es lo ya comentado, que los protagonistas iban a ser el matrimonio, y los chavales simplemente personajes secundarios puestos ahí como víctimas, pero al final tienen más peso en la trama que el matrimonio.
Tampoco hubiese estado mal que los protagonistas fueran los chavales, que todo se centrar en ellos. De hecho creo que la historia sería mejor si se centrara en este grupo y omitiera el matrimonio que da inicio a la trama. Pero bueno, eso son decisiones del autor en las que obviamente no me meto. No es una mala historia teniendo en cuenta el promedio de calidad de los bolsilibros, pero sí es una mala historia teniendo en cuenta el promedio de calidad de Ralph Barbie.
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Crepúsculo rojo. 1981. Ralph Barby [Rafael Barberán] (texto) Tamurejo (portada). Selección Terror nº 414. Editorial Bruguera S.A.
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