EL ORÁCULO DE LAS VISIONES ¡ALERTA DE EXPOILERZ!
¡Saludos, amigos cinéfagos!
Los domingos parecen días especialmente adecuados para recordar algunos viejos reportajes de Cuarto Milenio, así que los pocos que tenemos en formato físico los dejaremos reservados para estos días. El libro y DVD que vamos a repasar hoy contiene fragmentos destacados de varios programas dedicados a edificios embrujados.
Parapsicólogos en el Reina Sofía. Comenzamos en territorio nacional con el caso del Museo de Arte Reina Sofía, inaugurado en 1992. Pero no comenzamos con su inauguración, sino con su construcción en 1566 sobre el emplazamiento ocupado por las ruinas de un albergue para mendigos. El edificio fue originalmente un hospital y durante la Guerra Civil fue uno de los primeros lugares donde comenzaron a hacinarse heridos y moribundos. Más tarde fue reconvertido en una facultad de Medicina y finalmente cayó en desuso hasta que se restauró para utilizarlo como museo.
Fue a partir de este momento cuando el personal comenzó a reportar fenómenos extraños. En los hospitales siempre hay movimiento, incluso durante la noche: hay personal de guardia o enfermos en casi cada una de sus dependencias, hay multitud de ruidos, pasos de la gente, murmullos de voces, camillas o carritos siendo movidos de un lado a otro, ronroneos y bips de máquinas de monitoréo de pacientes críticos que funcionan las venitucuatro horas, etcétera. Pero en la soledad del museo, fuera de horas de visita y atendido solo por un mínimo personal de seguridad y mantenimiento, una multitud de sonidos o pasos que no deberían estar allí se hicieron poco a poco evidentes. Ascensores que cambiaban de planta sin que nadie los llamara ni viajara en ellos, cisternas de agua que descargaban sin que nadie las manipulara o grifos que aparentemente se abrían por sí solos. Todo esto podría achacarse a fallos de mantenimiento: un cruce de circuitos, un fluxómetro flojo, exceso de presión en las tuberías... Lo que ya no puede achacarse al mantenimiento son cosas como los grupos de monjas translúcidas marchando en procesión por los pasillos, que algunos afirmaron haber llegado a ver.
Cuando estos rumores comenzaron a trascender al público y se decidió investigarlos, se solicitó ayuda al padre José María Pilón, un sacerdote jesuita fundador del llamado Grupo Hepta, dedicado a investigar fenómenos paranormales tanto desde un punto de vista espiritual como físico. El grupo investigó a fondo el pasado del edificio. Durante una época fue utilizado como manicomio y en su sótano cientos de enfermos mentales fueron encerrados en una época en la que la contención era la única medida que se tomaba para proteger a la sociedad de los locos violentos. De hecho, los sótanos todavía presentaban en sus muros las argollas de los grilletes a los que los locos eran encadenados.
Se decidió hacer una sesión de ouija en el sótano y aparentemente se contactó con una entidad que se hacía llamar Ata (quizá una abreviatura de Ataúlfo, un nombre común de la época) y afirmaba ser en parte responsable de los fenómenos. No fue capaz de precisar en qué año murió, porque en vida no llegó a saberlo. Mientras estuvo encerrado allí su desconexión con el mundo exterior fue absoluta e ignoraba (o decía ignorar) tanto el motivo por el que fue encerrado como el tiempo que pasó allí dentro o el año de su muerte. Poco a poco otros datos que habían quedado al margen del dominio público fueron saliendo a la luz, como los cientos de esqueletos encontrados durante una remodelación a finales de los 90. Se dio por sentado que los esqueletos pertenecían a los mendigos que antiguamente se refugiaban en el edificio cuyas ruinas se terminaron de demoler para levantar el Reina Sofía, y que al carecer de familiares o referencias simplemente iban siendo enterrados en fosas comunes en los terrenos circundantes.
