EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Presentado por… el profesor Plot.
Saludos, ávidos lectores.
Hoy toca bolsilibro de ciencia ficción, un género narrativo que nació con la intención de proyectar hacia sus últimas consecuencias los cambios sociales y científicos de su época, y explorar así todo lo bueno y lo malo que pudiera venir de ellos. Y si leéis con atención el planteamiento inicial de este, escrito a mediados de los ochenta, veréis que tiene algunos detalles... curiosamente familiares, hasta cierto punto extrapolables a una problemática que está afectando a varios países europeos en este momento.
La historia tiene lugar en un lejano futuro indeterminado en el que todos los planetas habitables de la galaxia conocida (que se reducen a nueve, cuya capital es el mundo Madre) están en manos de un tirano llamado Shanninger, autoproclamado Emperador de las Civilizaciones Unidas. Este mantiene subyugados a los mundos que conquista mediante una multiculturalidad forzosa: ha unificado todas las lenguas en una, y los habitantes de los mundos son redistribuidos de modo que cada planeta, incluso cada ciudad, tenga aproximadamente el mismo porcentaje de miembros de cada raza. Su control sobre la memoria histórica es también absoluto, y se ha encargado de hacer desaparecer todo texto o documento previo a su gobierno, además de todo lo que sea contrario a su propia narrativa.
Todo esto ha provocado que nadie sienta ya arraigo por el sitio en el que vive ni sienta deseo de luchar por su propia tierra, ya que ningún lugar se distingue en nada de cualquier otro. Incluso los que no han sido desplazados de su mundo natal no perciben el suelo que pisan como su patria. El interés por defender las tradiciones ha desaparecido, puesto que, por esta convivencia forzada, todas han terminado por desdibujarse y convertirse en algo homogéneo. Es una pérdida total de la identidad no ya a nivel personal, sino a nivel racial, social, cultural e incluso planetario. La chispa de la rebelión no puede encenderse, y no es por falta de ganas o motivos sino por falta de combustible, pues la gente no siente que tiene algo propio por lo que luchar. En cambio, todos los miembros del gobierno y las fuerzas de seguridad pertenecen a la misma raza que Shanninger (que no se especifica), precisamente por lo contrario: para mantener entre ellos una sensación de unidad y propósito común.
Shanninger, sin embargo, está intranquilo. Le han llegado numerosos informes sobre un grupo rebelde que está preparando algo. No una revolución, sino una huida. Puesto que todos los mundos son ahora iguales, este grupo parece estar dispuesto a abandonarlos, a partir hacia el espacio profundo, quizá con intención de descubrir un mundo nuevo en el que establecerse. Para ello han estado robando de aquí y allí tecnología suficiente para construir una gran nave espacial.
Para aplacar los ánimos, Shanninger ordena que se torture hasta la muerte a unos cuantos individuos aleatorios de los que sus cuerpos de seguridad tienen entre rejas. Dos de estos prisioneros son Zap Zap, de raza wask, y Rebel (rebelde, en catalán), de raza latac. Lo único que se nos dice de ellos es que Zap Zap tiene el cabello negro y despeinado, mientras que Rebel tiene el cabello cobrizo y el tórax peludo. Por la forma en la que se los describe interactuando con su entorno parecen ser antropomorfos, pero a nivel físico esa es toda la información que se nos da sobre ellos. Así que, detalles menores como el número de ojos o dedos quedan a la imaginación de cada lector.
Zap Zap y Rebel no están entre el grupo que va a ser ejecutado, sino que están cumpliendo sus últimos días de condena. Es por ello que se les obliga a presenciar las horribles muertes con la intención de que, cuando salgan, les cuenten a todos sus conocidos el tipo de fin que implica oponerse a Shanninger. Sin embargo, esto provoca en ellos el efecto contrario. Ambos abandonan la prisión más convencidos que nunca de hacer algo al respecto.
Cuando Rebel llega a su barrio, este está siendo arrasado como represalia por la muerte, en un atentado, de varios guardias de Shanninger. Bulldozers gigantescos arrancan con sus palas casas enteras, amontonándolas como escombros, aplastando en el proceso a todo el que no salga a tiempo de ellas. Rebel, junto con su novia Heura (Hiedra, en catalán) y un anciano inventor local, logran huir en un vehículo llevándose con ellos un cargamento de armas y aparatos que habían estado almacenando. Se alejan de la ciudad hasta un paraje remoto y abrupto donde los rebeldes tienen su base: una montaña de piedra volcánica naturalmente hueca en la que están ensamblando, pieza a pieza y de forma manual, casi artesanal, una nave propia con la que escapar de las Civilizaciones Unidas. Allí Rebel se reencuentra con Zap Zap, que había sido liberado unos días antes que él, y vemos que, aunque colaboran y hay una cierta amistad entre ellos, su forma de actuar también es muy diferente. Rebel cree que lo mejor es pasar lo más desapercibido posible hasta que todo esté listo para partir, mientras que Zap Zap está empeñado en hacerle al Imperio todo el daño posible antes de marcharse.
