EL GRAN BAZAR

“Cuando el calendario alcance el octavo día del décimo mes,
se abrirán las puertas más pequeñas de la ciudad sumergida.
Y el tedio humano se verá truncado por la llegada de aquel
que espera desde antes de que el tiempo existiera
y sueña desde antes de que el sueño existiera
¡Ph’nglui pulpus stackriat’hul!
¡Fazagu octopudus tentaclus cool!”
Fragmento del Pulponomicón, conservado en la biblioteca de Miskatonick (sección de gastronomía).
Tal como anunciaba esta aciaga aunque poco conocida profecía de Pulpadamus, el terrible Tchuli ha despertado al fin en un ocho de octubre, Día Internacional del Pulpo.
Algún imprudente adorador de los cefalópodos creyó adecuado dedicarles esta fecha porque, al igual que ocurre en español, en inglés (el idioma humano en el que se formuló tal propuesta) october suena parecido a octopus. Y el día elegido fue el 8, porque ocho son los tentáculos de los pulpos. Puede que los astros no estén alineados, pero también se puede jugar con las palabras y las fechas.
Se trata de una figurita de resina que compré hace mucho tiempo en un
oscuro zoco de Esmirna, en una tienda alicantina de juegos de rol. No recuerdo el
fabricante, pero sí que se presentaba como un trabajo independiente, sin
asociarlo a ningún juego o colección. La única marca distintiva que presenta, es es símbolo Pi grabado en un ala.
El nombre que aparecía en el blíster era simplemente Tchuli, y se trata obviamente de una versión caricaturesca e infantilizada de Cthulhu, el más famoso de los monstruos creados por H. P. Lovecraft, padre del género del horror cósmico.
Cthulhu es una criatura de una antigüedad tan vasta, de una naturaleza tan ajena a la nuestra, que su sola visión carcome la cordura… aunque en esta versión de solo 5´5 cm de altura (y con ese ceño fruncido con el que parece pretender hacerse el duro pero en realidad resulta adorable) se parece más a una mascota de apoyo emocional que a un aterrador dios primigenio.


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