EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.

Saludos, comedores de espinacas.
Esta nueva aventura comienza con Popeye en altamar, junto con Olivia/Rosario, Óscar, Pilón, y Tía Tecla. No parece tener continuidad con la última que vimos, porque no se vuelve a hacer ninguna referencia a la Armada de Spinachilandia.
Oscar, que está a cargo de la radio, recibe un mensaje para Popeye que dice simplemente “Ven aquí” y está firmado con las iniciales M.C. Rosario opina que M.C. puede querer decir Marina de Combate, con lo que Popeye ordena inmediatamente alistar el barco para la batalla. Sin embargo Tía Tecla opina que M.C. es Mamá Carey, una misteriosa mujer que vive en una isla mágica. Esto parece confirmarse al recibir otro mensaje, esta vez dirigido a Tía Tecla, que indica “Dile a Popeye que se dé prisa, el ganso marino anda suelto”. Esta vez sí está firmado por Mamá Carey con todas las letras. Pilón nos amplía la información sobre Mamá Carey diciendo que es “la reina de las gaviotas del mar” y que “todas las gaviotas son sus polluelos” pero qué se trata simplemente de una leyenda, que no existe en realidad.
Popeye, sin embargo, cree que Mamá Carey sí es un personaje real. Después de todo él ha conocido a una bruja, personas que se podían volver invisibles, fantasmas, sirenas, incluso al propio dios Neptuno, rey de los mares, por lo que el hecho de que una mujer sea la madre de todas las gaviotas no le resulta especialmente extraño. Tía Tecla le confirma que Mamá Carey existe, puesto que ella llegó a verla en una ocasión.
Al subir a la cofa del vigía, Pilón descubre que esta ha sido llenada de paja, convirtiéndola en un nido en el que ha sido depositado un gran y extraño huevo. Baja con él e intenta cocinarlo, pero el huevo parece estar hecho de goma, ya que resiste todo intento de romperlo y tiene tendencia a rebotar por todas partes.
Suponiendo que la aparición del extraño huevo y la desaparición del ganso marino son hechos relacionados, Popeye coloca el huevo bien a la vista en la cubierta del barco, con la esperanza de atraer a la criatura que lo haya puesto. Aquí hay varias páginas dedicadas a especular sobre las posibilidades comerciales de la “goma de ganso” ya que es de lo que parece estar hecho el huevo. Los personajes hablan sobre cómo podrían abastecer al país de goma para neumáticos con un criadero de gansos que pusiesen huevos de goma. De hecho, el término “goma de ganso” se repite con frecuencia como si fuera algún tipo de chiste interno. Puede que sea una referencia a alguna publicidad de la época o a algo de lo que se hablaba en ese momento, porque la insistencia con la que se habla de la “goma de ganso” resulta extraña.
El caso es que finalmente aparece un ganso y se pone a empollar el huevo, y el ganso también parece estar hecho de goma. El ganso (gansa, en realidad) se dedica a ir poniendo más huevos, hasta cinco en total. El aparentemente valioso recurso de la “goma de ganso” hace que la armada japonesa comience a rondar el barco de Popeye intentando hundirlo. El primero en atacarles es un submarino que dispara contra ellos torpedos, sin demasiado acierto. Popeye se deshace de él nadando hasta su periscopio y cegándolo con un cubo de grasa, y poco después el submarino es destruido por la aviación estadounidense.
Aquí hay una viñeta en la que Popeye explica la razón por la que los estados unidos están peleando con los japoneses, y esta es “Luchamos porque somos como somos, y porque nuestros enemigos son como son”. No hay más. No habla ni de patriotismo, ni de intereses políticos, ni nada por el estilo. Este cómic es de 1971. Los Estados Unidos estaban en plena Guerra de Vietnam, y la cultura popular de la época reflejaba esto de forma a veces indirecta y otras más explícita. Popeye peleaba contra los japoneses porque para el gran público norteamericano no había mucha diferencia entre japoneses, chinos y vietnamitas. Todos eran “amarillos” sin más. Esto también puede verse en los comics que se publicaron durante la Segunda Guerra Mundial, en la que los superhéroes de Marvel se convirtieron en grandes opositores al régimen nazi y no hacían más que luchar contra los alemanes, así como durante la Guerra Fría los malos eran los rusos en todas las películas.
