EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Llegamos al inevitable final de esta historia.
Llevados por el viento, ingrávidos debido a la proximidad de la criatura Remina y la fuerza centrífuga que provoca el rápido giro de la Tierra, el vagabundo y la joven Remina surcan el cielo. Tras ellos, miles de personas de todo el mundo los persiguen, clamando cada uno en su idioma. Multitud de voces y acentos, pero un solo mensaje “¡Muerte a Remina!” como si el odio fuese el único y verdadero lenguaje universal.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
Los perseguidores ganan terreno poco a poco. Al estar cargando con la agotada Remina, la silueta del mendigo es menos aerodinámica. Ella se da cuenta de esto y le dice al mendigo que la suelte. Vivir o morir es algo que ya le da igual después de todo por lo que ha pasado, pero este tampoco parece darle mucha importancia al hecho de salvarse él. El aire es cada vez más tenue y aspirarlo hasta los pulmones supone un esfuerzo adicional. Su vuelo les lleva de vuelta sobre Japón, justo en el momento en que el grueso de los perseguidores les alcanza, formando una mêlée a medida que más y más individuos se agarran al primero de ellos que logra aferrar un tobillo de Remina. El unir sus pesos todos de golpe les hace caer como una confusa masa de cuerpos sobre, precisamente, la ciudad en la que este salto mundial se inició.
Seguramente habréis oído alguna vez eso de “¿Qué pasaría si toda la gente del mundo saltase a la vez?” Bueno, pues aquí tienes la respuesta versión Junji Ito: Miles de personas chocan de pronto contra el suelo, reduciéndose a una amalgama de huesos rotos y cuerpos reventados. El griterío colectivo de odio se troca en otro de dolor, seguido de un tranquilo silencio.
Como parece que en la Tierra las cosas se han calmado de momento (la muerte de todos los personajes de golpe suele provocar ese efecto), vamos a comprobar qué tal les van las cosas al puñado de supervivientes que hoyan la superficie de la criatura Remina. El suelo, que no es otra cosa que la piel de la criatura Remina y las monstruosas bacterias que la habitan, parece absorber ávidamente el charco de carne en que ha quedado reducido el desgraciado que fue expuesto a la atmósfera corrosiva. Remina asimila esta materia y la incorpora a su masa, formándose nuevos tentáculos y pseudópodos que rápidamente empiezan a atrapar y despedazar a los presentes. Solo el Sr. Mineshi, su esposa y su repelente hijo menor Kunihiro logran escapar, corriendo sin tener dónde ir, ya que todo el planeta sobre el que se encuentran está igual que donde están. El Sr. Mineshi sigue convencido de que su hijo mayor está en ese planeta y que, por algún motivo, puede mantenerlos a salvo.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
En su huida a ninguna parte se topan con un astronauta de la primera expedición que avanza hacia ellos, todavía envuelto en la oscuridad proyectada por la vegetación orgánica que tiene alrededor. Se mueve a trompicones, y el sacudir espasmódico de uno de sus brazos es interpretado por el Sr. Mineshi como un saludo. Naturalmente, él cree que se trata de su hijo perdido, pero no. El traje de astronauta es solo un cascarón vacío. Uno de los tentáculos de la criatura se ha introducido en él a través del casco. Los movimientos que la familia Mineshi percibió como pasos y saludo no eran más que el tentáculo absorbiendo los restos del cuerpo que quedaban en el interior del traje. Cuando el tentáculo se retira, el traje de astronauta vacío cae al suelo como el envoltorio de un bocadillo ya terminado. La atención de ese tentáculo, y de muchos otros que resulta haber cerca, se vuelve hacia los Mineshi, y ya no sabremos nada más de ellos. Ni falta que hace.
Volvemos a la Tierra, donde algo se mueve al fin entre la maraña de cuerpos aplastados. Es el mendigo, que pese al terrible choque ha sobrevivido gracias a todos los maníacos que se habían apelotonado a su alrededor justo antes del impacto, tratando de matarle, y han acabado por convertirse en el colchón de carne que ha amortiguado su caída. Consigue sacar a tirones a Remina de entre la marea de entrañas en la que ella está hundida.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
La lengua de la criatura Remina está envolviendo ahora la Tierra para llevarla hasta su boca, y pese a que no tienen modo alguno de evitarlo, el mendigo insiste en seguir en movimiento. Y Remina le sigue, quizá porque este no parece correr al azar sino ir en busca de algo concreto.
