EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Hoy vamos a repasar otro bolsilibro de Joseph Berna, uno de los pocos autores de este peculiar tipo de literatura que quedaban en pie hasta hace poco y que nos dejó en el 2021.
Casi siempre que hablamos de Berna (el seudónimo más habitual de José Luis Bernabéu López) es para quejarnos de lo malos que son sus libros… y si, la verdad es que esta no va a ser una excepción. Sin duda era el peor de los autores de bolsilibro que se popularizaron pero ¡ah! eso sigue situándolo por encima de todos los autores de bolsilibro que no llegaron a popularizarse. Así que, más que un mal escritor de bolsilibros, podríamos calificarlo como el peor de los buenos escritores, o el mejor de los malos escritores, como se prefiera verlo.
Berna basaba su obra en lo que ahora se llama fanservice y que en su época era simplemente darle al público lo que quería ver o leer. Llegó a escribir más de cuatrocientos libros (¡que ya son libros!), algunos de los cuales tuvieron tiradas de más de veinte mil ejemplares. Los primeros (La misteriosa Stella y Mexicanas a granel) los envió a la editorial escritos a manos en cuadernos escolares porque a sus veintisiete años no se podía costear una máquina de escribir.
Comenzamos en el clásico futuro berniano, a saber; coches voladores, pistolas de rayos láser, ropa de tonos metalizados y desinhibición sexual absoluta y generalizada. Nuestra pelirroja y veinteañera protagonista lleva el complicado nombre de Glynis y está tomando el sol en la playa, llevando solo la pieza inferior del bikini. Está esperando a que llegue su reciente novio, un tipo musculoso y rubio que más tarde nos enteraremos que se llama Darko.
Los colores de los cabellos son algo a destacar en las historias de Berna porque siempre los indicaba. Era uno de esos detalles que para él parecían ser importantes, y no recuerdo ni un solo bolsilibro suyo en el que el y la protagonista tuvieran el cabello del mismo color, como si en el bernaverso el color de los cabellos funcionara como los polos magnéticos de los imanes, atrayendo a los opuestos y rechazando los iguales.
El caso es que Glynis está luciendo al sol su extraordinario par de hombros y su no menos hermoso par de rodillas cuando empieza a molestarla un tipejo, al parecer interesado por todas las cosas que la joven exhibe a pares. Afortunadamente para ella, otro individuo acude a salvarla y, a modo de presentación, le da un palizón físico al acosador y otro verbal al sufrido lector.
Algo interesante de esta escena es que este salvador providencial (que se presenta con el para nada extraterrestre nombre de Zorkan) somete al acosador no a base de puñetazos (que era lo esperable en estos libros), sino presionándole con las puntas de los dedos en centros nerviosos que lo dejan paralizado. Esto es algo que a día de hoy ya tenemos muy visto, pero en la España de 1983 era definitivamente bastante original.
Tras ligarse a Glynis en tiempo récord (algo también habitual en la obra de este autor) Zorkan le confiesa a esta que tanto él como Darko son extraterrestres pese a su aspecto totalmente humano. Provienen de un planeta llamado Bongo, que personalmente me suena a una mezcla de Mongo (el planeta de Ming, en Flash Gordon) y bong (una cachimba para fumar marihuana). Zorkan llegó a la Tierra hace un mes persiguiendo a Darko y otros tres individuos de su planeta, a los que no se si debería llamar bongonitas o bongonienses. Estos cuatro individuos son ladrones y asesinos fugados de su planeta. Glynis acepta toda esta explicación sin pruebas ni reservas, y se lleva a Zorkan a su apartamento para… digamos… darle la bienvenida a la Tierra.
Tras algunas escenas de acción que no vale la pena detallar, pero que incluyen persecuciones con coches voladores, tiroteos, y una pelea en un gimnasio con un par de sudorosos luchadores de pressing catch, Zorkan logra acabar a tiros con dos de los bongonitas fugados. El tercero de estos, llamado Letno, mata a Darko porque este seguía encaprichado de Glynis y se había convertido en una molestia constante. El plan de Letno es precisamente raptar a Glynis y usarla como rehén, así que liquida primero a Darko para que no interfiera. Esto no le sirve de mucho porque, a los pocos segundos de encontrarse con Zorkan y pese a tener a Glynis de rehén, termina con un bonito agujero de láser en la cabeza.
Resuelta esta ultima
formalidad, Zorkan regresa a Bongo y le da a Glynis la opción de acompañarle y casarse
con él, que ella acepta encantada. Y fin. Es otra de esas historias que las vendían como de ciencia ficción pero que en el fondo son simples historias policiacas adornadas con pistolas láser y coches voladores que en realidad no influyen para nada en la trama. Un día
más en la oficina el bernaverso.
Puedes seguir repasando la fascinante (a su modo) obra de Berna pulsando aquí.
El enviado de Bongo. 1983. Joseph Berna [José Luis Bernabeú] (texto) Almazán (portada). La conquista del espacio nº 694. Editorial Bruguera S.A.

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