Durante una segunda sesión de ouija, una de las participantes percibió una presencia tras uno de los muros y el equipo consiguió que se le diera permiso para echarlo abajo. Tras un recubrimiento de pladur y un falso tabique de yeso se encontraron tres nichos: el de un capellán, el del fundador de la orden que acogía a los mendigos en el antiguo edificio y, lo más extraño de todo, el de una mujer que murió en el hospital una semana después de su ingreso y a la que aparentemente se colocó en un nicho sobrante antes de remodelar el muro en lugar de tramitar su defunción normalmente. Estos cuerpos aparecieron en un punto del muro en el que varios de los vigilantes nocturnos habían afirmado oír golpes desde el otro lado durante sus rondas.
Como la información que viene en el libro y el DVD es del 2005, hice mi propia pequeña investigación con datos actuales. A día de hoy, y basándome siempre en información de segunda mano, oficialmente no hay fenómenos paranormales reconocidos en el Museo Reina Sofía. Visitantes y trabajadores aún relatan ruidos extraños, presencias en los pasillos y sensaciones inquietantes en los sótanos.
Los fantasmas de la Diputación. El segundo edificio que se estudia es el del Catastro Municipal de la Alhambra, emplazado sobre la parcela donde anteriormente hubo una iglesia y, antes que esta, una mezquita durante la ocupación musulmana. El edificio tuvo que ser precintado en 1993 debido al pánico que había llegado a desatar entre la población. Uno de los incidentes más llamativos relacionados con él fue el de un coche de difuntos tirado por caballos. Al pasar ante su fachada, los animales entraron en pánico y se desbocaron, provocando un accidente que mató a varias personas.
En 1973, cuando aún había una iglesia en ruinas en la parcela, esta fue vendida a la multinacional norteamericana Woolworth. A partir de este momento los sucesos paranormales relacionados con la antigua iglesia aumentaron. Uno de los trabajadores se suicidó ahorcándose de una de las vigas de madera. Otro obrero cayó desde lo alto de una grúa. Convengamos que ninguno de estos hechos (ni los caballos desbocados, ni un suicidio, ni que alguien caiga desde una grúa) demuestran o son indicativos de una fuerza sobrenatural. Pero que todos tengan lugar en el mismo punto y en un breve lapso de tiempo sí es como mínimo llamativo. Si a esto unimos el hecho de que en los cimientos, a más de siete metros de profundidad, se encontraron cientos de esqueletos, es normal que la gente empiece a relacionar una cosa con la otra.
La presión de los contratistas hizo que en su momento esta noticia no trascendiera, ante el temor de que el Ayuntamiento de Granada paralizara las obras. Los esqueletos fueron retirados en secreto de la excavación y arrojados sin más a las escombreras, como si se tratase de basura. La cosa no terminó ahí: una vez retirados todos los esqueletos se encontró que estos reposaban sobre un suelo hueco, bajo el cual se halló otra habitación llena de esqueletos, esta vez de niños. Todos esos cráneos y huesos fueron igualmente enterrados a escondidas en un basurero sin ceremonia ninguna.
Cuando finalmente los almacenes Woolworth abrieron sus puertas, se esperaba una enorme afluencia de compradores y ventas elevadas. Sin embargo, esto no fue así. Por alguna razón, la gente de Granada era renuente a adentrarse en este edificio, por muy novedoso que fuera, y en 1980 el negocio cerró. El edificio pasó de nuevo a la Diputación de Granada, que lo reformó como oficinas para la administración. Durante las obras se encontró un muro que había sido reaprovechado, no ya de la iglesia que había antes en el lugar, sino de la mezquita anterior. Al derribar este muro se encontraron más esqueletos, esta vez de recién nacidos.