La tenue gravedad es lo que les permite moverse rápidamente entre las calles atestadas de cadáveres y escombros. Se encuentran con otros cuatro supervivientes agazapados en el precario resguardo de un hueco entre muros. Se trata de una pareja joven, un niño y una niña, y el mendigo los convence para que los acompañen. Ningún punto de la ciudad (o más bien, ningún punto del planeta) parece más seguro que otro, así que la familia les sigue, sin que nadie salvo el mendigo sepa adónde van. Y el lugar al que se dirigen resulta ser la mansión de los Mineshi, que gracias a su recia estructura y sus altos muros permanece más o menos intacta entre la ciudad devastada. Tomados los seis de la mano como una cadena humana, saltan sobre el muro gracias a la escasa gravedad, pero entonces esta desaparece por completo. El planeta está ya casi en la boca de la criatura Remina, y la descomunal masa de esta atrae a todo objeto de la Tierra que no está fijado al suelo. Esto les hace a todos caer hacia arriba, y solo logran salvarse agarrándose a un árbol cercano a la entrada de la mansión, y luego a esta. La puerta está cerrada y se requiere un reconocimiento dactilar para abrirla, pero sin dudarlo, el mendigo coloca su mano sobre la placa y la puerta cede. Nadie lo cuestiona porque no es momento para preguntas.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
Puesto que la gravedad de la propia criatura Remina tira de ellos, arriba y abajo se han invertido. Todos entran en la mansión corriendo por los techos de las salas y pasillos, que ahora es para ellos el suelo. Remina también se dispone a hacerlo cuando algo más tira de ella. Es de nuevo el encapuchado, que se ha abrazado a las piernas de Remina con un brazo, y con el otro blande un látigo con el que empieza a azotarla. El mendigo trata de tirar de ella al interior de la mansión, y entonces el látigo se enreda en la capucha del individuo y se la arranca, revelando que es Naoya.
Es probable que todos los encapuchados originales murieran cuando explotaron las cabezas atómicas sobre la ciudad, y que el encapuchado que ha estado persiguiéndolos desde entonces haya sido Naoya. En algún momento tras separarse de Remina debió encontrar el cadáver de uno de los encapuchados originales, y decidió tomar su máscara y túnica. Al no haber visto jamás el rostro de ninguno de los miembros de esta secta, cuando Naoya comenzó a dar órdenes a la multitud, esta lo obedeció sin cuestionarse nada.
Al saberse descubierto Naoya trata de justificarse ante Remina. Su admiración por ella (la misma que le impulsó a crear un club de fans en torno a su persona y a defenderla de la turba al inicio) se ha transformado en una obsesión malsana, una visión propia de la realidad en la cual Remina no puede amar a nadie como demostró amar al buenazo de Yasumi, puesto que ella pertenece a toda la humanidad. Humanidad de la que ellos siete puede que sean los últimos representantes, por cierto. La gravedad de la criatura Remina tira de él al tiempo que el mendigo tira de la joven Remina, y Naoya se resbala y cae hacia el cielo. Hacia la otra Remina.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
El mendigo guía entonces al grupo hacia el sótano. Concretamente hacia el refugio atómico cuya existencia conoce perfectamente. Se encierran todos en él y sellan la puerta estanca mientras los dientes de la criatura Remina, de cientos de kilómetros de largo, se clavan en la Tierra, la trituran y se la tragan. Habiendo devorado a la Tierra al fin, la criatura Remina se marcha. Para ella, nada de lo ocurrido ha sido extraordinario, solo la natural rutina de su ciclo alimenticio. Su eterno vagar por el universo sigue, en busca de otros mundos con los que saciar su apetito.
El refugio antiatómico ha sobrevivido. Estaba enterrado en uno de los cientos de fragmentos del planeta que ahora han quedado a la deriva por el espacio cuando la criatura trituró la Tierra. Son pedazos demasiado pequeños como para que la criatura les preste atención, y la velocidad a la que han salido disparados al fragmentarse el planeta los ha alejado del Sol lo suficiente como para que este no los reclame e incinere con su propia fuerza de gravedad.
En el refugio, Remina ata cabos. Ha llegado a la conclusión de que el mendigo debe ser el hijo mayor de los Mineshi. Estos le dijeron que su hijo se había marchado de casa diez años atrás, y esto, junto con el hecho de que él supiera sobre el refugio bajo la mansión y que su huella dactilar haya abierto la puerta de seguridad, no deja lugar a dudas.