Lo curioso de todo esto es que, si bien el caos y la destrucción de las guerras siempre da pie a atropellos a los derechos humanos y todo tipo de crímenes y situaciones escabrosas, en los comics, películas, folletines, en los propios noticieros oficiales, se tendía a demonizar aún más al enemigo. A presentarlo peor aún de lo que era, a veces hasta el punto de mostrar a los soldados enemigos como vampiros o demonios. Pero la explicación que da Popeye es simplemente que “luchamos porque somos como somos, y porque nuestros enemigos son como son”.
Eso sí, de lo que no se priva es de ridiculizarlos lo máximo posible. Cuando Pilón se entera de que están en guerra con los japoneses coloca una trampa para ratas en la bodega, puesto que lo que él sabe de los japoneses es que son personas muy pequeñitas y que siempre están hambrientas. Basándose en eso, para él es lógico que si un japonés se cuela a bordo del barco, lo que hará será lanzarse desesperado a por el minúsculo trocito de comida del cebo, quedando inmovilizado en la trampa para ratas.
Tras el ataque del submarino, los siguientes que entran en liza son dieciséis buques de guerra que comienzan a disparar contra el barco de Popeye. Cuando este se dispone a contraatacar descubre que la munición que han embarcado es demasiado grande para el único cañón con el que cuentan ellos, por lo que no le queda más remedio que recurrir a una serie de trucos para ir hundiendo la flota enemiga. Empieza reduciendo la cocina del barco a trozos de chatarra para emplearlos como metralla, para abatir un avión que les estaba bombardeando.
Y puesto que el cañón no tiene ángulo suficiente para apuntar hacia arriba, lo toma en brazos y él mismo lo orienta hacia el blanco con su desmesurada fuerza. Este único disparo que llega a efectuar destroza el ánima del cañón, por lo que a continuación se dedica a hundir el resto de la flota enemiga lanzando contra ellos los proyectiles de los que dispone a base de fuerza bruta, golpeándolos con una mandarria. Así consigue deshacerse de la escuadra japonesa y llegar hasta la isla de Mamá Carey.
Una vez en tierra firme Popeye se adelanta a investigar y encuentra la casa de Mamá Carey derrumbada e incendiada. La isla ha sido tomada igualmente por “los amarillos” y está llena de soldados. Me voy a referir a ellos así puesto que en ningún momento se especifica su nacionalidad. Se nos da a entender que son japoneses porque hay un momento en el que Pilón dice ver el sol saliendo por un punto del horizonte que no le corresponde, y Popeye le corrige diciéndole que lo que está viendo no es el sol, sino una bandera. La bandera de Japón es un círculo rojo sobre fondo blanco, que representa el sol naciente. Es una referencia clara, pero las palabras “Japón” o “japoneses” no se emplean en ningún momento del cómic, siendo simplemente “los amarillos”, “los enemigos” o "los orientales".
Entre Popeye
y Rosario (que cuando se enfada es igual de bruta que él) limpian la isla de las
tropas de ocupación y continúan buscando a Mamá Carey. Son interrumpidos cuando
un nuevo barco japonés amarillo llega hasta la isla, y esta vez Popeye
decide apoderarse de él en lugar de hundirlo. Los personajes suben a bordo
apalizando a los soldados y humillándolos simultáneamente. Popeye los golpea
con una paleta para mosquitos, como si fueran algo insignificante, y hasta los
debiluchos Óscar y Pilón se unen a la pelea tumbando también a varios de ellos,
dando a entender que “los amarillos” son gente extremadamente floja, a la que
se puede liquidar en grandes cantidades. Incluso Tía Tecla derriba a uno
golpeándolo con un palo.
