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viernes, 20 de septiembre de 2019

PREDATOR: RACE WAR

EL TEMPLO DE LOS PERGAMINOS
¡ALERTA DE EXPOILERZ!
La premisa de esta miniserie de cinco números es muy interesante: un depredador establece su coto de caza en una prisión estatal; un lugar del que sus presas no pueden huir y en el que compensa el reducido armamento de estas (navajas, pinchos, bates y cadenas) con el hecho de que muchas de ellas sean asesinos, o cuanto menos, hombres muy acostumbrados a la violencia. 
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Como suele ocurrir en las prisiones americanas, los presos se organizan en grupos según su etnia, en este caso, blancos, negros e hispanos. Las primeras victimas del depredador son tenidas por los presos y los guardias como parte de la guerra racial que mantienen los reclusos, pero pronto se hace evidente que un peligro mayor amenaza a todos ellos. Esto hace que los presos olviden sus diferencias y se unan para tenderle una trampa a su misterioso asesino y acabar con él, dando un nuevo significado a la guerra racial: el de humanos contra alienígenas. Una premisa interesante, si… pero muy mal ejecutada.
El guion fue dejado en manos de Andrew Vachss, un escritor de novelas policiales y de espionaje que aprovechó la ocasión para promocionarse creando algo mucho más próximo al ambiente de sus propias novelas que lo esperable en una trama sobre los depredadores

La historia está centrada en la labor de investigación del personaje principal, no en las acciones del alienígena, con lo que realmente tenemos una versión en comic de una de las novelas de espías de Vachss en la que se hacen algunas menciones a los depredadores, y estos salen lo justo para que te lo vendan como un comic de Predador.

Con unos pequeños cambios, la historia podría haber sido la de un guardia de prisiones en plan justiciero-psicópata que se dedica a asesinar a los prisioneros en sus celdas.

Siendo una miniserie, lo mínimo que se le puede pedir es que mantenga el mismo dibujante a lo largo de los cinco números, o si por algún inapelable motivo se ven obligados a cambiarlo, que busquen a otro con un estilo de dibujo muy similar al primero. Pero no, los tres primeros números están dibujados por Jordan Raskin, y los dos últimos por Lauchland Pelle, que tienen estilos de dibujo totalmente diferentes, hasta el punto que en el cuarto comic cuesta reconocer a algunos de los personajes aparecidos en los números anteriores. Cross, el protagonista principal, pasa de ser un tipo alto y corpulento a un canijo flacucho, y Tiger, una agente de su mismo grupo, engorda unos treinta kilos de la noche a la mañana.
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El estilo de Raskin es muy realista y detallado, pero estático. Bueno para ilustraciones fijas o portadas, pero no tanto para un comic, en el que los dibujos tienen que imprimir una sensación de vida, de movimiento. El de Pelle es lo contrario, menos detallado y menos realista, pero más cinético, más “de comic”. Al ser estilos tan diferentes, el cambio es muy brusco. Es tal cual como si en una película, faltando media hora para el final, te cambiaran a los actores principales por otros que apenas se les parecen, sin hacer ningún intento de disimularlo. Pero claro, este cambio se produce sin previo aviso en el cuarto número. Habiendo comprado ya más de la mitad de la colección, no vas a dejarla colgada por dos números. 
Para terminar, está el tema del autobombo. No hay, por descontado, nada de malo en que una editorial haga publicidad de sus productos. Norma incluía tres o cuatro páginas de noticias del mundillo del comic, entrevistas o reportajes en cada uno de sus números. Normalmente una nueva colección se comentaba una o dos veces, para darla a conocer. Pero la campaña de publicidad que le hicieron a Race War fue mucho mayor de lo normal. Da la impresión que quisieran convencer a los lectores de que estaban comprando algo grandioso, aunque ellos mismos se daban cuenta que no lo estaba siendo para nada. 
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En el primer número de Race War una pequeña columna nos informa que es “la mejor serie de Predator” y “la mejor aventura sobre Predator que se haya realizado”. Creo que eso es algo que han de decidir los lectores, no ellos. 
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En el segundo número tenemos una entrevista de tres páginas a Vachss, que no tiene desperdicio. En ella él mismo nos dice que aceptó hacer el comic para usarlo (son sus propias palabras) "como un Caballo de Troya" porque la gente lo iba a comprar creyendo que era una historia sobre Predator pero en realidad era una de sus historias de espías y detectives. También admite que el personaje de Cross está sacado de otros comics guionizados por él, porque lo que quiere es que Cross tenga serie de comics propia, y mientras tanto, lo va colando donde puede. A este respecto he de decir que Cross me parece un personaje totalmente plano y carente de interés, y por el bien del mundo del comic, espero que nunca tenga serie propia. 
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En los artículos del tercer número nos recuerdan (por si no lo teníamos claro ya) que “Race War es con diferencia la mejor serie de Predator que se ha publicado nunca /…/ su riqueza en detalles, sus aportaciones argumentales y temáticas, su enfoque… todo es asombroso, innovador, y destaca por encima de series protagonizadas por los maniquíes estereotipados puestos de moda por Marvel/DC”
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Y por si quedara por ahí algún despistado que no se hubiera enterado todavía, en el cuarto número abren la sección de correo de los lectores aclarándonos que “Race War es la mejor miniserie publicada hasta la fecha sobre estos cazadores extraterrestres”Afortunadamente en el quinto número ya no se hace absolutamente ninguna mención a esto. ¿Para qué? Si estamos leyendo el quinto número es que ya hemos comprado la serie completa, y no hace falta que nos sigan vendiendo la moto.

En mi humilde opinión, esta es una miniserie solo apta para completistas de Predator que simplemente quieran tener todo lo que haya salido sobre estos seres, sin importarles su calidad.  

Puedes repasar otros comics de Predator ya comentados pulsando aquí.

Predator: Race War. 1995. Andrew Vachss (guion) Jordan Raskin/Lauchland Pelle (ilustraciones). Norma Editorial.

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