TIBURÓN

EL ORÁCULO DE LAS VISIONES

¡ALERTA DE EXPOILERZ!

Una de las cosas que caracterizaban el verano (o al menos, así ocurría durante mi infancia) era que todas las cadenas de televisión desempolvaban sus películas de monstruos marinos y/o piratas y las emitían una y otra vez. En verano mucha gente busca la playa, nada en el mar casi a diario, y eso crea un público especialmente adecuado para las películas de tiburones, pirañas o pulpos. Y aunque ya existían películas de monstruos marinos antes de Jaws (Mandíbulas, conocida en España como Tiburón) fue esta la que despertó un interés general por ellas, y sigue siendo una de las mejores (quizá la mejor) del género.

Las nuevas generaciones puede que no encuentren especialmente interesante una película sobre un tiburón de una sola cabeza ^_^ y que solo es capaz de desplazarse por el mar ^_^ pero es una de esas cintas que cualquiera que aprecie el cine (no ya el cine de terror o de monstruos,  sino el cine en general) debería ver en algún momento.

La historia que nos cuenta no es nada del otro mundo. No es contar una gran historia lo que hace buena a esta película, si no contarla muy bien.  

En Amity, un pueblecito costero cuya economía depende principalmente de la pesca y el turismo, se encuentran algunos restos humanos en la playa. El estudio de los despojos atribuye el suceso al ataque de un tiburón, y Brody, el sheriff local, sugiere cerrar las playas a los bañistas. El alcalde se niega a ello, quitándole importancia al asunto, mirando por la economía del pueblo antes que por la seguridad de la gente. Esta pasividad por parte de las autoridades se salda con nuevos ataques del tiburón. En uno de ellos un niño pequeño es devorado, lo que provoca la indignación del pueblo. Esto obliga al alcalde a ceder un tanto y darle algo de libertad a Brody para actuar.

Acompañado por un oceanógrafo y un pescador veterano, Brody se embarca (literalmente) en la misión autoimpuesta de rastrear a la criatura y acabar con ella. Pero el animal resulta ser más astuto y agresivo de lo que esperaban, y los roles de cazador y presa se intercambian continuamente. Es tal cual una historia más sobre la lucha del hombre contra una naturaleza que cree tener ya domesticada y subyugada a merced de su inteligencia y tecnología, pero que es todavía capaz de mostrarse feroz, indómita y letal. 

Aquí no encontraremos nada de mutaciones, nada de policefalia, nada de tiburones voladores o terrestres, ni cibernéticos ni de cien metros de largo… todo parece demasiado normal para una película de monstruos, pero es precisamente eso, que es algo que podría darse en la realidad (y de hecho se ha dado varias veces) lo que hace que la película impresione. 

Es una película de monstruos, pero creíble, y eso es lo que la hace grande. Eso, y la magnífica dirección de un jovencísimo y casi desconocido Steven Spielberg, que supo anteponer los personajes a los actores, y llegó a poner dinero (y no poco) de su propio bolsillo para algunas escenas que los productores no le autorizaron a filmar.

La mayor parte de las escenas acuáticas se rodaron en mar abierto en lugar de en tanques, que es lo normal en estos casos. Hay que considerar las enormes dificultades que ello implica. Las cámaras de cine son enormes (y en aquella época más aún) y precisaban un gran suministro eléctrico. Se emplearon plataformas flotantes con generadores eléctricos como plató para poder filmar adecuadamente. 

El balanceo del mar mareaba a los cámaras, los iluminadores y los propios actores, no acostumbrados a ello, que debían pasar muchas horas sobre un set de rodaje flotante. Cuando un barco se mueve, el desplazamiento atenúa en parte el balanceo de las olas, pero en plataformas inmóviles incluso un pequeño oleaje de medio metro de cresta es difícilmente soportable para la gente no acostumbrada a navegar. 

El tiburón se consiguió maquillando como tal un conjunto de mecanismos que imprimían movimiento a las enormes mandíbulas de éste, que podían cerrarse como un cepo para osos y estuvieron a punto de dar más de un disgusto. 

La película adapta la novela de Peter Benchley, escrita tan solo un año antes, y basada en hechos reales ocurridos en 1916. La combinación de unos personajes tan bien desarrollados que eclipsaban a los actores que los interpretaban, efectos especiales prácticos, y una excelente dirección dieron lugar a la que probablemente sea hasta la fecha la mejor película de tiburones, una de las mejores de animales asesinos, y una indiscutible joyita del cine. Fue seguida por tres secuelas oficiales... y quizá unas doscientas imitaciones.

Puedes ver la siguiente película de la saga pulsando aquí.

Jaws. 1975. Steven Spielberg (director) Roy Scheider, Richard Dreyfuss, Robert Shaw (actores principales). Universal Estudios.