La familia que han rescatado se presenta. En realidad, no son una familia aunque al principio dieron esa impresión. Son una pareja que vio a dos niños perdidos entre las ruinas y los recogió para buscar entre todos algún lugar en el que esconderse. Una de esas familias accidentales que se forman en las catástrofes, en las que padres en busca de sus hijos terminan adoptando a hijos que buscan a sus padres; en las que desconocidos se convierten en hermanos, y en las que lo único que tienen en común unos con otros es haber sobrevivido a la destrucción que les rodea, y ese vínculo es más que suficiente para permanecer juntos.
El mendigo (que se nos confirma ahora que era el hijo mayor de los Mineshi) informa que el refugio tiene oxígeno, energía y alimentos para mantenerlos vivos a todos durante un año. No es una nave espacial ni tiene ningún sistema de dirección o propulsión, por lo que el destino que les aguarda es vagar por el espacio a la deriva durante un año antes de que el oxígeno y la comida se agoten y todos mueran. No es una salvación, sino un aplazamiento. Pero como el mendigo hace notar, el hecho de haber sobrevivido a todo, no solo a la horda de locos empeñados en matarlos, sino a la destrucción total del planeta Tierra, ya es de por sí un milagro.
Y así termina esta historia: con la cuna de la humanidad reducida a fragmentos de roca, dentro de uno de los cuales los dos niños (demasiado pequeños todavía para ser plenamente conscientes de su difícil situación) se divierten jugando con la gravedad cero. El mendigo y la pareja se unen a ellos, formando una especie de ingrávido corro, mientras Remina observa el universo a través de la única ventana blindada del refugio. Y sí, el futuro que parece aguardarles no es muy halagüeño, pero lo que realmente les ocurra a continuación queda a la imaginación de cada lector.
<== ¡Atención al sentido de lectura! <==
Ya no sabremos nada más de la criatura Remina ni de ellos, salvo que les queda un año. Un año para respirar, para hablar, para jugar con la gravedad cero. Un año para que el universo, que ya ha demostrado ser más vasto y extraño de lo que jamás imaginaron, vuelva a sorprenderlos. La propia existencia de la criatura Remina es de por sí la prueba de que en el universo hay más vida compleja aparte de los humanos, así que ¿por qué entre ella no pudiera haber también alguna inteligencia compasiva? Y personalmente me inclino por esta posibilidad porque creo que es la que autor realmente esperaba transmitir.
Junji Ito se caracteriza por la extrema crueldad a la que somete a sus personajes, un rasgo que comparte con otros autores de terror como Poe o Lovecraft. En las historias de estos autores, es extremadamente raro encontrarse con finales felices. A los protagonistas les espera una etapa de horror y humillación, tras la cual los aguarda la muerte o la locura. Que algunos logren salvarse es algo muy inusual. Creo que Hellstar Remina es, en lo que respecta a Junji Ito, lo que El escarabajo de oro fue para Poe o El horror de Dunwich para Lovecraft: uno de los pocos casos en los que los protagonistas no solo sobreviven, sino que ganan. Aquí el autor no nos ofrece un final feliz, pero sí la posibilidad de que este tenga lugar en algún momento, y eso ya es muchísimo más de lo que pueden disfrutar los personajes de la mayoría de sus otras historias. Teniendo en cuenta que lo normal en sus protagonistas es la muerte, locura, o mutación, este otro final (un refugio... algo parecido a una familia... un año de plazo...) es casi una declaración de amor hacia sus personajes.
Ese refugio lleva consigo el núcleo de una posible nueva humanidad: tan solo tres hombres y tres mujeres que quizá lleguen a algún lugar… o quizá no. Que tal vez sean encontrados por otros seres vivos inteligentes antes de que pase ese año, o quizá dentro de un millón de años, cuando solo queden de ellos huesos y polvo. No podemos saberlo, ni el autor nos deja mucho margen para la esperanza, pero tampoco nos empuja hacia la desesperanza absoluta.
Y como dijo el mendigo: ya han vivido un milagro. Tienen un año de plazo para que ocurra otro. Quizá sean detectados por alguna otra forma de vida inteligente y bondadosa, y recogidos por ella. O quizá simplemente dediquen el año que les queda a conocerse, a reflexionar sobre sus vidas, sobre los planes que tenían… y a morir tranquilamente llegado el momento, cuando la falta gradual de oxígeno los deje inconscientes primero y luego los mate durante el sueño, en lugar de perecer gritando de terror como ha hecho el resto de la humanidad. Incluso si su destino es morir, son unos privilegiados por tener la oportunidad de hacerlo en paz y en buena compañía.
Puedes repasar todos los capítulos anteriores en orden pulsando aquí.
Hellstar Remina. 2005. Junji Ito (guion y dibujo). Publicado en 2019 por ECC Ediciones.






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