Cuando el edificio empezó a funcionar como oficinas de la Diputación Provincial de Granada en 1986, muchos trabajadores y sobre todo limpiadoras reportaron sonidos de pasos en los corredores en los que, al asomarse, no había nadie transitando por ellos; susurros en habitaciones vacías, tirones de pelo estando solas; y el caso de un orbe de luz que dejó paralizado a un hombre con el que chocó. La Diputación de Granada se puso en contacto con un grupo de parapsicólogos para que investigaran los sucesos. Quiero hacer notar que en este caso, como en el anterior, fueron medios oficiales del Gobierno quienes buscaron la ayuda de parapsicólogos. No se trataba de aficionados, ni de reporteros sensacionalistas, ni de particulares, sino del Gobierno, lo cual implica que oficialmente se pensó que podría haber algo sobrenatural en el asunto.
Este equipo de parapsicólogos registró varios incidentes. El más llamativo de ellos tuvo lugar cerca del muro en el que se habían encontrado los esqueletos de los bebés. Cuando uno de los investigadores se acercó a este con un aparato de medición de campos magnéticos, y siempre según las declaraciones tanto de él como del resto de personas presentes, un rayo eléctrico claramente visible brotó del muro y le alcanzó en la mano, transmitiéndole una descarga tan potente que le hizo soltar el aparato. Al ser atendido por un médico, este comprobó que la herida que tenía en la mano no se correspondía con una descarga eléctrica, sino con la mordedura de una dentadura pequeña, como la de un niño, que llegó a perforar la piel con los incisivos y a provocar sangrado.
Este rayo eléctrico además generó una voluta de humo que los presentes afirman que tomó forma de rostro. Esta imagen fue descrita por los testigos a un dibujante profesional, que creó un retrato robot del supuesto rostro. El boceto se mostró en un programa de televisión y varios vecinos de las calles cercanas al edificio lo identificaron como el padre Benito. Este fue un sacerdote que se había hecho conocido en la población porque pretendía entregar su fortuna personal para mantener a los niños pobres de Granada, pero su propia orden religiosa lo forzó a dejarla como herencia a la iglesia.
Tras esa investigación no volvió a autorizarse ninguna otra, hasta que veinte años más tarde se permitió hacer una sesión de grabación de psicofonías y mediciones al propio equipo de Cuarto Milenio. La sesión resultó infructuosa y no se consiguió ver ni grabar nada relevante. Pero, como anécdota, el equipo contó que justo cuando iban a tomar un ascensor este cambió de planta sin motivo aparente, y una revisión posterior por técnicos de mantenimiento reveló que ese ascensor en particular había estado todo el tiempo desconectado.
Aquí vemos que se repite lo de encontrar cadáveres bajo el suelo o tras las paredes como elemento común a los casos de edificios encantados. Y quizá esto sea lo peor: el trato irrespetuoso a restos humanos y la ocultación de hallazgos arqueológicos en busca del beneficio inmediato. Eso, más que los fantasmas, es lo que realmente pesa sobre la historia del edificio. Cuando un mismo lugar va acumulando capas de enterramientos y tragedias y encima le añades falta de transparencia, no es necesario que haya fuerzas sobrenaturales implicadas para que la población sienta un rechazo instintivo hacia él.
El lugar más embrujado de Gran Bretaña. En «Harry Potter y el prisionero de Azkaban» nos dijeron que el lugar más encantado de Gran Bretaña era la Casa de los Gritos. Pero según este otro reportaje, se trata del Palacio de Hampton Court, al suroeste de Londres. El texto nos indica que Enrique VIII lo mandó construir en 1540, pero esto es un error. Él lo adquirió en 1529 y se trasladó a él inmediatamente. El lugar es un edificio enorme con cientos de habitaciones y kilómetros de galerías, que fue el centro de la vida cortesana inglesa entre 1529 y 1737. 1540 es la fecha en la que se dieron por terminadas las remodelaciones ordenadas por el rey.
Según las voces populares, algunas de las personas que lo habitaron durante esa época siguen haciéndolo a día de hoy. Una de las entidades que se supone que habita en este lugar es la reina Catherine Howard, que permaneció encerrada en sus dependencias hasta el día de su decapitación por ser hallada culpable de adulterio. Enrique VIII la había acusado de engañarlo con múltiples hombres y presentó como prueba varias cartas escritas por ella misma con una elegante caligrafía, supuestamente enviadas a sus amantes, en las que hablaba de las infidelidades cometidas y por cometer. Ante una prueba de tal magnitud, el tribunal no consideró como relevante el hecho de que Catherine fuera analfabeta🤔
Se dice que algunas noches todavía se oyen los gritos de Catherine cuando los guardias del palacio la arrastraron por los pasillos de camino al cadalso.
