¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Otras ocho historias variadas que, a pesar del
título de la colección, en esta ocasión tienden a ser más escabrosas que
terroríficas, y algo más flojas que las de los libros anteriores.
La
cabeza de mamá: es la detallada
descripción del asesinato de una anciana por parte de su propio hijo. El autor,
José León Cano, se recrea con una crudeza extraordinaria en los detalles, tanto
de la ejecución del crimen como de la motivación del asesino... que en realidad
no tiene motivos reales para hacerlo, más allá del de padecer un evidente
desequilibrio mental.
El
guionista: de Pedro Montero. Un
escritor trata de endosarle a un editor un guion cinematográfico basado en una
idea mínima, una sola situación tensa que el editor no ve forma de alargar y
mantener hasta conformar una película completa con ella. La historia que el escritor
pretende venderle trata sobre una mujer que ha envenenado una copa de champagne
entre doce, antes de repartirlas al azar entre sus invitados, tomando ella
también una que podría o no ser la envenenada.
El relato alterna la
conversación entre ambos con el texto del guion, viéndose como el escritor lo
modifica continuamente para corregir los múltiples fallos que el editor va
encontrando. Estoy seguro de haber leído esta misma historia en otro lado y
explicada de forma diferente, pero igual en lo esencial. Habida cuenta de lo
visto en números anteriores, con las historias de Ofidio y El regalo
de las estrellas, no me extrañaría nada que este fuera un caso similar.
La
serpiente: esta brevísima historia de
Fernando Martín Iniesta la verdad es que no la comprendo. El narrador (está
contada en primera persona) escucha en la radio la noticia del atropello en
plena calle de una enorme serpiente que nadie sabe de donde pueda haber salido.
Poco después se entera por los periódicos de la muerte de una artista de
cabaret a la que él tenia previsto contratar para su espectáculo.
Finalmente,
un amigo al que había encargado ponerse en contacto con la artista, le revela
que se citó con ella en un hotel y subieron a la habitación que le había
reservado. Una vez arriba, ella se habría desnudado, tendido en la cama, y abierto
una cesta de mimbre que traía como equipaje. De la cesta salió una gran
serpiente que, tras deslizarse sobre ella, la envolvió con los anillos y la
constriñó hasta matarla. Esa misma serpiente es la que había sido atropellada
cruzando la calle.
Y… ¿y qué? No hay mas historia que esa. Parece que se quiera
dar un gran golpe de efecto con el hecho de que la serpiente atropellada sea la
misma que mata a la artista, pero yo al menos no lo veo. Se supone que la
serpiente era parte del espectáculo que pensaba dar, pero para estos casos se
emplean serpientes no constrictoras, medio sedadas, y con los colmillos y los
sacos de veneno extraídos (lo que en este tipo de espectáculos se denomina con
el eufemismo de “animales preparados”),
así que no le veo sentido tampoco a que la serpiente mate a la bailarina.
Constance: durante la Segunda Guerra Mundial, un pequeño
pueblecito de Francia aprovecha la falta de autoridad imperante para enterrar
de forma poco usual a una mujer a la que tienen por bruja y a la que se achaca
la muerte de otra mujer del pueblo.
Depositada boca abajo en su fosa y cubierta
por una plancha de plomo, suponen que estas serán precauciones suficientes para
evitar el regreso de la bruja. Pero las fuerzas sobrenaturales que se
manifestarán serán otras.
El
misterio del “Mary Celeste”: un relato ficticio de Alfonso Álvarez Villar en torno a las extrañas
circunstancias (reales) en que fue encontrado el bergantín Mary Celeste. El
caso del Mary Celeste es uno de los más conocidos de los muchos que se consideran
relacionados con el fenómeno del Triángulo de las Bermudas. Absolutamente cada una de las cosas que le ocurren al barco y la tripulación me ha parecido muy original e inesperada. El mejor relato del libro, con el permiso del penúltimo.
Conjuro
macabro: dos amigos se emborrachan
juntos en casa de uno de ellos, pero tras un montón de brindis los ánimos se
enfrían. Cuando el invitado intenta marcharse, se encuentra con que su
anfitrión lo apunta con un revolver, y con toda calma, y sin intención de darle
ningún tipo de explicación, le anuncia que va a matarlo.
El
suceso del Sr. Valdemar: de
Edgard Allan Poe. Al igual que en los números anteriores, cada libro incluye
una historia clásica de la literatura de terror de un autor sobradamente
reconocido.
Luna
de hiel: una joven pareja recién
casada disfruta de su luna de miel en una apartada y sencilla casa rural. Con
el cerebro embotado por los efectos de un porro de hachís, no se les ocurre
nada mejor que protegerse del aplastante calor del mediodía descendiendo al
pozo de agua de la finca por la cuerda del cubo. Tras un par de mala ideas más,
ambos terminan en el fondo del pozo. Ella se abre la
cabeza con la caída y muere al instante. Él es menos afortunado. Sobrevive al
impacto, pero queda malherido y sin medios para salir. Tras dos días de hambre feroz y absoluta desesperación, la única idea
que sigue presente en su cerebro es la cantidad de veces que pensó que su novia
estaba tan buena que sería capaz de comérsela
entera.
Biblioteca
universal de misterio y terror nº3. 1981. Varios autores. Ediciones UVE S.A.
En general parecen bastante interesantes, aunque es normal que en las compilaciones siempre haya alguno menos logrado. En el de la serpiente, que, como dices, no tiene mucho sentido, creo que lo que falla es el narrador-testigo, que no presencia ni protagoniza nada. Cualquier historia pierde impacto si al narrador solo "le cuentan" o "se entera". Si el narrador fuera el tipo que ve cómo la serpiente asfixia a la bailarina, y luego intentara huir para no verse implicado, y luego se encontrara a la serpiente fuera donde fuera... quizá sí se habría logrado una historia "para dejar sin respiración".
ResponderEliminarSi, desde luego la historia hubiera mejorado de ser el propio narrador el directamente implicado. Al ser algo de lo que simplemente se entera, al lector tampoco le afecta mucho. El libro donde aparece la historia se publicó en el 81, pero la fecha del propio relato no aparece, y podría ser bastante anterior. Puede que simplemente se trate de una de las historias moralizantes de los 70: una artista de cabaret, que se desnuda frente a un hombre que acaba de conocer, que juguetea con una serpiente (con lo que ello implica a nivel simbólico y religioso) etc... tenia que acabar forzosamente mal, para dar ejemplo.
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