MENSAJE DEL SUPERVISOR GENERAL: todas las fotos que aparecen con la dirección de este blog sobreimpresionada son de artículos de mi propiedad y han sido realizadas por mí. Todo el texto es propio, aunque puedan haber citas textuales de otros autores y se usen ocasionalmente frases típicas y reconocibles de películas, series o personajes, en cuyo caso siempre aparecerán entrecomilladas y en cursiva. Todos los datos que se facilitan (marcas, fechas, etc) son de dominio público y su veracidad es comprobable. Aún así, al final de la columna de la derecha se ofrece el típico botón de "Denunciar un uso Inadecuado". No creo dar motivos a nadie para pulsarlo, pero ahí esta, simplemente porque tengo la conciencia tranquila a ese respecto... ¡y porque ninguna auténtica base espacial está completa sin su correspondiente botón de autodestrucción!

sábado, 14 de septiembre de 2019

EL PLANETA DEL SEÑOR DE LA GUERRA

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
Último libro de la saga El último legionario. Aunque existe un quinto libro sobre Keill Randor, no guarda relación con la trama de los cuatro anteriores, si no que es un conjunto de historias cortas sobre la juventud del personaje y su entrenamiento, que cronológicamente están situadas antes de El Señor de la Guerra Galáctica, el primer libro de la colección.

Un detalle curioso (o quizá mejor llamarlo extraño) de este libro, es que las tres partes en que está dividido llevan los mismos títulos que llevaban las tres partes en las que se dividía El Señor de la Guerra Galáctica. Es posible que se hiciera esto como una forma simbólica de cerrar el círculo, de dar fin a la saga, pero lo cierto es que los títulos simplemente no son adecuados para lo que ocurre en los grupos de capítulos. Lo eran para los del primer libro, pero hay que retorcerles mucho el significado y sacarse de la manga unas cuantas rocambolescas y forzadas explicaciones para hacer encajar esos mismos títulos en los grupos de capítulos del cuarto libro.
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En este tomo, cansado ya de actuar a escondidas, Randor decide hacer lo contrario: darse a conocer, proclamar abiertamente que es un superviviente de las Legiones de Moros, y dejar que sean sus enemigos los que vayan a su encuentro, en lugar de al revés. Para ello se inscribe en un popular campeonato de artes marciales libres que es retransmitido por toda la galaxia. Llega fácilmente a la final, en la que los catorce vencedores de las rondas anteriores combaten todos contra todos en una arena similar al circo romano, pudiendo emplear cualquier arte marcial, estilo de lucha, y arma c/c no tecnológica que prefieran. Tras apalizar a todos sus oponentes, Randor capta finalmente la atención de los sicarios del Señor de la Guerra, pero las cosas no salen como esperaba.

En lugar de capturar a uno de ellos para sacarle información, es él mismo quien resulta capturado. Rodeado de extremas medidas de seguridad, sus enemigos lo trasladan al planeta Glovic, cuartel general del Señor de la Guerra. Tras un fallido intento de fuga, Randor es llevado ante Arachnis, una criatura bulbosa y llena de tentáculos creada artificialmente por un grupo de sabios de Glovic. Arachnis no tiene mente ni voluntad propia, pero si un propósito. Los tentáculos que parten del extraño ser envuelven los cráneos del grupo de sabios que le dio vida, enlazando sus mentes y creando dentro del ser una conciencia que es la suma de las personalidades, inteligencias y conocimientos de los sabios conectados a ella. Este conjunto de mentes trabajando en perfecta coordinación, ubicadas en la masa artificial de Arachnis, son El Señor de la Guerra Galáctica.

La criatura implanta un control mental en Randor, convirtiéndolo en su esclavo. Todo lo que Randor ha averiguado sobre sus enemigos es revelado, pero también todo lo que sabe sobre los Vigilantes, así como los planes de estos y la existencia de Glr. Mientras el Señor de la Guerra emplea esta nueva información para determinar el lugar donde se ocultan los Vigilantes, Randor, bajo un absoluto control mental, adiestra a los componentes del Ala de la Muerte, sus mayores enemigos, enseñándoles todos los secretos de combate de las Legiones de Moros.