También se habla del fantasma de Jane Seymour, sucesora de Ana Bolena, que murió envenenada en el palacio. Muchas personas afirman haberla visto paseando por él portando un candil en la mano. Las figuras fantasmales portando candiles o velas son algo habitual. La luz que sostienen representa su alma fuera del cuerpo, del mismo modo que la bola de presidiario que se asocia también a los fantasmas representa que están condenados a permanecer en la tierra por algún asunto inacabado.
Estas apariciones suelen ir acompañadas de otros fenómenos como descensos bruscos de la temperatura, olores pestilentes y susurros de voces provenientes de las paredes. Un grupo de psicólogos de la Universidad de Hertfordshire realizó un estudio en el lugar y determinó que todos estos fenómenos eran consecuencia de la cercanía de los cimientos del palacio al Támesis y se correspondían con momentos en los que el caudal del río aumentaba o sus aguas bajaban revueltas a causa del clima. Las voces no eran sino el murmullo del agua deformado por unos metros de roca, y el frío y la pestilencia efectos del correr del agua y el cieno del fondo removido. Lo que no pudieron explicar es una grabación de las cámaras de seguridad en la que aparecía una mujer vestida con ropa de época pasando a través de una puerta de emergencia cerrada. A día de hoy estas imágenes son muy fáciles de trucar y prácticamente no se les puede dar credibilidad, pero esta grabación es de 2003, cuando los trucos de cámara eran mucho más evidentes y no resistían un análisis serio, como el que sin duda se podía permitir la corona de Inglaterra.
Poltergeist en Vallecas. Un caso realmente espeluznante es el que tuvo lugar en Vallecas, un barrio obrero de Madrid, allá por junio de 1991. Una humilde familia de currantes se convirtió en la víctima de una fuerza sobrenatural que parecía decidida a aniquilarlos. El padre de familia, el señor Lázaro, estaba agonizando en su cama debido a una enfermedad. Su hija Concepción prácticamente no se separaba ni un momento de él a fin de hacerle lo más llevaderos posible sus últimos días. De pronto, y pese a que estaba muy débil y su voz había menguado hasta reducirse a un susurro, el señor Lázaro agarró con extraordinaria fuerza a su hija del brazo y le dijo con tono firme y amenazador: «Te voy a hacer mucho daño en la vida», solo para caer muerto a continuación. A partir de ahí empezaron a sucederse tragedias difíciles de explicar.
La hija adolescente de Concepción, que solía jugar a la ouija con unas amigas, terminó la siguiente sesión encontrándose mal y nunca se recuperó. Oía voces en su cabeza continuamente, según ella, de seres que no veía pero que formaban un corro a su alrededor y le decían que los siguiera. Esto continuó hasta que finalmente la joven murió gritando, aparentemente de miedo, sin ninguna causa médica concreta. Algunas noches después oyeron lo que parecían ser los gritos de su hija muerta y golpes provenientes del dormitorio de esta, y al entrar en él solo encontraron su cama deshecha.
A esto siguió un pesado sonido de respiración que parecía recorrer de un lado a otro el pasillo, la carcajada de un anciano, puertas cerrándose repentinamente sin corrientes de aire, golpes como de puñetazos en las paredes, hasta muebles grandes saliendo disparados de un extremo a otro de la habitación. Las otras dos hijas pequeñas de Concepción afirmaron haber visto, revolviendo sus muñecas y juguetes, a una figura humanoide delgada que se arrastraba por el suelo. A finales de 1992 el marido de Concepción se decidió a llamar a la policía. No podía decirles que fueran a su casa a arrestar a un fantasma, así que les habló de golpes y ruidos continuos en los muros. Acudieron dos coches patrulla y, tras inspeccionar la casa en busca de intrusos, los propios policías redactaron un informe en el que se hablaba de sucesos sobrenaturales en la vivienda. Pese a lo inusual de esta reacción por parte de las autoridades, no había nada más que los agentes pudieran hacer que dar constancia de los hechos. Los policías se marcharon sin detener a nadie, y los sucesos continuaron.