La construcción clandestina de la nave, capaz de albergar a unos pocos cientos de personas de los miles de millones que conforman el Imperio, prosigue a trompicones hasta que solo quedan dos grandes problemas por solucionar: la fuente de energía (de unas treinta toneladas de peso y obviamente demasiado regulada para que un particular la adquiera legalmente) y los alimentos (otras muchas toneladas) para el largo viaje. A Rebel se le encarga conseguir la fuente de energía y a Zap Zap las provisiones.
Como lectores, seguimos a Rebel y a Heura, que se ponen en contacto con un científico de raza avenc (descritos como altos, muy delgados, de piel negra, débiles de físico y carácter, y con grandes ojos redondos y húmedos capaces de ver en la oscuridad) para que les consiga la fuente de energía. Este, sin embargo, está anímicamente destrozado después de haber pasado por una reciente sesión de interrogatorios policiales. Y lo que es peor: aprovechando un momento de inconsciencia tras una de las palizas, se le implantó un micro en el cráneo con el que pueden oír tanto lo que él diga como lo que escuche. Este avenc delata sin saberlo a Rebel y Heura, los cuales se ven obligados a enfrentarse a tiros con algunos guardias que van a por ellos.
Tras librarse de los guardias, y sospechando lo ocurrido, el avenc les informa mediante notas escritas sobre un almacén militar del que pueden intentar robar una fuente de energía. Él estuvo trabajando allí una temporada y sabe que un grupo de esclavos excavó un túnel bajo los muros y alambradas del perímetro, que ha sido mantenido oculto hasta ahora, por si en algún momento fuera necesario introducir algo en la instalación o, como en este caso, sacarlo.
Valiéndose de este túnel y de los conocimientos del científico avenc sobre el lugar, Rebel, Heura y un pequeño grupo de rebeldes entran en el recinto, pobremente vigilado por unos robots centinelas a los que despachan a tiros. Logran llevarse, con una especie de vehículo grúa del propio almacén, una de las fuentes de energía. Y alguien tiene la ocurrencia de disparar contra el resto, convirtiendo toda la instalación (con el científico avenc y los asaltantes todavía dentro) en un cráter lleno de materia candente. Solo Rebel y Heura, a bordo de la grúa y ya lo bastante alejados de la instalación cuando esto ocurre, se salvan.
Aún tienen que lidiar con el ataque de unos cangrejos gigantes que toman a la grúa por un rival cuando esta se adentra en su territorio, pero tras abrirse paso entre estos, llegan a la montaña hueca y entregan la fuente de energía. Allí se enteran de que también Zap Zap ha logrado su objetivo y que, además de las provisiones, ha conseguido robar un caza de combate espacial.
Hasta este momento la historia me estaba gustando mucho. Hubiera sido un remate perfecto que los preparativos de la nave se completaran y esta partiera, sirviendo de ejemplo a otros ciudadanos que trataran de imitarlos, pero el autor chafa por completo el final en un intento de hacerlo más épico. Resulta que, cuando están preparándose para partir, son descubiertos por las fuerzas de Shanninger, y un montón de naves de guerra se concentran para atacarles. Pese a que la nave rebelde está ensamblada a mano, no ha habido ninguna oportunidad de probarla y, en principio, era de pasaje y pilotada por civiles, resulta ser muy superior a las naves de guerra y se abre paso fácilmente entre las otras. Con un cañón de energía casero montado a última hora en su fuselaje, destruye la nave insignia imperial en la que Shanninger en persona había acudido para ver de cerca la captura de los rebeldes, con lo que acaban de golpe con el tirano y sus generales. Y a continuación parten hacia el espacio profundo tan rápido que ninguna nave de guerra puede seguirles. Todo esto se nos cuenta aprisa y corriendo en las últimas páginas, en unas pocas líneas, y se nota muy forzado y apresurado. Y es una lástima, porque todo en esta historia (trama, entorno, personajes, el propio estilo de escritura) estaba bastante bien hilado y resultaba deprimentemente realista y coherente. Esta explosión final de acción con una nave de pasaje casera contra una flota de combate, que termina con la muerte del hasta ese momento intocable e invencible tirano galáctico, echa por tierra todo lo anterior.
Y otro punto en su contra, es que el tema de las razas no está claro. Cuando el texto nos habla de los avenc parece estar describiendo a una raza alienígena. De la raza dominante a la que pertenece Shanninger, lo único que se nos dice es que tienen “los ojos casi blancos”, pero tampoco queda claro si es algo general a todos esos individuos o un rasgo característico de uno de ellos del que nos están hablando en ese momento. De Rebel y Zap Zap se nos dice al inicio que son un latac y un wask respectivamente, pero más adelante se refiere a ellos como “los líderes humanos de aquel grupo”, como si latac y wask fueran etnias dentro de la raza humana, y en conjunto resulta confuso.
Pese a todo, y sabiendo la forma en que estos escritores trabajaban, a menudo sin tiempo de releer ni corregir su obra debido a los breves y estrictos plazos de entrega, la historia de base me ha gustado mucho.
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Proyecto Liberación. 1984. Ralph Barby [Rafael Barberán] (texto) Almazán (portada). La conquista del espacio nº 704. Editorial Bruguera S.A.

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