Entre tanto, Glr ha seguido en la nave de Randor a sus captores hasta Glovic, escondiéndose entre las deprimentes calles de un mundo militarizado, robando comida, y realizando pequeños sabotajes, a la espera de una oportunidad clara de liberar a Randor de su esclavitud hipnótica. Esta oportunidad solo se presenta cuando el conjunto de seres que componen El Señor de la Guerra abandona Glovic junto a una guardia de élite para tomar la base de los Vigilantes. Glr logra destruir el enlace mental que conectaba a Randor con Arachnis y juntos escapan del planeta. Pero ahora sus enemigos se han apoderado de la base de los Vigilantes, tienen al líder de estos como rehen, y están protegidos por la elite de El Ala de la Muerte, que ya eran temibles asesinos antes de ser entrenados por el propio Randor. 
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Decidido a terminar de una vez por todas con su enemigo, Randor olvida toda idea de cautela y combate honorable. Ataca de frente estrellando su nave contra la base de los Vigilantes y se abre paso a tiros y patadas por sus laberinticos corredores, haciendo estallar con granadas pelotones enteros de soldados y disparando sus armas hasta casi fundirlas. ¡Para que luego digan que la violencia no resuelve nada!

Abriéndose paso a sangre y fuego (o en su caso, a sangre y láser) a través de la élite del Ala de la Muerte, Randor llega hasta el aborrecible Arachnis y los científicos voluntariamente conectados a él. Pero todavía tendrá que pasar por encima de un viejo enemigo, el Uno, al que ya se enfrentó en El día del viento estelar, y que cuenta con un nuevo cuerpo blindado prácticamente invulnerable.

Puedes repasar la saga desde el inicio pulsando aquí.

El planeta del Señor de la Guerra. 1986. Douglas Hill (texto) Gerardo R. Amechazurra (ilustraciones). Colección Altea Junior nº 104. Editorial Altea.

6 comentarios:

  1. Siempre me hizo gracia que después de tres libros en que se exaltaban continuamente la astucia, el sigilo y la planificación como las mejores armas del mercenario de Moros, Randor mandara todo eso a tomar el viento (estelar) y acabara arreglando las cosas a la brava. Al final queda claro que las Legiones de Moros son solamente una rama de la conocida y poderosa Iglesia de la Hostia Bien Dá. Pero en cualquier caso fue un final dinámico y creíble para la serie y dejó muy buen sabor de boca, incluyendo el breve período de depresión "¿En quién me vengo yo ahora?" después de saciar su sed de venganza bebiéndola por barriles.

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    1. ¡Ja-ja! Todo tiene su momento, y como alguien dijo alguna vez "Es hora de actuar o callar". Hay ocasiones en que lo mas sensato es bajar la cabeza para pasar desapercibido, y otras en las que si bajas la cabeza es para embestir como un toro.
      Lo de la "depresión post-matanza final" estuvo bien. Pero eso que de pronto, de golpe y porrazo se volviera además multimillonario ya me pareció muy edulcorado. Un personaje como Randor no necesita montañas de dinero para ser feliz.

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    2. Anda, pues no recordaba que al final también se volviera millonario. ¿Robó los fondos del Señor de La Guerra o vendió su tecnología? Uno se imagina que repartiría el dinero entre las víctimas supervivientes de sus enemigos, o que fundaría una academia militar para eventualmente reconstruir las legiones de Moros como un homenaje a su raza caída... Pero tal vez, igual que se ha cansado de ser sutil, se ha cansado también de ser austero.

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    3. Tras el combate final, mientras está ganduleando en una hamaca pensando que hacer a continuación, los Vigilantes le comunican que cuando Moros fue destruido había muchos pagos pendientes a las Legiones por guerras en las que habían participado recientemente. Y puesto que Randor es el único legionario vivo, todos los pagos se estaban ahora ingresando a su nombre. Lo irónico es que probablemente esas guerras recientes fueron provocadas como parte del plan del Señor de la Guerra para desestabilizar la galaxia, con lo que, en cierto modo, Randor recibe todo ese dinero gracias a los oscuros tejemanejes del mismo ser que aniquiló su mundo e inició su cruzada. Lo que son las cosas...

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    4. Bueno, es una manera de cerrar el círculo. El malo que ha destruido el planeta de Randor ahora le paga por sus "servicios", aunque no sea comparable el dinero con las vidas humanas.
      Estaba claro que el bien triunfaba sobre el mal. Supongo que hicieron que de golpe se pusiera a dar hostias para darle un final épico o, la otra opción posible, para que no se les alargara demasiado la historia.
      No me quejo de los libros que me acompañaron en mi infancia, siempre he leído lo que me ha apetecido y me ha gustado, pero ésta habría sido una saga que me hubiera gustado leer en su momento, imagino que la hubiese disfrutado más que ahora.
      ¡Gracias por compartirla!

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    5. ¡De nada! Esa es la finalidad del blog, dar a conocer este tipo de material.

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