Estos fenómenos fueron desapareciendo poco a poco. Esto es algo que se ha reportado también en otras ocasiones: todo va cesando por sí solo, como si aquello que lo ha estado provocando, a veces durante años, perdiera fuerza con el tiempo. Los sucesos se fueron espaciando cada vez más hasta prácticamente desaparecer a inicios de 1992. Aún así, la familia se cambió a otra vivienda tan pronto como se lo pudo permitir y los nuevos inquilinos de la casa afirmaron en una entrevista que ellos no habían notado nada extraño.
Misterio en el hospital. Los hospitales abandonados son también una fuente común de edificios encantados. Son lugares en los que muere mucha gente y se rompen muchas últimas esperanzas. Uno de estos lugares es el Hospital Manuel Lois, en Huelva. Cuando cerró sus puertas, mientras se decidía si se demolía el edificio o se reformaba para darle otro uso, se contrató a una agencia de seguridad para evitar que las instalaciones fueran vandalizadas.
Uno de los vigilantes informó repetidamente que su perro (un robusto pastor alemán) se negaba en redondo a entrar en el ascensor y a hacer la ronda por una planta concreta. Otros vigilantes hablaron de sonidos de pasos y murmullos en lugares donde no había nadie más que ellos, o de la insistencia del ascensor en bajar solo al sótano. También reportaron haber encontrado en varias dependencias una serie de restos humanos, como órganos en frascos de formol y hasta una pierna humana cortada. Los encargados de vaciar el hospital antes de clausurarlo aseguraron haberse llevado todo equipo útil y, obviamente, restos médicos. La idea de que un grupo de cirujanos se dejara olvidada una pierna tirada en un quirófano o una morgue es absurda. Pero también lo es pensar que ninguno de los trabajadores de la empresa de mudanzas que fue luego a llevarse la maquinaria y mobiliario de esa sala hiciera notar que había una pierna ahí. O que unos guardias de seguridad se jugaran su credibilidad y su trabajo inventándose una cosa semejante.
Varios vecinos de casas cercanas hablaron también de extrañas luces saliendo de algunas ventanas y siluetas humanas recortándose en estas en la época en la que el edificio estaba ya abandonado. Nada muy espectacular, nada que se salga mucho de lo «normal» en estos casos: susurros, pasos, sensación de estar siendo observado o tocado… pero de una forma continua. En 2006, y sin que se hubiese permitido llevar a cabo ninguna investigación al respecto, comenzó la demolición del edificio.
El problema que hay y siempre habrá con este tipo de cosas, es que se mezclan una serie de sucesos que pueden tener una explicación racional sencilla con otros que no tienen explicación ninguna. Muchos ruidos y sensaciones extrañas pueden deberse a vibración de tuberías, cambios de presión, fallos eléctricos, reasentamientos estructurales, variaciones de temperatura, humedad, corrientes de aire… pero si la idea de que hay algo sobrenatural ya está instalada en la cabeza de quien lo vive, lo achacará a factores sobrenaturales. También ocurre a la inversa, claro. Hay gente que cuando ve que algunos sucesos aparentemente sobrenaturales al final tenían una explicación racional, descarta todos los demás suponiendo que si un caso tuvo explicación, todos lo tienen. Y tan erróneo es afrontar una investigación desde el enfoque de “voy a demostrar que esto es verdadero” como desde el de “voy a demostrar que esto es falso”.
Encontrarás más casos de Cuarto Milenio pulsando aquí.
Edificios embrujados. Cuarto Milenio T1. Cuatro/Sogecable S.A. Editado en DVD en 2007 por El Orfanato.

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