Tras apoderarse del barco y encerrar a sus decenas de marineros en la bodega, Popeye ordena a Pilón que se encargue él de alimentarlos. Su ración diaria será de un solo grano de arroz hervido por persona, puesto que así pretende mantenerlos débiles y evitar que se rebelen. Sin embargo, cuando Pilón baja a darles su comida, estos le ovacionan puesto que un grano de arroz al día es una ración superior a la que han estado recibiendo hasta ahora como miembros de su armada. Es otra pequeña humillación a los japoneses y la vuelta a la imagen clásica que tenía de ellos el público norteamericano en esta época: gente débil, pobre, de naturaleza sumisa, y que pasaba mucha hambre.
Dueños ya del barco, Rosario le cambia el nombre. El original Veneno es sustituido por Reina Rosario. Popeye decide ofrecerle el barco recién capturado al Tío Sam. Aquí ya no se habla de Espinachilandia, sino directamente de Estados Unidos. Popeye se pone en contacto con el Ministro de Defensa y este aprovecha para decirle que tiene una importante misión para él, pero que quiere verlo en persona. Se nos muestra a su interlocutor, y parece una caricatura de Melvin R. Laird, que era Ministro de Defensa de los Estados Unidos en aquel momento. A Laird, por cierto, le debemos el primer tratado de no proliferación de misiles intercontinentales firmado entre los Estados Unidos y la Republica Socialista Soviética.
Pilón baja a la
bodega para preguntar a los prisioneros japoneses amarillos que quieren
para comer, para celebrar que van a Norteamérica a entregar el barco. Cuando
estos, todos a una le piden hamburguesas, este responde sorprendido “Cielos, ya
hasta parecéis humanos”. Es decir, que ya parecen seres humanos porque prefieren
hamburguesas, el que podríamos considerar el típico plato del estadounidense
promedio (aunque el origen de la hamburguesa sea alemán) antes que arroz, el
típico plato del japonés promedio. De nuevo son cosas de la época, y como tal
hay que entenderlas. También lo que hoy en día consideramos humor inofensivo en otra
época habría sido visto (o será visto en el futuro) como algo completamente
inadecuado.
De camino a Washington son atacados de nuevo. Varios barcos disparan contra ellos. Popeye y el capitán jap... amarillo discuten en cubierta sobre quiénes les están disparando, tratando de determinar si son amarillos que saben que el barco ha sido tomado, o si son norteamericanos que lo ignoran. Popeye opina que los atacantes son norteamericanos porque observa pasar junto a él un proyectil y lo ve de demasiada buena calidad como para ser un proyectil amarillo. Los disparos además son demasiados certeros para lo que, según él, es habitual entre los artilleros amarillos, así que deben ser norteamericanos. Para confirmar esto Pilón hace unas señales con banderas indicando quienes son a los barcos atacantes y estos dejan inmediatamente de disparar. Pilón también añade como una pequeña postdata que les envíen un paquete de hamburguesas, que los artilleros americanos cargan en uno de los cañones y disparan directamente contra él.
Tras este último incidente llegan finalmente a avistar la costa de los Estados Unidos. Popeye se siente tan orgulloso de su futuro desempeño en la guerra que hincha el pecho hasta el punto de que uno de sus botones sale disparado, arrancado de la ropa por la presión de sus músculos.
Un cómic realmente peculiar este, y un motivo claro de por que siempre es un error reescribir o destruir obras antiguas. No me refiero a hacer nuevas versiones o continuaciones, sino a tratar de cambiarle el sentido a todo para dar la impresión de que la sociedad siempre fue tal como es ahora. Esto lo único que hace es negarnos esa visión de cómo eran realmente las cosas en su época que nos dan los libros, cómics, cuentos o películas antiguas en sus versiones originales, que no son otra cosa que una ventana a la sociedad del momento.
Hasta que leamos y reseñemos otro número (la próxima vez que comamos espinacas) podéis repasar todo lo que ya publicamos sobre este personaje pulsando aquí.
No se indica el título original. 1971. Zaboly (texto y dibujos). King Features Syndicate. Publicado en 1971 por Buru Lan S.A.
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